Hace tan sólo unas semanas Julian Assange, fundador de WikiLeaks, cumplía su cuarto año en una prisión de máxima seguridad en Reino Unido. Sobre él pende una orden de extradición a EEUU, donde el periodista sería juzgado por 18 delitos relacionados con conspiración para la intrusión informática y revelación de documentos clasificados.
A la espera de que el Tribunal Supremo de Reino Unido acepte o rechace el recurso presentado por la defensa, los familiares de Assange ultiman los contactos con líderes políticos y organizaciones de defensa de los derechos humanos para impedir la extradición.
Stella Moris, abogada, activista por la libertad de prensa y esposa de Assange, considera que el caso de su marido es una persecución política y reclama a Europa que cumpla con sus estándares de derechos humanos. Público habla con ella en la víspera del estreno del documental ITHAKA (Ben Lawrence, 2021), que se ha estrenado en el festival DocsValència y que explora la faceta más íntima del entorno del periodista y su lucha por lograr la libertad.
-¿Qué los llevó a filmar el documental 'ITHAKA'?
-Queríamos mostrar un lado diferente de esta historia. El documental es muy íntimo y crudo. Es la historia de Assange, pero también la de su familia, la de quienes estamos sufriendo las consecuencias del enorme abuso de poder que están ejerciendo los estados involucrados. Abrimos las puertas de nuestras vidas, de nuestro día a día y dejamos que la cámara grabe cuando nos entrevistaban, cuando íbamos a la Corte, cuando hablamos con Julian, etc.
El caso de Assange ha sido muy tergiversado política y legalmente, y Julian, como ser humano, se ha perdido por completo en la historia. De hecho, ha sido muy desprestigiado con historias falsas sobre su carácter. En el documental también se muestra la construcción y la progresión del movimiento por la liberación de Assange desde 2019, cuando empezamos a filmar, hasta 2021. Se puede ver cómo la covid-19 afectó a nuestra capacidad para visitarle y hacer campaña. Actualmente la situación es diferente, la campaña es más fuerte.
-¿En qué situación se encuentra actualmente Assange? ¿Cuáles serán los siguientes pasos?
-En septiembre Assange presentó una solicitud para apelar la decisión del Tribunal Supremo inglés de extraditarlo. Yo hablé contra la decisión de Priti Patel, entonces ministra del Interior británica, de aceptar la extradición de Assange. Estamos a la espera de que el Tribunal Supremo nos diga si atenderá el recurso. Esto lleva su tiempo, no es automático.
-¿Qué posibilidad hay de que Assange sea finalmente extraditado a EEUU?
-Jurídicamente hablando, es más probable que nunca Assange sea extraditado a los Estados Unidos. Sin embargo, este es un caso político y políticamente la situación ha mejorado considerablemente. Ahora tenemos apoyos con los que no contábamos anteriormente. Por ejemplo, el primer ministro australiano, Anthony Albanese, ha dicho en varias ocasiones que está buscando una solución con Estados Unidos para que Julian Assange vuelva a casa. En un caso político, tener el apoyo de tu propio gobierno es muy importante. Sin eso, no tienes nada.
El 3 de mayo se celebró el Día Mundial de la Libertad de Prensa y el caso de Assange fue recurrentemente nombrado. La Casa Blanca y el Departamento de Estado fueron específicamente preguntados sobre el caso de Assange durante su rueda de prensa diaria. Obviamente respondieron con evasivas porque su posición es insostenible.
También la UNESCO tuvo una gran reunión el 2 de mayo y el caso de Assange fue mencionado en tres ocasiones. Todo esto significa que el caso no va a ser olvidado. Todo lo contrario, cada vez hay más conciencia y más demandas para su liberación.
He estado viajando en las últimas semanas y he visitado Alemania y Noruega, donde me he reunido con el jefe del Departamento de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán y el ministro de Asuntos Exteriores noruego. Estos países reconocen que se trata de un caso político, así que hay cierta conciencia sobre el tema.
-¿Qué otros países y líderes políticos han declarado oficialmente su apoyo a Assange?
En términos de gobiernos, nos han apoyado México, Brasil, Argentina, Colombia y algunos otros países de América Latina. También Australia y China. Claudia Roth, ministra de Estado de Cultura y Medios de Comunicación alemana se reunió conmigo y dijo que la liberación de Assange sería buena para la libertad de prensa, así que cuento eso como apoyo alemán.
-¿Qué respuesta han tenido por parte del gobierno español?
A nivel institucional, el gobierno español no se ha pronunciado. Me he reunido con varios ministros y estuve en una ceremonia de entrega de premios en noviembre en la que Assange recibió un premio. Varios ministros estaban presentes y me reuní con ellos, les estreché la mano, etcétera.
Creo que hay simpatía y cierta comprensión a nivel profesional con Assange. Pero esto ocurre en la mayoría de los países. Cuando la gente lee e investiga un poco sobre el tema, se da cuenta de la enorme injusticia que se está cometiendo.
-Desde que Ecuador retirara el asilo diplomático a Assange, ¿qué reacciones han tenido las instituciones europeas ante el caso?
A nivel parlamentario suele haber apoyo, aunque también mucha ignorancia. Hay mucha gente que confunde a Julian Assange con un denunciante (whistleblower). Pero este no es el caso. Assange es un editor y está siendo procesado como editor, no como fuente. Hay una diferencia importante y a nivel institucional mucha gente no conoce los elementos básicos del caso.
Sin duda, creo que el mayor fracaso se ha producido a nivel de la Unión Europea. Es interesante además el contraste entre la UE y la Comisión Europea. El Consejo de Europa ha llevado a cabo varias resoluciones, su comisario de Derechos Humanos ha hecho declaraciones, así como su representante para la Libertad de los Medios de Comunicación.
Por otro lado, el Parlamento Europeo preseleccionó a Julian Assange para los Premios Sájarov a la Libertad de Conciencia el año pasado. Quedó finalista junto a La Comisión de la Verdad de Colombia y el Pueblo Ucraniano, representado por el presidente Zelenski, que finalmente ganó. Creo que preseleccionar a Julian para estos premios fue un paso muy significativo por parte del Parlamento.
Pero este apoyo político no se traduce a nivel de la Comisión. Cuando estuve allí les dije: "Tienen el mandato del Parlamento de decir algo sobre este caso". Creo que la Comisión podría hacer más. La UE no ha asumido el liderazgo moral en este asunto.
-¿Por qué cree que no se está trasladando el apoyo del Parlamento a la Comisión?
Bueno, creo que en parte es por la ignorancia que existe sobre el caso y por otro lado por las implicaciones que tiene para la Unión Europea. El caso contra Julian Assange es un ataque a la soberanía de Europa. Julian vino a Europa porque era un lugar seguro para publicar y porque la Unión Europea tenía ciertas salvaguardias sobre la libertad de prensa, las detenciones arbitrarias y todo ese tipo de cosas. Pero fallaron y continúan fallando. Assange estaba ejerciendo sus derechos en Europa y ahora está en prisión. De acuerdo con las leyes europeas, no ha cometido ningún delito.
Es como si las leyes de EEUU se aplicaran en Europa. Esto es completamente intolerable y Europa debería tener algo que decir al respecto. Porque no se trata sólo de que lo haga Estados Unidos, sino de los principios europeos. Si permites que las limitaciones a la libertad de prensa de Estados Unidos se apliquen en Alemania, España o Francia, entonces cualquier país puede hacer lo mismo. Al final, los periodistas europeos no tendrán derechos.
Este no es un conflicto entre Reino Unido y los Estados Unidos, sino un tema europeo. Assange ha publicado desde Europa en colaboración con otros periódicos europeos como El País. Entre los cargos de los que se le acusa en EEUU, no hay forma de distinguir a Julian Assange del editor de El País o de la gente que está escribiendo historias basadas en la información de WikiLeaks. Todas las organizaciones de libertad de prensa y derechos humanos expertas en este caso son muy claras: no existe la ambivalencia. El hecho de que Europa no esté en la misma posición que las organizaciones de derechos humanos y de libertad de prensa es muy problemático, porque reduce su prestigio y credibilidad.
El periodista español Pablo González lleva un año encarcelado en Polonia, acusado de ser espía ruso. ¿Ve paralelismos con el caso de Assange?
He leído un poco sobre el tema y lo que está claro es que los periodistas tienen cada vez una posición más frágil a la hora de informar desde la guerra o en relación a ella. En este sentido, creo que el caso de Assange ha normalizado claramente el encarcelamiento de periodistas.
Si la revelación de informaciones tan importantes sobre las guerras de Irak y Afganistán como las torturas, escuadrones de asesinos, crímenes de guerra, asesinatos de periodistas por militares estadounidenses, como las que reveló Assange, pueden llevarte a la cárcel, entonces la libertad de prensa no es real.
Si el caso sigue adelante, quedará muy claro que existe un nuevo estándar, una nueva normalidad en la que cualquier país puede encarcelar a periodistas. Lo más importante que puede hacer EEUU para proteger a los periodistas de las detenciones arbitrarias sería poner en libertad a Julian Assange porque él es el punto de referencia para que países de todo el mundo encarcelen a periodistas.
-¿Qué consecuencias podría tener la extradición de Assange?
Yo creo que ya estamos viendo las consecuencias. En el momento de su detención se constató que EEUU quería encerrarlo en prisión. Algunas personas dudaban que esto pudiera pasar, porque teníamos algunas protecciones y apoyos, y pensaron que nunca nadie se atrevería a algo así.
También es interesante el impacto que está teniendo el caso en periódicos de relevancia nacional. En noviembre El País, The Spiegel, The Guardian, New York Times y Le Monde hicieron una declaración conjunta pidiendo a EEUU que abandonara el caso. The Washington Post ha solicitado lo mismo. Para ellos la situación es especialmente embarazosa porque no se portaron muy bien con Julian. Aún así están hablando del caso porque saben que este ya está teniendo un efecto amedrentador y no están publicando todo lo que podrían publicar.
Está muy claro que ese va a ser el efecto en el futuro. De hecho, Assange está en la cárcel para que se genere ese efecto disuasivo. Si es extraditado las consecuencias serán aún peores. Es básicamente el fin de la democracia. Mientras él esté aquí, hay una posibilidad de que los tribunales del Reino Unido detengan esta injusticia. Pero si es extraditado, entonces todo se convierte en una farsa total.
Los EEUU de Mike Pompeo (secretario de Estado de EEUU durante la administración Trump) planearon su secuestro y asesinato. En cualquier sistema judicial funcional es obvio que esto no debería pasar. Julian Assange lleva en la cárcel casi media década. ¿Qué tipo de mensaje se envía?
-A nivel familiar, ¿cómo ven la posibilidad de la extradición?
Visitamos a Julian una o dos veces por semana en la cárcel durante aproximadamente una hora y media. Los niños nunca han conocido a su padre fuera de la cárcel. Cada día luchamos en dos frentes, pero también cada vez encontramos más aliados. No es una lucha desalentadora porque tenemos, Julian tiene, un gran apoyo en todo el mundo. Hay protestas desde Sri Lanka hasta Afganistán. La gente se está movilizando para hacer algo.
Varios candidatos presidenciales del Partido Demócrata, como Marianne Williamson y Bobby Kennedy Jr, han dicho que Assange debería ser liberado. Este caso no va a desaparecer, va a crecer hasta que Assange salga de prisión. La realidad, un hombre encerrado en prisión indefinidamente por publicar información verdadera, vence a la propaganda.
Público, especial para PáginaI12