Es su tercera vez en Argentina y dice de los fans de nuestro país aquello que se le escucha a muchas estrellas de rock: son únicos. En su manera de demostrar afecto y entrar en confianza enseguida, lxs argentinxs no se parecen a ningún público que Benjamin Lacombe haya conocido en su carrera (larga no por años sino por intensidad de trabajo). Junto a su dupla creativa, el también francés Sébastien Perez, firmaron en el stand de Edelvives de la Feria del Libro por sus dos novedades: la versión de La sirenita que incluye cartas y manuscritos del autor danés más el libro escrito por Pérez, Las Hadas (universo que Lacombe también visitó en El herbario de las hadas).
Hadas, brujas, Sirenita, hay una circulación muy interesante en este último tiempo de estos seres fantásticos que venís trabajando en tu obra...
--Es cierto, corresponde a un clima de época pero yo hace veinte años que estoy hablando estos mismos temas. En 2008 escribimos Genealogía de una bruja, con una sororidad que traspasa el tiempo, donde hablamos de mujeres poderosas que fueron perseguidas, mujeres muy inteligentes, brujas de cuentos tradicionales. Es cierto que cada autor está de alguna manera inmerso en su época pero esto está en mi ADN: nací en una familia matriarcal, soy feminista desde siempre.
Claro, pero esos estereotipos subsisten.
--Claro pero creo que lo importante es dejar de lado el etnocentrismo: una bruja en África no es lo mismo que una bruja para Europa, allí es casi una chamana. Una bruja para los celtas es alguien que tiene un saber que le permite curar. La bruja ganchuda con el gato negro que debe ser quemada es una idea muy europea y hay que poder salirse de ese estereotipo. Ahora bien, hay algo que todas ellas tienen en común y es que ninguna tiene marido: son independientes.
¡Es que son inteligentes!
--Bueno, no todas. Hay brujas que son estúpidas también. Pero son solas, eso es verdad. En estas "Enciclopedias de seres maravillosos" (así se llama la colección) de Edelvives están las hadas, las brujas, pero la idea es que son un espejo de las problemáticas de la sociedad. La bruja siempre está asociada al feminismo. Las hadas nos aportan esta idea de la relación que tenemos con la naturaleza. Y no es que porque sos bruja estás sola, sino que hay mujeres independientes y por eso se las llama brujas.
¿Cómo nació tu interés por La sirenita y cómo es que descubriste aquella relación de Andersen con su amigo?
--Este cuento a mí me atrajo siempre, desde muy pequeño. Tal vez en ese momento no sabía por qué pero sentía esa atracción, y después de mas grande ya quise trabajar directamente con él. Lo que yo observo en esta historia es la idea de ir hacia otro mundo, por supuesto es un sacrificio que ella hace por amor pero mas allá de eso está esta idea de que ella no estaba en su lugar. Y esto de arriesgar todo para lanzarse a otro mundo me atrae especialmente y siento que se puede aplicar a muchos dolores de la vida. A su vez estuve leyendo a una investigadora de Harvard especialista en estudios de género; y el traductor Jean-Baptiste Coursaud que trabajó con el texto original que había sido tachado por Andersen, las cartas y todo aquello que alimentó esta versión que hicimos.
Hay varios estudiosos que hablan de la sexualidad de Andersen, están quienes dicen que era asexual, otros dicen que era un homosexual no asumido pero pienso que en su obra se traslada esta inquietud por la sexualidad. ¿Es así?
--Voluntariamente o no, no se ha profundizado en las cartas y tanto ese material como aquello que aparece tachado es muy interesante en esta dirección que mencionás. Lo que incluimos en el libro es la primera vez que se traduce al francés y al español: son cuatrocientas cartas escritas a Eduard Collin, que era su amigo/amor. Y hay dos cartas a la hermana de Eduard (una está en el libro) pero que tampoco jamás se habían traducido. Hay también un final diferente al conocido, y lo que se tacha es lo más importante. Se lo dice Andersen a un crítico de la época, Ingeman, y él se autocensura al tachar ese final: una sirenita con piernas vestida de varón. Huye con el príncipe y se van a cabalgar. Y la sirenita es quien clava una daga en la garganta de un tigre que aparece, y lo mata para defenderse. Ese es el final del manuscrito original. Hay partes tachadas pero se leen (por supuesto que están en danés).
La polémica sobre La sirenita de Disney, ¿qué te pareció?
--No entiendo la polémica. ¿Alguien vio una sirena para afirmar que su piel es blanca? Es una estupidez pero es cierto que hubo gente muy enojada. Hay algo que puede ser terrorífico de la actualidad: tenemos un mundo que avanza pero tenemos una derecha muy recalcitrante que cada vez logra más cosas, como sucedió en Estados Unidos y casi sucede en España con el cuestionamiento a las leyes de aborto. En un momento en el que hay más derechos, hay países que se ponen cada vez más peligrosos para las poblaciones lgbt como es el caso de Rusia, Marruecos, países que hace diez años eran más seguros que ahora. Nosotros el año pasado no pudimos venir pero sacamos un libro que se llama La mejor mamá del mundo, donde aparece esta idea de maternidad “natural” que se tiene todavía tan presente. En Francia, antes de la ley de matrimonio igualitario, aparecieron voces terroríficas que decían que dos hombres juntos o dos mujeres juntas criando no era “natural”, entonces fuimos a la naturaleza y encontramos mil y una maneras de maternar. Desde el pingüino macho que es quien lleva el huevo a los caballitos de mar embarazados pasando por las elefantas que tienen un matriarcado y las mamas cucú, que ponen sus huevos en nidos ajenos y después los abandonan… Y hay muchos ejemplos más.
¿Cómo crees que se está transformando el concepto de belleza?
--A mí me dicen que soy un ilustrador sombrío, oscuro, al estilo Burton, y a mí me gusta la belleza de lo extraño. Mi versión de La sirenita es híper colorida pero su ambigüedad, su búsqueda de un cuerpo distinto es lo que para mí la hace especialmente bella.