Llevaba veinte años queriendo hacerlo. De hecho, había empezado a sacarse las ganas a fines de los ‘60, en los psicodélicos tiempos de Os Mutantes (cuando consiguió incluir una versión de “Lady Madonna” en el disco A banda tropicalista do Duprat, que el grupo lanzó en 1968), y siguió en los ‘70 (cuando hizo “And I Love Her” en su primer disco solista, Build Up) y a fines de los ‘80 (con “The Fool On The Hill” en su primer y pionero disco acústico, Bossa & Roll).
Que Rita Lee se decidiera a hacer un disco entero de canciones de Los Beatles era sólo una cuestión de tiempo. Ahora que se dio el gusto, el resultado, como casi todas las cosas que ha hecho en su fenomenal carrera, es impecable.
Resumo su trayectoria. Hija de padre yanqui y madre italiana, esta paulista nacida el 31 de diciembre de 1947 fue el corazón del legendario grupo Os Mutantes (el lado psicodélico del Tropicalismo que inventaron Caetano Veloso, Gilberto Gil y Tom Zé en los primeros ‘60), se reformuló como rockera con la banda Tutti Fruti a comienzos de los ‘70 (su disco Fruto Proibido es histórico para el rock brasileño, y su tema “Arrumbou a Festa”, escrito a medias con ¡Paulo Coelho!, fue una de las más ácidas sátiras a la MPB), la dictadura la sometió a un mes de cárcel y un año de arresto domiciliario en el 76 (estaba embarazada, le descubrieron un poco de maconha en una redada antidrogas), se enamoró de Roberto de Carvalho, guitarrista de Ney Matogrosso, que la ayudó a poner en el mapa mundial el pop brasileño en los 80 (recordar “Lança Perfume”, “Mania de Vocé”, “Baila Conmigo”, etc.), se separó y desapareció de la escena cuando se hizo adicta a los tranquilizantes (se dijo que tenía leucemia, que un amor lésbico la había llevado al borde del suicidio, que estuvo en coma por su hábito de beber té de veneno de serpiente), volvió con gloria cuando Mick Jagger la invitó a telonear los conciertos de los Stones en Rio (de allí salió el potentísimo disco en vivo Marca da Zorra) y David Byrne editó en su sello de world music los viejos discos de Os Mutantes.
Pero además hizo historia en la televisión brasileña con los quince episodios del programa TVLeezao (remake del delirante show radiofónico Radioamador), donde hacía gala de una creatividad y un histrionismo que siguen imitando hasta el día de hoy todos los nuevos “transgresores” de la pantalla brasileña, convirtió en objeto de culto dos películas por haber actuado en ellas (Fogo e Paixao de Isay Weinfeld y Marcio Kogan, y Tanta Estrela Por Aí, donde encarnó al mítico Raul Seixas y se llevó el premio al mejor “actor” en el Festival de Gramado) y ganó el premio nacional de literatura infantil con su saga de tres libros de aventuras ecológicas: Dr. Alex na Amazonia.
En suma, esta mujer está más que acostumbrada a generar expectativas y salir airosa de los riesgos que asume. De ahí que todo Brasil esperara un nuevo capítulo de esta saga casi épica cuando la Lee anunció que iba a hacer un disco entero de canciones de Lennon y McCartney. Pero lo que se proponía Santa Rita era otra cosa: un “viaje” privado a su dormitorio de la preadolescencia, cuando pasaba horas escuchando a Los Beatles en su Wincofon mientras dibujaba sin parar las caras de sus ídolos “en el papel en el que venía el envuelto el pan que traía su padre a casa todas las mañanas” y hasta lamía la manzana de la etiqueta de Apple “para que esa música terminara de invadirle las entrañas”.
Hay algo de ceremonia privada en el hecho de hacer covers que, por lo general, es traicionado tarde o temprano en esta clase de proyectos: sea por ampulosidad del intérprete, por excesiva “obediencia” al original o por mera falta de química, la costumbre –devenida negocio– de “versionar” canciones ilustres termina decepcionando a propios y extraños (los fans del intérprete y los del compositor original). Rita Lee camina por esa cuerda floja a lo largo de todo el disco, titulado Aqui, Ali, Em Qualquer Lugar en su edición brasileña y bautizado Bossa ‘n Beatles parasu lanzamiento internacional, o al menos argentino, que además le suprimen dos temas: una versión en portugués de “Can’t Buy Me Love” y la de “Here, There and Everywhere” que allá le daba título al disco.
Los dos temas que lo abren muestran cuán alto y cuán bajo volará: primero hay una formidable versión de “A Hard Day’s Night” (un poquito más ralentado que el original, exquisitamente “quemado” por una gran dirty guitar de Roberto de Carvalho y la mortífera batería de Joao Barone, de los Paralamas do Sucesso) y, a continuación, una muy fallida “With a Little Help From My Friends” (jamestaylorizada: sin percusión, con una guitarra acústica y un acompañamiento de mellotron asquerosamente dulzones). Lo que sigue no vuelve a caer tan bajo salvo en “Michelle” (tan trucha como el original: hasta incluye el acordeón, a cargo de un tal Toninho Ferraguti que hace honor a su desafortunado nombre). Hay dos versiones de “If I Fell”: la inglesa es casi anónima de correcta; la portuguesa, en cambio, fundamenta y potencia la melancolía del arreglo con una letra más femenina y herida que la original (en lugar del “quiero enamorarme” beatlesco, Rita la convierte en un “espero que esta vez no duela tanto”).
Con “All My Loving” pasa algo similar, pero menos feliz: sin batería, y jazzeada, la urgencia beatlesca (que parecía decir “te voy a extrañar pero en realidad no veo el momento de estar lejos ya”) pierde el humor, que se convierte en “no me fui y ya te extraño”. La versión de “In My Life” combina a la perfección la melodía original con los acordes disonantes del arreglo bossa y esa percusión ambiental hecha de ruiditos cristalinos que era la marca de fábrica de Naná Vasconcelos. (Además, la voz de Rita suma un delicioso aire de “es lo que hay” a la frase beatlesca “with a love like that...”).
La revancha del inefable Toninho Ferraguti viene con “I Want To Hold Your Hand”, en una épica adaptación a ritmo de forró, callejera, potente, con mínima pero excelente percusión tachín-tachín jugando con el acordeón ahora roña de Toninho y la guitarra de Carvalho despeinando su prolijidad a veces irritante. “Lucy In The Sky With Diamonds” es otro gran momento: la voz de Rita se recuesta en un colchón de mellotrones que se hacen geniales en el estribillo, donde están rulados a contrapelo (como pasando la cinta al revés), en una parodia de Enya y de las diferencias que van de lo lisérgico a lo new-age.
Originalmente, la idea de Rita Lee era hacer todas las canciones en portugués y tocarlas “con el desparpajo con que los músicos callejeros tocan los temas que les gustan para quien quiera oír”. Algo de cierto hay: a quién no le ha pasado oír un gran cover tocado por un tipo anónimo, en la calle, por monedas, con el instrumento que sea y en el idioma que sea, sin presiones ni más pretensión que la de apropiarse de esa gran canción al menos por un rato. Pero la industria discográfica es un mundo de tiburones y abogados.
Los propietarios de los derechos (no Michael Jackson, curiosamente, sino Northern Songs/Sony/ATV) vetaron el proyecto y sólo le dieron licencia para traducir cuatro temas, además de negarle el permiso para hacer otras canciones, incluso en inglés. Eso hizo que el disco quedara más “prolijo” de lo que ella se proponía: hay más McCartney que Lennon en el repertorio, lamentablemente. Y la “apropiación” queda inconclusa, porque es evidente que los arreglos terminaban de “fraguar” con las letras traducidas (basta ver las palabras en portugués que le pone a “Here, There and Everywhere”, donde se describe a sí misma en aquel dormitorio de su adolescencia, soñando con estrellas de cine y noviecitos y aventuras “en el blanco y negro que tienen los recuerdos vistos desde acá”).
Queda esperar que el éxito de los shows en vivo con que viene presentando el disco (donde Rita no sólo hace todas las canciones que quiere, incluyendo las prohibidas, sino que se da el gusto de hacerlas en portugués e incluye su potente versión de “I Want To Hold Your Hand” con el sensacional título “O Amor É Tao Cliché”) se conviertan, a su vez, endisco algún día, y por fin sepamos cabalmente qué efectos producía la etiqueta de Apple en la lengua de Rita Lee.
*esta nota se publicó originalmente el 25/8/2002