Encontrar en diálogo a Frida Kahlo, Simone de Beauvoir y Eva Perón, sigue imbatible: siempre habrá qué pensar sobre lo hecho –por ellas– y lo que hoy pasa. Ser ellas, la obra que protagonizan Fabiana García Lago (Frida Kahlo), Anabel Cherubito (Simone de Beauvoir) y Ana Celentano (Eva Perón), conoce una nueva función en Rosario, hoy a las 21 en Centro Cultural Atlas (Mitre 645). “Venimos haciendo la obra desde hace varios años, y nació un poco para ser pensada como gira, fundamentalmente a partir de una idea de Anabel (Cherubito). Ya la tenemos muy encaminada, pero como suele decirse, el público se renueva”, señala Ana Celentano a Rosario/12.
-El público cambia y también el contexto; seguramente, la obra acusó recibo de ciertos hechos.
-Empezamos con la obra mucho antes de la ola feminista y desde ya que coincidíamos en el pensamiento, estábamos en esa sintonía. A partir de 2015, con Ni Una Menos y la pelea por el aborto, la obra tomó otra dimensión y sentimos que de alguna manera estábamos agregamos nuestro granito de arena en esa lucha; una lucha que, al mismo tiempo, transformó a la obra. Hubo textos que tuvimos que retocar, como cuando hablábamos del aborto clandestino, ya que aun cuando te problematicen y pongan barreras no vas más presa por un aborto. El contexto cambió y eso cambió el sentido de las cosas que decimos. La obra resistió también estos cambios, lo que habla de la dramaturgia sólida que tiene.
-¿Qué te pasa a vos con el personaje de Evita, habida cuenta del tiempo que hace la venís interpretando?
-Me pasan muchas cosas. Por un lado, la obra tiene un carácter histórico, a partir de los personajes escenificados; pero estos personajes no dejan de estar cuestionados. Yo no coincido en muchas cosas que cuestiona el personaje de Evita, pero sí en otras; al hacer la obra durante tantos años y al conocer mucho más al personaje histórico de Eva, así como sus representaciones a través del arte y el teatro, siento que la quiero más, que tengo un vínculo mucho más profundo, y comprendo las contradicciones que tuvo que sortear y vivir, como personaje histórico y como mujer. Me parece que a veces simplificamos y le pedimos mucho al pasado, porque nos cuesta entender el contexto de ese pasado, sobre todo en personajes tan revolucionarios y provenientes de sectores muy bajos de la población. Puede haber cosas que una piensa podrían haber sido de tal o cual manera, pero también hay que entender ese contexto histórico, y desde allí me siento muy cercana.
-Y llevar estas discusiones a los diferentes públicos, algo que el arte lo puede hacer mejor que nadie.
-En una época, cuando hacíamos gira por la provincia de Buenos Aires, realizábamos charlas y debates y no era lo mismo ir a un teatro del conurbano que a otro céntrico, el componente social era totalmente diferente, y veíamos que en ciertas partes de la obra el público del conurbano se reía en complicidad, mientras que en otros lugares había silencio. Además, durante las charlas, los tópicos iban por lugares diferentes. Es interesante esa posibilidad que tiene el teatro, porque me parece que esta obra ofrece una postura, una propuesta, para pensar y reflexionar sobre determinados temas. Y es muy interesante cuando sucede en un marco social, político o cultural, diferente al que tiene uno, porque es ahí donde se enriquece ese diálogo.
-¿Cómo es la relación entre ustedes tres, en virtud de tales caracterizaciones?
-Tenemos una relación personal hermosa, las tres somos amigas y nos tenemos muchísima confianza. Tuvimos la desgracia de que el director de la obra falleció hace un par de años, y de alguna manera lo relaciono con tu pregunta, porque la figura de Adrián Blanco como director fue la de alguien muy minucioso y atento, que cuidó mucho la forma poética de la obra. Su ausencia, de alguna manera puso en peligro la organicidad de la obra; por eso, cada vez que la vamos a hacer y nos sentamos a ensayar traemos a la memoria la voz de Adrián. En el escenario, por otro lado, hay un compromiso entre nosotras, y nos observamos. Al tener la obra tan transitada, tenemos también el oído afinado para cuando algo se desacomoda. Tenemos muy internalizado el ritmo y las sensaciones que tiene que producir, y nos acompañamos mucho en esto. Creo que hemos vivido muy armónicamente la ausencia del director, para que la obra no pierda esa organicidad.
-Y traer al presente la voz polémica de cada una de los personajes retratados.
-Es interesante poder acercase sin prejuicios a estos personajes, a estas mujeres tan importantes para la historia y para las mujeres, para traerlas acá y compartir con ellas un pedacito de su historia. El obsequio más lindo por parte del público es cuando escuchamos decir que no se conocía tal o cual cosa del personaje, cuando se despierta una inquietud. Esa curiosidad es un regalo hermoso.