Desde Ciudad de México
Por obvias razones, nada puede compararse a la reconstrucción tras el terremoto de 1985, pero por estos días la ciudad de México parece una gran obra al aire libre. Calles en total remodelación, veredas levantadas por todas partes, camiones y obreros abriendo gigantescas zanjas, policías intentando –sin éxito– ordenar un tránsito de por sí caótico. Todo ese ruido se multiplica en el Paseo de la Reforma, pero a la pequeña multitud de fans que se agolpa en las puertas del hotel St. Regis no le importa demasiado: están allí para tratar de avistar a algunas de las estrellas que protagonizan un encuentro con la prensa latinoamericana. La plataforma Netflix organizó dos paneles para calentar el lanzamiento de nuevas temporadas de sus series y un estreno cinematográfico y, de paso, seguir cimentando su rol de punta de lanza en estos tiempos de explosión de consumo online.
De eso hablan en el salón del segundo piso Ted Sarandos (director ejecutivo de Contenidos) y Todd Yellin (vicepresidente de Innovación), que dan cuenta de la enorme penetración conseguida por la plataforma en 190 países del mundo, y sobre todo en un mercado latino siempre apetecible. “El 45 por ciento de los 104 millones de suscriptores consume contenidos latinoamericanos; América Latina es la región más importante para Netflix y la más dinámica”, dice Sarandos. Eso explica el genuino entusiasmo que muestran los actores y directores presentes, que en inglés o en castellano, en público o en privado, no dejan de repetir que la televisión online abre campos de trabajo impensables algunos años atrás.
“Me resultó maravilloso trabajar con David (Ayer), que hizo esta película con el espíritu de un film independiente, muy cerca de los actores, con un tono muy íntimo, pero realizándolo en una escala muy grande”, dice en el primer encuentro Noomi Rapace, una de las protagonistas de Bright, que se estrenará el 22 de diciembre. “La filmación fue algo muy feliz, con total libertad. Pudimos jugar, improvisar, pero a la vez trabajar con total seriedad”, señala la actriz que fue Lisbeth Salander y que en el film protagonizado por Will Smith encarna a una elfa en una historia situada en Los Angeles pero con humanos, orcos y otras especies en difícil convivencia. “Estamos viviendo un momento de quiebre en la industria audiovisual. Yo recuerdo cuando compré mi primer vinilo, y cuando compré mi primer CD, y este es uno de esos momentos de evolución. Es muy atractivo ser testigo de este momento que cambia el modo en que accedemos a contenidos”, señala a su lado Edgar Ramírez, el venezolano que se metió en Hollywood a lo grande con El ultimátum de Bourne y la oscarizada La noche más oscura. “Hace cinco años no había razón para creer que un show de TV hecho para internet podía ser tan bueno, pero desde House of Cards todo eso ha cambiado”.
Detrás de ellos está un trío tan famoso como pequeño: al borde de los 15 años, Finn Wolfhard, Caleb McLaughlin y Gaten Matarazzo se convirtieron en estrellas planetarias gracias a Stranger Things, cuya segunda temporada llegará a la plataforma el 5 de octubre y que promete nuevas dosis de terror ochentoso. Los pibes se divierten, bromean entre ellos y obviamente disfrutan su status: “Es asombroso que nos conozcan en tantos lugares”, dice Wolfhard, que encanta a la prensa local apareciendo con una camiseta de la Selección mexicana. Matarazzo, cuya gorrita fue un hit en la última Comic-Con Buenos Aires, relata que “me di cuenta de lo que pasaba con Stranger Things cuando mi Instagram se llenó de mensajes en idiomas que no entendía”. Ante la pregunta de un periodista, los tres se enzarzan en un intercambio sobre cuál es su Defender favorito y la cosa se desmadra.
Porque, para más lustre, el panel “De Hollywood a Latinoamérica” incluye a dos superhéroes. El viernes 18 estará online The Defenders, gran apuesta de Marvel a la pantalla chica. Al estilo Avengers, la serie unirá los caminos de cuatro personajes que ya tienen sus productos en la plataforma: Jessica Jones (Krysten Ritter), Luke Cage (Mike Colter), Iron Fist (Finn Jones) y Daredevil (Charlie Cox), que con personalidades bien diferentes deberán unir esfuerzos para combatir a la siniestra organización The Hand. Hay suspiros entre las damas cuando toma la palabra el británico Jones, quien contesta con diplomacia cuando se le pide una comparación entre la exposición que supone el trabajo con una cadena de cable como HBO –fue Loras Tyrell en Game of Thrones– y Netflix; Cox, ya un veterano con dos temporadas como el abogado ciego reconvertido en el Demonio de Hell’s Kitchen, alude a la dificultad de conformar a los fans del comic. “Estos comics tienen sesenta años de historia y uno tiene que ser muy cuidadoso con cómo representa eso y ser fiel, pero a la vez es interesante no seguir al pie de la letra las historias, hacer que el espectador no esté del todo seguro de lo que vaya a suceder”.
Desde el título “De México al mundo”, el segundo panel corre por otros carriles. Allí están Gaz Alazraki y Mariana Treviño (director y protagonista de Club de Cuervos, que estrena su tercera temporada el 4 de septiembre), Alberto Guerra (actor de Ingobernable), Paulina Gaitán (quien encarnó a “Tata”, la mujer de Pablo Escobar, en Narcos), Manolo Caro (director de La casa de las flores, que incluye un regreso de Verónica Castro “en un papel totalmente diferente a todo lo que haya hecho”) y Juan Manuel Cravioto, que viene de dirigir la primera temporada de El Chapo y en 2018 estrenará Diablero, una historia de ciencia ficción que enfrentará a ángeles y demonios en México. Todos ellos coinciden en celebrar la atención que pone en la producción latinoamericana la plataforma, que se propone realizar cincuenta nuevas series para el año próximo. “Durante años quisimos hacer esta clase de series, pero encontrábamos resistencia”, dice Cravioto. “Con Televisa existía el interés, pero la censura... no sé si censura propiamente dicha, pero en la TV abierta no se puede hablar tanto de política, ni decir groserías ni mostrar desnudos, y no encontrábamos muchas ventanas. Cuando llegó Netflix encontró una comunidad de nuestra generación que quería contar estas historias”.
El concepto se repite, y todos hablan de la necesidad de contar. “Ingobernable representa a cualquier país especialmente latinoamericano donde exista una pelea tan marcada entre un gobierno y el pueblo”, dice Guerra. “Fue muy acertado crear una historia que habla del Cartel de Medellín en su idioma natal, le da un plus; el público de otros lenguajes lo agradece, y muchos latinoamericanos obviamente también”, señala Gaitán, quien acota que “lo más complicado de hacer este personaje fue estar en Colombia y sentir el dolor de la historia que pasaron; quise dar lo mejor y hacer una ofrenda con ello a ese pueblo”. Cuando un periodista local le señala a Treviño el fanatismo que existe por Club de Cuervos en Japón, la actriz analiza que “todos nos conectamos con las historias humanas, y cuando están bien contadas, desde un lugar auténtico, conectan con cualquiera: todos estamos en esta búsqueda existencial de entendernos y mejorarnos y acomodar nuestra vida como podamos, y eso es universal”.
–Hubo un tiempo en que la TV era considerada un lugar menor, un escalón para llegar al cine. ¿Qué significa para ustedes como profesionales esta “era dorada” que la pone en un lugar de privilegio? –pregunta este diario.
Alberto Guerra: –Todas las historias han sido contadas, no estamos descubriendo nada, pero cada director tiene un mundo en su cabeza y puede plasmarlo. La TV mexicana se había estancado, todos los productos parecían salidos de un mismo molde. Estamos empezando a tener ese lugar sobre todo por el proceso creativo, por la importancia que están teniendo los actores, los directores, los escritores, los editores, los musicalizadores, con enorme libertad. Como actor es una joya poder llegar a estos lugares; uno crece trabajando con directores que ven cosas que uno no ve. Lo mismo pasa con el público, cuando le enseñas algo... no es que no se haya visto antes, las historias de amor están desde la primera palabra en una piedra. Pero cómo las cuentan es la diferencia.
Mariana Treviño: –Es un medio que ha adquirido cierta cosa literaria, de explorar las historias desde otro lugar, tomar en cuenta la cuestión psicológica, profundizar en la individualidad. Antes la TV estaba en una cuestión más relacionada con el entretenimiento, y ahora ha adquirido esta dimensión más literaria, productos que buscan otra profundidad, contar historias a largo plazo. Y también son temas que se están exorcizando: Latinoamérica necesita contarse estas historias, y la gente va acomodando sus dolores y sus vivencias, ahora a través de estas plataformas.
Gaz Alazraki: –La gran bendición es que se rompió la hegemonía que le permitió a las televisoras tradicionales mantener un status quo donde no había necesidad de exigirse ser mejores. El contraste de la tercera temporada a la primera de Club... es que por ahí no podíamos conseguir actores porque todos estaban trabajando en series de acá o de otras televisoras. Todo el mundo quiere ponerse al corriente con este nuevo modelo. Netflix inventó un nuevo medio. No es cine, no es tele, sino la temporada. La ponen a tu alcance como si fuera un libro, y no está sujeto a estar en el mismo lugar a la misma hora, es cuando quieras y donde quieras, y la forma en que uno escribe tiene que tener en consideración lo que escribió en el capítulo anterior. La flexibilidad literaria permite que abordes un capítulo desde la perspectiva de un personaje y otro desde otro personaje, y son libertades que te tomas en la literatura más que en el cine o en la televisión. Es una fusión interesante que las demás televisoras ahora quieren ofrecer al público. Y es algo que en algún momento solo lo imaginamos como un ideal.