Según cuenta la leyenda, Francisco Moscote fue un juglar que, habituado a recorrer caminos colombianos con su acordeón y canciones, logró batir en duelo musical al mismísimo diablo. Hace algunos años, los hermanos mexicanos Mateo y Sebastián Piracés‑Ugarte tomaron ese nombre para bautizar su banda, honrando así una esencia viajera que hizo de cada escala un núcleo de formación e intercambio. Esta noche, a las 21, el proyecto llegará por primera vez a Rosario para completar el encuentro que, tiempo atrás, les permitió descubrir a la Rosario Smowing, que hoy oficiará como su anfitriona en la Plataforma Lavardén, de Sarmiento y Mendoza.
Conformada actualmente por Mateo Piracés-Ugarte en guitarra y voz, su hermano Sebastián en percusión y voces, Juliana Strassacapa en voces y percusión, Andrei Martinez Kozyreff en guitarra y Rafael Gomes en bajo y coros, la banda debutará en la ciudad en un momento de madurez. "Empezamos de manera muy improvisada, con las canciones del Ep Nudez, con las que hicimos una gira por Uruguay, Argentina, Chile y Brasil. Tocábamos en la calle, en restaurants a cambio de comida, en hostels a cambio de dormir. En eso lanzamos La Pachanga, que tiene la cara de esos conciertos acústicos, improvisados. Pero después la cosa empezó a hacerse cada vez más grande, fuimos reinventándonos, usando mucho de lo que aprendíamos por el noreste de Brasil, por Argentina con la cumbia, en Chile con los folclores urbanos, en Uruguay con los ska-punks. Llegó un punto en que La Pachanga ya no representaba nuestros conciertos", repasa el cantante.
Llegada esa instancia, el grupo hizo de la improvisación la base para crear las obras que luego se pulirían hasta convertirse en el sorprendente Soltasbruxa, su primer larga duración: "Todo fue inventado de cero, empezamos las canciones cantando, improvisando. Después grabamos en un estudio bien 'chido' de Brasil. Nunca habíamos tenido la posibilidad de grabar un disco que nos dejara orgullosos de nosotros mismos. Soltasbruxa es eso".
En esa línea de autosatisfacción, Piracés‑Ugarte reconoce además a las líricas como un factor clave. "Las letras nos representan mucho", resalta uno de los autores de una banda que se abrazó al inglés como fruto de una pertenencia estética, pero que lo dejó de lado con un fin clave: comunicar. "Todos salimos de una escena del punk rock y teníamos esa idea ultra pasada de cantar en inglés, esa idea retrógrada de que el rock no funciona en portugués, en español. La tentativa de quebrar con esa mentalidad fue cantar en español. ¿Por qué cantar en la lengua del país que nos oprime desde arriba en vez de cantar con la lengua del país hermano y con algo de portugués?", cuestiona el artista mexicano, que pronto comprendió junto a sus compañeros que era el portugués el que realmente les permitiría conectar con el público del Brasil, su principal base de operaciones e influencias.
"Nos ha resultado maravilloso, porque hemos podido comunicar mensajes que creemos, que sentimos en el pecho, que cargamos con orgullo", distingue el cantante, que amplía: "La idea fue crear el disco a partir de lo primero que se nos viniera a la cabeza, porque teníamos la idea de que el disco ya estaba escrito en nosotros. Lo primero que empezamos a cantar en ese proceso de improvisar fue lo que vivimos en estos viajes. Queriendo o no, si se viaja por Latinoamérica hay algo que se vive muy fuerte y es la toma de poder de un sector extremadamente conservador, que se pone de rodillas frente al imperialismo norteamericano. Todas las letras salieron de ese momento político, donde las bandas tienen que apropiarse del poder del micrófono y decir. Hay letras que tratan sobre violencia doméstica, violencia de género, sobre políticos fascistas en ascenso, otras que hablan sobre la valorización que se hace de lo material. Además de tener cierto aire de esperanza, habla sobre lo que creemos que debe ser dicho. Estamos sufriendo un avance conservador enorme".
- Es interesante cómo esas letras entran en juego con músicas que, muchas veces, invitan a la celebración, que es también una forma de ganar la calle, de manifestarse.
- Sí, de hecho en las manifestaciones en Brasil hay un conjunto de tambores y la gente está cantando alegremente. Se hace con cierta alegría. En cierta manera el disco entero está armado de manera que también puedas sonreír cantándolo, aunque hay cosas que salen del hígado.
- La leyenda de Francisco Moscote, El Hombre, cuenta que logró vencer al diablo en duelo musical. Si hubiera que escribir la leyenda de su banda, ¿cuál es el mayor reto que sienten deben enfrentar?
- (Piensa) Creo que el mayor reto es comunicar algo actual. No intentar caer en cosas hechas. Cuando se decide ser músico, básicamente estás diciendo que no quieres tomar una vida escrita, sino tomar tu propio camino. Creo que la parte más interesante de ser músico es que siempre tienes que estar dos pasos adelante de lo que estarías normalmente para continuar creando y reinventando la cultura. Ese es el mayor reto, ser más que actual, pensando hacia dónde vamos, dónde queremos llevar lo que hacemos. Para no ser otra banda más que hace bailar y sonreír. Es muy difícil, pero es mi reto.