Desde Roma
Ser mujer y ser partisana, es decir luchar contra el fascismo del dictador Benito Mussolini desde 1943 y contra los nazis de Adolf Hitler que ocuparon la península (1943-1945), fue seguramente uno de los trabajos más arriesgados que hayan jamás desempeñado las mujeres italianas. Pero las mujeres partisanas en realidad debieron combatir no una guerra sino dos: la guerra de la Liberación contra el nazi-fascismo y la guerra contra una sociedad machista y patriarcal que no quería reconocer su rol.
Muchas de las miles de mujeres partisanas que combatieron con armas o como mensajeras llevando mensajes, armas, comidas, medicamentos, muchas en bicicleta, en buses, escondidas en camiones de carga, de un pueblo a otro o a la montaña donde estaban los partisanos, quedaron en el olvido durante todas estas décadas. Se habla de unas 35.000 mujeres que expusieron la propia vida como partisanas. Pero esta cifra incluye sólo aquellas cuyos nombres se hicieron conocidos después de la guerra, porque ellas insistieron en defenderse. Pero muchas otras, por la vergüenza de las familia o de ellas mismas en una sociedad que las censuraba, están ahora siendo descubiertas gracias a una investigación realizada por el ANPI, la Asociación Nacional de Partisanos de Italia, en distintos archivos históricos del país.
A 78 años de la Liberación, que se festejó el pasado 25 de abril, es hora de que las partisanas “desconocidas” salgan a relucir.
“Fue una batalla, a veces consciente, a veces no, pero de hecho sucedió a todas las mujeres que participaron de alguna manera en la Resistencia -explicó en una entrevista con PáginaI12 Marina Pierlorenzi, vicepresidenta de ANPI Roma-. Sobre todo las mujeres que fueron a luchar a las montañas o que trabajaron clandestinamente en las ciudades, han tenido problemas increíbles para poder volver a la vida normal. Y también tuvieron problemas en los grupos partisanos, no durante las batallas porque estaban armadas y hacían lo mismos que los hombres. Pero sí a nivel de dirigencia. Fueron poquísimas las mujeres dirigentes de las brigadas partisanas”.
Marina Pierlorenzi estudió Literatura Clásica en la Universidad y luego de recibirse se dedicó a enseñar en las escuelas. Pero después hizo carrera en una de las principales centrales sindicales de izquierda de Italia, la CGIL (Confederación General Italiana del Trabajo). Desde 2006 trabaja en ANPI Roma, donde se ocupa, entre otras cosas, de cultura y de coordinar las actividades referidas a las mujeres.
Cuando se celebró la Fiesta de la Liberación en Milán y en Turín (norte de Italia) porque se había derrotado al fascismo y expulsado a los nazis en 1945, los partisanos no quisieron que las mujeres desfilaran junto a ellos porque la gente podía pensar, viéndolas desfilar, que fueran mujerzuelas, contó la vicepresidenta de ANPI. “Algunas de ellas desafiaron a sus colegas y al mundo, como Lidia Menapace (luego senadora por varios años), y desfilaron igualmente en aquella fiesta, vestidas con pantalones”, vestimenta desaprobada para las mujeres en esos tiempos, contó Pierlorenzi.
Ruptura con la vida patriarcal
Mientras “estas mujeres provocaron una ruptura completa con la vida patriarcal, machista, familiar, de la Italia del dictador Benito Mussolini y anterior, los hombres, incluso algunos grandes comandantes, no lo vivieron de la misma manera”, explicó, añadiendo que la idea de unirse a la Resistencia surgió entre los jóvenes, chicas y chicos, algunos que frecuentaban la universidad, y que querían eliminar la dictadura, especialmente cuando comenzó la ocupación nazi después del 8 de setiembre de 1943.
Pero muchas mujeres también habían actuado antes contra el fascismo, de manera clandestina o en otros países, o publicaban revistas como Noi donne (Nosotros Mujeres, que todavía existe) que distribuían en clandestinidad, a favor de una sociedad libre y democrática. Pero después de la guerra hubo un paso atrás, incluso de parte de las mujeres, muchas de las cuales no contaron lo que habían hecho por la Resistencia, o lo contaron muchos años después que los hombres.
Pocas de las mujeres que lucharon de una manera u otra en la Resistencia han tenido reconocimientos públicos como partisanas o patriotas. Hasta ahora sólo 19, continuó explicando Pierlorenzi. Y para resaltar el accionar y el valor también de todas las demás que no figuran, ANPI Roma ha organizado una exposición que se inaugurará este jueves 11 de mayo.
La edad de las partisanas
“Eran todos muy jóvenes, partisanos y partisanas. Tenía entre 18 y 25 años. Pero también había chicos de 17-18 años. Un caso dramático fue el de Ugo Forno, un chico de 13 años que para evitar que los nazis avanzaran en Roma fue a poner una bomba en un puente. Los alemanes lo vieron y lo ametrallaron”, contó la experta de ANPI.
Todavía están vivas algunas de las partisanas, continuó Pierlorenzi, como Luciana Romoli, hoy de 93 años, que tenía 13-14 años durante la guerra. Luciana se empeñó como mensajera llevando órdenes entre los distintos comandos partisanos, pero también distribuyendo entre la gente de la Resistencia los clavos de cuatro puntas (que había inventado un herrero romano) para tirar por los caminos que pasaban los camiones alemanes y así pincharles las gomas.
Otra partisana todavía viva, que hoy tiene 102 años, es Jole Mancini, que trabajó como partisana-mensajera del GAP, el Grupo de Acción Patriótica que dio origen a la guerrilla urbana en Roma durante la ocupación nazi. Mancini fue detenida y torturada en Via Tasso, la cárcel que habían creado los nazis en Roma. Entre los torturadores estaba el SS nazi Erich Priebke quien casi al final de la guerra a escapó a Argentina donde vivió (en Bariloche) por varias décadas. En 1995 fue extraditado a Italia para ser procesado por la Matanza de las Fosas Ardeatinas, ocurrida el 24 de marzo de 1944, y en la que fueron fusiladas 335 personas en venganza por un atentado contra los nazis hecho en Roma el día anterior, en el que murieron 33 soldados. Priebke, condenado a cadena perpetua, murió en una cárcel italiana en 2013.
“Jole tuvo bastante suerte ya que estuvo presa en Via Tasso unos 15 días porque el 4 de junio de 1944 los Aliados entraron e Roma y los nazis escaparon. Jole ha llegado a la bella edad de 102 años y todavía hoy está en condiciones de contarnos su historia y la de su marido, Ernesto Borghesi, que era un miembro del GAP. Es una persona excepcional”, contó Pierlorenzi.
Algunas partisanas entraron en Política al concluir la guerra. Entre ellas, dos muy conocidas fueron Tina Anselmi y Nilde Iotti, la primera de la Democracia Cristiana y católica, la segunda del Partido Comunista Italiano (PCI). Ambas fueron diputadas. Nilde Iotti, cuando tenía 26 años, había participado en la elaboración de la Constitución de la República Italiana (antes era una monarquía). De los 556 elegidos para esa constituyente, 21 eran mujeres. La Constitución fue aprobada en diciembre de 1947.
Iotti además, fue la primera mujer presidenta de la Cámara de Diputados (1979-1992) de la historia italiana y Anselmi la primera mujer ministra (de Salud Pública) de un gobierno italiano, en ese momento dirigido por el democristiano Giulio Andreotti.
Las enseñanzas
¿Cuál es la enseñanza más importante que han dejado las mujeres partisanas, para los jóvenes, para el mundo de hoy?
“Yo voy a menudo a las escuelas. Esta semana estuve en una escuela de Pietralata donde se recordó la matanza de una mujer, Caterina Martinelli, quien con una nena en brazos trató de asaltar la panadería de ese barrio para llevarse pan para sus hijos. El hambre era atroz durante la ocupación nazi. Un fascista la mató. Era el 2 de mayo de 1944. Los chicos de la escuela ven experiencias como ésta como una enseñanza de cómo se deben defender los propios derechos, para defender la propia familia o quien tiene necesidad de ser ayudado. Yo veo en los jóvenes una nueva atención sobre este tema”, contó.
Y en cuanto a cómo se ha perjudicado la educación de los jóvenes, Pierlorenzi subrayó como una “gran responsabilidad” de la escuela, “el que no se haga estudiar a los chicos ciertas partes de la historia referidas a la Segunda Guerra Mundial y al nazi-fascismo”. Los jóvenes hoy quieren saber, quieren entender. “Hay que explicarles que durante el nazi-fascismo todo andaba en un cierto modo, que no existía la posibilidad de saber otra cosa que lo que decía la radio y los periódicos del régimen o la escuela del régimen. También explicarles lo que significó el racismo y las leyes raciales de Mussolini que desde 1938 mandaron miles de judíos a los campos de concentración y a la muerte. Y también lo que hicieron los italianos durante las guerras coloniales en África, porque allí empezó también el racismo”, concluyó la vicepresidente de ANPI Roma.
ANPI realiza cursos periódicamente a sus inscriptos sobre la historia de la Resistencia, pero también visita periódicamente distintas comunidades para recordar a los muertos durante la guerra originarios de esa zona, y da asistencia también a los profesores de escuelas que lo solicitan.