Las Indias occidentales no fueron “descubiertas” antes de Colón. Esos viajeros vikingos o chinos no descubrieron nada. Sus aventuras marítimas no eran parte de ningún proyecto. Las Indias fueron descubiertas por y para el capitalismo. Colón es el primero que inserta su formidable hallazgo dentro de la economía de expansión occidental. Esos viajes tramados por una incertidumbre nunca repetida aún en la historia fueron el traslado del expansionismo de los burgos al sistema mundo. En 1492 surge la modernidad y recién se puede habla de un “mundo”. Las Indias Occidentales y el Cabo de Buena Esperanza posibilitan el surgimiento del capitalismo, tanto Adam Smith como Karl Marx celebraron este acontecimiento. Podríamos denominarlo el acto fundante fáctico del homo capitalista. El acto subjetivo se da con el ego cogito cartesiano.
Colón hizo cuatro viajes. Luego siguieron Cortés, Pizarro. Buscaban especias y oro. La naciente modernidad capitalista utilizaba sus apetitos individuales como astucia de la historia. No le podemos regalar la modernidad al capitalismo. Para qué si ya la tiene. La modernidad capitalista es esa historia de horrores que expresa la acumulación originaria, sigue con la Revolución Francesa, la revolución industrial británica y el imperialismo victoriano. La modernidad es capitalista porque está tramada por despojos, pillajes, matanzas e ideologías racistas. Desde Heidegger hasta Foucault y los mejores posmodernos (Lyotard y Baudrillard) ha sido llevada a cabo la crítica de la modernidad capitalista. También hizo lo suyo la Escuela de Frankfurt con su concepto de razón instrumental. La modernidad es la historia del capitalismo y el capitalismo instala la modernidad en la historia. Si alguien no quiere regalarle Internet que no lo haga. Usaremos Internet y hasta los diabólicos teléfonos celulares, pero sabremos y diremos que son armas de control, espionaje y sometimiento cultural que maneja el imperio.
La voluntad de poder expresa el devenir de la conquistadora razón burguesa. Siempre se impuso el crecimiento como condición de la permanencia. Si quieres vivir no busques sólo conservarte, busca crecer. Es muy posible que algunos funcionales filósofos enseñen esta consiga en sus seminarios y cursos para empresarios, para CEOs. No perder jamás la iniciativa –política y empresarial– en un campo de fuerzas divergentes que conjurará el que mejor controle el poder mediático. La conquista de la subjetividad de los otros retoma el vigor de las tempranas conquistas del capitalismo.
Luego del hecho fáctico del llamado “descubrimiento” se produce el hecho cultural subjetivo del ego cartesiano. Ahora, el ego capitalista se lanza a la apropiación del mundo en tanto mercancía o materia prima de la técnica. Si lo vinculante era el poder fáctico en la etapa de la conquista, ahora lo vinculante es la subjetividad, que abre la época de la razón conquistadora. El capital es el centro del sistema mundo y ahora, además, lo sabe.
¿Qué es lo que late en el tramado más íntimo, más profundo de la etapa fáctica y en su racionalidad subjetiva? La voluntad de poder. El homo capitalista está constituido por el espíritu de dominación, por la pulsión de muerte y la voluntad de poder.
La trama y desarrollo del logos capitalista se construye así: etapa fáctica de la conquista de América, etapa subjetiva de centralización del ego devastador capitalista, que abre la conquista del mundo en tanto mercancía. Fundamenta el espíritu de este proceso el desarrollo de la voluntad de poder en tanto conservación y crecimiento. Esto no es el Mal. Será arduo encontrar el Bien en la modernidad. Este es el tramado histórico-filosófico de una modernidad que hoy incursiona en lo pre-apocalíptico. Sin nadie que aún pueda derrotarla ni formar parte de la realidad histórica sin ser parte de ella. Por ahora, estos apuntes.