Un grupo independentista radical llevó a cabo acciones vandálicas de protesta contra el turismo masivo en Barcelona,  haciendo saltar las alarmas en torno al clima de tensión política de cara al referéndum de secesión unilateral, anunciado para el 1 de octubre en Cataluña.

“Son extremistas que van contra el sentido común”, dijo el miércoles el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, al dialogar con periodistas en Galicia en medio de sus vacaciones, abonando la idea de que a pesar de que son hechos aislados los ataques estuvieron vinculados al proceso de secesión catalán. Arran, el grupo responsable de estos actos, es una asociación juvenil independentista vinculada a la CUP (Candidatura de Unidad Popular), el partido anticapitalista que sostiene al gobierno catalán de Carles Puigdemont. Su acción de mayor repercusión tuvo lugar el último jueves, cuando un grupo de jóvenes encapuchados atacó un micro turístico cerca del estadio del Barcelona, pinchó sus ruedas y pintó el mensaje “el turismo mata a los barrios” en el parabrisas.

“La ‘kale borroka’ catalana ya está aquí: los socios de Puigdemont y Junqueras quemando autobuses de extranjeros que van a Barcelona”, escribió en la red social Twitter Albert Rivera, el líder del partido liberal Ciudadanos, asemejando a los secesionistas catalanes con el entorno juvenil violento de la organización separatista vasca ETA, que ya no está activo.  Un día después, Rivera rectificó su comparación aclarando que cometió un error al afirmar que se habían quemado autobuses porque se había hecho eco de una noticia publicada por Crónica Global, un medio digital catalán conocido por su postura crítica contra el independentismo que amplificó la noticia. 

Entre otras acciones, los anticapitalistas salieron por la noche a pinchar las ruedas de bicicletas de alquiler para turistas, un fructífero negocio que proliferó en los últimos años en Barcelona. Además, aparecieron nuevas pintadas con lemas como “Tourist Go Home” (Turistas vayan a casa) en el céntrico barrio Gótico, abarrotado de visitantes en estos días de verano, o “Stop Hotels” (Paren los hoteles), en Poblenou, una antigua zona industrial de moda en la que los vecinos están sufriendo una fuerte presión inmobiliaria. 

La campaña de los jóvenes radicales se enmarca en un conflicto que se viene agravando en los últimos años, con numerosos grupos y plataformas sociales en pie de guerra contra lo que consideran un modelo turístico depredador, que a su criterio está destruyendo los barrios y la convivencia en Barcelona. De hecho, el grupo independentista ya había realizado acciones reivindicativas en otras zonas del territorio lingüístico catalán (Países Catalanes), como Palma de Mallorca, donde el 22 de julio irrumpieron con bengalas en la terraza exterior de un restaurante, o en Valencia, con la ocupación simbólica en junio de un departamento turístico.

Sin embargo, lo que ocurrió en Barcelona saltó a las primeras planas de los diarios en el actual contexto de escalada de la tensión política por el conflicto secesionista, ante el referéndum unilateral del 1 de octubre. El ataque al bus de turistas fue condenado por todos los grupos políticos menos la CUP, que lo justificó, mientras sus socios del gobierno catalán reprocharon los actos vandálicos, que desvincularon del clima general de paz con el que se está llevando adelante el proceso de secesión.