Investigadoras del Instituto Gulich, perteneciente a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y a la Universidad Nacional de Córdoba, utilizan imágenes y productos satelitales para vincular variables ambientales con la aparición de enfermedades como Chagas, dengue, leishmaniasis, malaria, hantavirus y Fiebre Hemorrágica Argentina (FHA). Esta línea de trabajo se denomina epidemiología panorámica y cuenta con más de 20 años de trayectoria. En la actualidad, el grupo está conformado por once investigadores e investigadoras, parte de ellos estudiantes de doctorado con becas del Conicet.
Entre sus múltiples aplicaciones, la información espacial en Argentina tiene un amplio desarrollo en el área de la salud pública. A partir de diferentes proyectos, se elaboran mapas de riesgo con datos provistos por sensores remotos e información estadística sobre zonas susceptibles de ser afectadas por enfermedades, para luego implementar políticas de prevención.
“Con los satélites podemos observar los efectos del cambio del uso del suelo. Por ejemplo, si miramos el tipo de vegetación y cómo se modifica en el tiempo, podemos inferir cómo se comportará el ratón colilargo que habita en ese lugar y que es transmisor del hantavirus, u otro roedor en la región pampeana que transmite la FHA”, explica Ximena Porcasi, una de las directoras del equipo.
Luego, los especialistas suman información epidemiológica y aplican modelos de análisis estadísticos o algoritmos de inteligencia artificial para elaborar mapas de riesgo. Asimismo, comenzaron a incorporar variables climáticas para hacer pronósticos a corto plazo sobre los momentos en que se dan los picos de densidad poblacional en los mosquitos.
Evidencia para decidir
La información generada se utiliza en la toma de decisiones sobre políticas públicas. En la actualidad, el Instituto trabaja de forma articulada con la Coordinación de Control de Vectores, el Instituto Nacional de Enfermedades Virales y Humana, y el Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación en Endemoepidemias del Ministerio de Salud de la Nación.
Además, el Gulich amplió su espectro de investigación en los últimos años. “Incorporamos el estudio de enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, respiratorias y el cáncer, que tienen un vínculo distinto con el ambiente. Analizamos el efecto del humo de incendios, así como otros contaminantes atmosféricos y olas de calor, en la incidencia y muertes prematuras por estas causas”, resalta Porcasi. También investigan sobre parasitosis, desnutrición y obesidad a partir de una mirada socioambiental y recurren a conceptos como seguridad, soberanía alimentaria y entornos alimentarios.
Más allá del ámbito estatal, el Instituto articula con entidades civiles que complementan la información espacial con análisis de campo en distintas regiones del país.
Vigilancia espacial
Mundo Sano es una fundación que trabaja desde hace 30 años para prevenir y reducir el impacto de las enfermedades transmisibles desatendidas como dengue, Chagas, helmintiasis, rabia y lepra, entre otras. Desde 2004 implementa junto al Instituto Gulich el uso de herramientas geoespaciales y sensores satelitales remotos para estudiar, vigilar y controlar el mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue.
En la actualidad, la Fundación desarrolla un sistema integrado de vigilancia basado en información espacial para enfermedades transmitidas por vectores. El proyecto fue seleccionado por la CONAE para obtener financiamiento del Programa de Desarrollo de Tecnologías Satelitales del Banco Interamericano de Desarrollo.
“Para nosotros es muy importante esta articulación porque la CONAE y el Gulich tienen acceso a las imágenes satelitales y al procesamiento de los datos. Por nuestra parte, nos concentramos en la colecta y el análisis de las variables del terreno”, resalta Victoria Periago, investigadora del Conicet y coordinadora científica de Mundo Sano.
En el nuevo proyecto, la Fundación elabora modelos de predicción de riesgo que indican la presencia de diferentes enfermedades infecciosas en determinadas zonas del país. Para eso, combinan información de los satélites argentinos SAOCOM y de satélites de la Agencia Espacial Europea y la NASA con información de campo que se integra con variables ambientales como temperatura y precipitación.
“La propuesta original se enfocaba en desarrollar modelos de predicción de riesgo para enfermedades transmitidas por vectores, como dengue y Chagas, pero posteriormente añadimos otras patologías, tales como geohelmintiasis y particularmente algunas zoonosis, como hidatidosis y hantavirus. De esta forma ampliamos la prestación del producto final a un universo más amplio de enfermedades transmisibles”, afirma Periago.
El sistema tiene un formato amigable, útil para visualizar y planificar acciones. A su vez, está orientado a distintos niveles de usuarios. “Mientras que unos podrán ver el sistema con información histórica y actualizada a escala regional, otros podrán cargar sus propios datos y procesarlos, ver la distribución de las diferentes variables y crear mapas de riesgo a nivel local”, detalla la investigadora.