Víctor Stinfale ingresó una vez a la cancha de Atlanta como aguatero para ver a su equipo, el Deportivo Riestra. Había firmado la planilla de la AFA en esa condición antes de empezar el partido. Ni como gerenciador ni como abogado. Nadie duda de la profesión que ejerció a pleno hasta que se sumergió en el mundo del fútbol. Pero de cómo controla a la humilde entidad de Pompeya no existe la misma certeza. Está flojo de papeles, porque acordó todo de palabra. Fabio Pirolo, el presidente del club, llegó a ser director general de Infracciones en la ciudad de Buenos Aires. Mauricio Macri lo echó cuando era jefe de Gobierno en 2015 después de un confuso episodio en el que balearon a su superior jerárquico, Javier Buján. Adrián Ciliberto, el vicepresidente, insultó y amenazó por Facebook a Claudio “Chiqui” Tapia antes de la conflictiva segunda final con Comunicaciones por el ascenso. El martes próximo deberá declarar ante el Tribunal de Disciplina por frases como “si me cagás la revancha te llevo puesto”. Los tres son las caras visibles de un proyecto futbolístico que subió tres categorías en idéntica cantidad de años. Un hecho que casi no tiene antecedentes en la historia de la AFA.
Tres fuentes distintas le dijeron a este periodista que “el gerenciamiento de Riestra es encubierto”. Una de ellas fue más allá: “Se trata de disfrazar una sociedad anónima”. Tapia está preocupado por lo que representaría que se extienda a otros clubes una situación como ésa. Se lo hace saber a sus colaboradores más cercanos. Igual estuvo a favor de que el segundo ascenso de la Primera B se definiera jugando. Por eso se enfrentó con Daniel Angelici, su vicepresidente. Y también resistió las presiones del gobierno nacional, que quiso influir en el fallo del Tribunal de Disciplina. “Llamaron desde la Casa Rosada, aunque parezca increíble. Querían hundir a Stinfale”, confió un dirigente.
La pregunta es ¿por qué? El intento por responderla lleva hacia el resbaladizo camino de las conjeturas. El propósito del Gobierno quedaría reflejado en el voto de Sergio Fernández, uno de los integrantes del tribunal disciplinario. Se inclinó por una sanción más dura: darle por perdido el partido a Riestra y que no ascendiera. Se trata de un juez de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal. Su cercanía política al presidente de Boca es un secreto a voces en la AFA.
Resulta curioso que el presidente Pirolo, un abogado radical y además ex funcionario en la CABA, haya sido dirigente boquense durante la gestión de Angelici. Fue vicepresidente del fútbol amateur. Abrió escuelas de fútbol en el país y en el exterior. Boca maneja esas franquicias. Pero en los pasillos de la AFA, Pirolo es más conocido como directivo de Riestra. También Ciliberto, quien posteó en su Facebook el ataque contra el Chiqui que debería costarle una sanción del Tribunal: “Tapia, la concha de tu madre. Nos pusiste a Monsalvo y nos bombio (sic). Te Salió bien. Si me cagas la revancha te llevo puesto. AFA corrupta. ¡Te lo juro por mi viejo! ¡Te prendo fuego, cuento todo!”. Después pidió disculpas, aunque ya era demasiado tarde.
A diferencia de los dos dirigentes, a Stinfale nunca se lo ve por la AFA. Sí se lo encuentra en los estadios, cuando juega Riestra. Suele ir acompañado por su chofer. Toma precauciones, como cuando su equipo jugaba en los torneos de Primera D y C. Esas canchas no son fáciles para los visitantes. Pero, ¿qué podría temer un abogado que defendió a barrabravas como José Barrita, alias el Abuelo y ex jefe de la barra brava de Boca, o a William Schlenker, uno de los líderes de los Borrachos del Tablón condenado a perpetua por el crimen de Gonzalo Acro? O qué patrocinó al traficante de armas sirio Monzer Al Kassar; al ex policía Carlos Telleldín, en la causa por el atentado a la AMIA, y al ladrón de blindados Luis “El Gordo” Valor.
Su club es ese club donde Diego Maradona fue nombrado director técnico emérito. El que tiene como sponsor a la bebida energizante Speed. El que se viste con Adidas, que en el fútbol argentino sólo lucen la Selección nacional, River y San Lorenzo. Ese donde los jugadores escuchan siempre la música electrónica preferida del abogado camino a cada partido. Riestra se ganó en poco tiempo la impopularidad del que es señalado por tramposo. El técnico de Comunicaciones, Alejandro Orfila, exageró: “Hoy fuimos la selección argentina”, dijo después de los 5 minutos que debieron jugarse en la cancha de Defensores de Belgrano para resolver el ascenso. Comentó que la gente le pedía por la calle que le hicieran un gol a ese rival cuestionado. Un rival que a lo largo del campeonato brindó un fútbol ofensivo, hizo muchos goles y tuvo a dos o tres jugadores muy destacados. No necesitaba agrandar las áreas de su cancha, como denunciaron algunos integrantes del plantel de Comunicaciones.
Al mediático Stinfale le reconocen en casa los cinco años en vertiginoso e indetenible ascenso que lleva el equipo. La bandera que cuelga detrás de uno de los arcos dice: “Seguimos creciendo, gracias Víctor, La Banda”. El empresario llegó en 2012. Consiguió que su amistad con Diego Maradona instalara a Riestra en los medios. Lo convocó para darle arengas al plantel. Gracias a sus jugadores consiguió que los ingresos por televisión pasaran de 648 mil pesos mensuales en la B a 1.200.000 en la B Nacional. El les cumple, si tiene otras deudas las disimula bien, pero eso sí, en las pretemporadas los hace levantar a las 3 de la mañana para realizar el primero de los cuatro turnos de entrenamiento.
Dicen quienes lo conocen, que el letrado de 54 años es un director técnico frustrado. Pero que igual incide en los planteos tácticos de su equipo. Jugó en las divisiones inferiores de Nueva Chicago, pero colgó los botines por los libros de derecho. Tiene entrenadores amigos en el fútbol que lo asesoran, aun cuando dirigen a otros planteles. También un delantero sería su empleado, pero juega en un equipo que no es Riestra. En la AFA hay dirigentes que le temen a sus potenciales denuncias. Lo reconocen en voz baja.
Quedó muy claro en estos cinco años que él hace y deshace. En las camisetas de sus futbolistas se lee la palabra Irak. No es porque adhiera al país islámico. Es el nombre del equipo con que juega un campeonato amateur. Alguna vez dijo con sinceridad brutal que hubiera defendido a Hitler si le pagaba un millón de dólares por sus servicios. Todo hombre tiene su precio. Stinfale no parece haber llegado todavía a su techo. Riestra tampoco.