La cultura argentina se empecina en cuestionar aquella máxima que señala que ante un escenario de crisis uno de los primeros consumos que se retraen es el del entretenimiento. Basta ver los niveles de consumo cultural que se dieron en el primer cuatrimestre de este 2023 para corroborarlo: el teatro y el cine en la Ciudad de Buenos Aires están atravesando una temporada fabulosa, que no se condice con los pesares de una economía de bolsillos cada vez más flacos para buena parte de la población. Las cifras de venta de entradas en el teatro y el cine en el primer cuatrimestre son elocuentes: mientras la actividad teatral duplicó los espectadores respecto del mismo período del año pasado, en las salas cinematográficas la demanda se incrementó en más de un 50 por ciento. A este escenario hay que sumarle lo que ocurre con los shows internacionales: Luis Miguel se aseguró en pocas horas nueve Movistar Arena y Roger Waters agotó en minutos la preventa para su concierto en noviembre en el estadio de River y ya anunció una segunda fecha.
La pandemia quedó definitivamente atrás. Al menos en lo que refiere a la actividad cultural porteña, donde buena parte de los argentinos volvieron a recuperar el hábito que el coronavirus había puesto en impasse: adentrarse en una sala de teatro o de cine para disfrutar de la experiencia colectiva de disfrutar de una obra o de una película. Producto de la necesidad de compartir que se produjo en la pos pandemia, la enorme y variada cantidad de propuestas teatrales, el ánimo renovado que invade haber ganado la tercera estrella en Qatar y/o la inflación que hace que los y las privilegiadas que puedan tener un ahorro lo inviertan en consumo inmediato, la actividad cultural en la Ciudad de Buenos Aires está alcanzado cifras récords.
El teatro porteño tuvo un primer cuatrimestre histórico: entre enero y abril, la voluminosa y heterogénea cartelera vendió 923.304 entradas, según los datos relevados por la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (Aadet). Hay que comparar esa casi millonaria cifra de espectadores con la del 2022 para tener dimensión de lo que se vive en el teatro porteño: la afluencia del público al teatro en los primeros cuatro meses del 2023 representa un 94,4 por ciento más que el que concurrió a las salas el año pasado en el mismo período, cuando se cortaron 474.584 tickets.
Ese salto gigantesco en la venta de entradas en el primer cuatrimestre de 2023 que evidenció la actividad teatral de la Ciudad no solo es con respecto al 2022. Al desglosar la evolución de la actividad en los últimos años, el de 2023 es una de la mejores temporadas en mucho tiempo, superando incluso a los números de la pre pandemia: en 2019, el último año antes del cierre de las salas de teatro por el coronavirus, se habían vendido 465.355 entradas, un 98,4 por ciento menos que la que se alcanzaron en esta temporada.
La diversidad de la cartelera porteña es una de las razones que explican semejante auge. La adaptación teatral de la popular serie televisiva Casados con hijos, con Guillermo Francella y Florencia Peña, fue el motor fuera de borda en este crecimiento, con dos meses a sala llena en el teatro Gran Rex. La comedia Inmaduros, con Adrián Suar y Diego Peretti, pese a haberse estrenado en 2022 en el teatro El nacional siempre se ubicó en el podio de localidades vendidas. La hermosa versión de Piaf en el Teatro Liceo, con una actuación sobresaliente de Elena Roger, es otro de los éxitos de la temporada (aún en cartel). La incorporación de Tootsie, la comedia musical protagonizada por Nicolás Vázquez, impulsó la Avenida Corrientes en el último tiempo: desde su estreno en el Teatro Lola Membrives el 16 de marzo tuvo todas las funciones con localidades agotadas y encabeza la cartelera. A los clásicos como Brujas, Toc toc o Parque Lezama, se sumaron también propuestas como Votemos, Tom, Dick y Harry, o los nuevos espectáculos de Fuerza bruta y Martín Bossi, a las que el público acompaña también masivamente.
“La cartelera teatral de la Ciudad de Buenos Aires es sumamente rica en obras de calidad y temáticas diversas”, le subraya a Página/12 Carlos Rottemberg. “Definitivamente -agrega el productor- vivimos en dos Argentinas. Yo no vivo en Disneylandia y por lo tanto reconozco la gran porción de conciudadanos y conciudadanas que no pueden sostener este tipo de consumos a partir de no tener las necesidades básicas satisfechas. Por otro lado, hay un sector que sí está en situación de consumo. Ni hablemos de aquellos que están dolarizados en Argentina y todo le sale muy económico”.
El empresario teatral incorpora al análisis un aspecto económico distintivo que percibe en esta temporada, que tiene mucho más peso que en años anteriores: el de la masiva cantidad de turistas extranjeros que vienen al país y disfrutan del teatro argentino. “Creo que lo que termina de definir la actualidad de la actividad -confiesa Rottemberg- tiene que ver con que por primera vez me tuve que aprender las efemérides de países limítrofes. Hoy tengo que saber que (José Gervasio) Artigas nació un 19 de junio y que este año cae lunes y es un fin de semana largo en Uruguay. Lo digo porque los fines de semana largo de los países limítrofes cambian rotundamente la demanda de entradas teatrales. Hay mucho turista proveniente de Uruguay y Chile, y en menor medida de Paraguay y Bolivia. Dos detalles que lo corroboran: la cantidad de gente que camina con termos por la Avenida Corrientes es notoria y, además, en esos días aumenta la venta de entradas en efectivo, producto de que cambian su moneda con los arbolitos, y disminuye la venta con tarjeta de crédito”.
Un dato interesante que surge al ver la venta de entradas teatrales en perspectiva es la corroboración del daño que le hizo el gobierno de Mauricio Macri a la cultura. De hecho, la afluencia de espectadores cayó casi un 40 por ciento en los últimos años de su mandato: pasó de las 729.545 del primer cuatrimestre de 2017 a los 465.355 en su último año. El dato es contundente.
La cartelera cinematográfica tampoco se queda atrás del fenómeno. Aunque tras la pandemia la venta de entradas en las salas se recupera más lentamente que en el teatro, producto también de cómo está transformándose el consumo audiovisual con la incorporación de los servicios de streaming, el primer cuatrimestre de 2023 muestra cifras que convocan a la esperanza de quienes disfrutan de la experiencia colectiva de ver una película en pantalla grande y en compañía de otros. En los primeros cuatro meses del año, se vendieron en las salas de todo el país 12.595.000 entradas, mejorando en un 53 por ciento la cantidad de espectadores que hubo en el mismo período de 2022, cuando el público total en los cines alcanzó los 8.230.000. El film Super Mario Bros fue el más visto del año hasta ahora, con 2.363.542 entradas vendidas en las salas argentinas.
El aumento en la venta de tickets cinematográficos respecto de 2022, sin embargo, no alcanza para recuperar al público que iba a las salas antes de la pandemia. De hecho, en 2019 se vendieron en el primer cuatrimestre 13.717.244 entradas en los cines argentinos, una cifra aún superior a las 12.595.000 de este año. A diferencia del teatro, que esta temporada duplicó la afluencia del público que concurría en la pre pandemia, el cine en el país aún se ubica un 8,2 por ciento debajo de 2019. Claro que el desarrollo y masividad que alcanzaron la plataformas audiovisuales on line en ese tiempo es un factor relativamente nuevo con el que la industria cinematográfica debe lidiar para que vuelvan los espectadores perdidos.