A su llegada a la institución, algo sobre la presencia del cuerpo de las personas autistas no puede dejar de ser notado por el joven clínico: algunos están desvestidos, otros corren, otros inclusive gimen echados a ras del suelo... Si bien estos pacientes tienen la reputación de no usar mucho el lenguaje, sí dan testimonio de cómo las palabras marcan sus cuerpos.

Los autistas se las ven con lo real de un cuerpo que los desborda y que adquiere las características de un goce autoerótico imperioso: es entonces la boca la que se muerde a sí misma, los dedos que se tocan entre ellos, el oído que se escucha... Aquí, el cuerpo se goza y se presenta como un hay.

El autista nos enseña así de manera paradigmática lo que es tener un cuerpo. Jacques-Alain Miller hace del autismo el “estado nativo del sujeto”, para acercarlo al parlêtre. De hecho, después de “HayUno” y el “no hay relación sexual”, agrega “una tercera fórmula: hay el cuerpo. Es preciso que el Seminario Aún [Encore] se escuche en-cuerpo [En-corps]. En este nivel quedan por pensar los dos [...] que no son los dos sexos, sino el Uno y el cuerpo. El cuerpo aparece allí como el Otro del significante, [es decir] el Otro del cuerpo y su goce. Una vez que el discurso se limpia de la relación sexual, lo que se desnuda en lo real es la conjunción del Uno y el cuerpo.”

¿Cuál sería la especificidad del autismo frente a esta conjunción? El S1, en el autismo, no lograría dejar una marca, surco, letra en el cuerpo, que escriba el goce. Éric Laurent habla así de “forclusión del agujero”. J.-A. Miller lo reduce a una “forclusión del S1” dando lugar a “su metamorfosis multiplicativa en un enjambre. Arriesguemos este matema S1, S1, S1, S1,... La consecuencia de esta forclusión es una pura iteración: el significante se repite indefinidamente sin encontrar una marca dónde alojarse y se comporta como un eco en una pared sin relieve como lo enseñan los casos presentados en el último encuentro sobre “Clínica y política del autismo”.

Los autistas nos enseñan entonces la gran variedad de sus conocimientos utilizando un “interés específico”, siempre original. Finalmente, el trabajo del clínico consiste esencialmente en seguir a cada uno de ellos en esta invención que hace función de letra no dialectizable, fuera-de-sentido, para hacer borde al goce autoerótico. Ella nombra los efectos indecibles de la perplejidad y la angustia, y apunta así a la lalengua del cuerpo vivo -más allá, pero no sin el significante.

 

*2023-01-07. Referencias en el sitio Psicoanálisis Lacaniano.