Con apenas un puñado de temas y un nombre puesto a último momento, Piba inició su carrera musical en La Confitería, venue que en la postpandemia ya no existe. Parece que ese momento fue hace varias vidas, quizás dos siglos atrás, pero no pasaron ni seis años. La formación fue mutando hasta que se estabilizó: hoy Macarena Merlo (voz principal y guitarra), Margarita Ruben (voz y guitarra), Estefanía Rey Quintana (bajo y coros) y Martina Boixader (batería) tienen un presente lleno de canciones y un show prometedor. Este sábado 13/5 llegarán al Salón Pueyrredón, meca del punk en Buenos Aires, presentar su segundo disco, Pánico y distorsión.

Grunge, punk y garage rock son las claves al escuchar los temas de Piba, con el universo alternativo de los '90 como influencia: Nirvana, claro, The Vines, Pixies, Sonic Youth. También los Ramones, el hard rock y el metal. Su primer EP se llamó Nunca fui tu friend, salió en 2018 y lo produjo Barbi Recanati: "Después de La Confitería tocamos dos veces los meses siguientes y en febrero de 2018 nos escribe Barbi por Instagram, diciéndonos que estaba armando un proyecto, que terminaría siendo Goza Records. Nos invitó a charlar y nos propuso grabar con su producción y el estudio gratis. Aceptamos aunque estábamos un poco shockeadas, porque fue de la nada, y teníamos cero experiencia en la música y la vida. Yo tenía seis demos grabados, los escuchó, le gustaron y arrancamos. Fuimos la primera banda que grabó con ella para el proyecto".

Pasaron algunos shows y vino la pandemia. Todo se desconfiguró. "Teníamos el año planificado, íbamos a presentar un EP con algunos temas de Pánico y distorsión. Fuimos sacando singles, se nos desorganizó todo. Habíamos sacado cinco temas, que tenían un concepto, una unidad. Después de la pandemia, compuse tres temas más y los juntamos y quedó este disco, con la misma producción todo obviamente, por eso suena tan homogéneo."

2020 es uno de los temas que más da cuenta de esa época: "El cielo sigue gris como ayer/ las horas estancadas no parecen saber/ que el mundo se frenó esa vez/ se perdió toda la magia que hubo alguna vez". Escapar, querer huir del presente, estar harta, vivir ansiedad y sentir desolación son alguna de las experiencias vitales que sirven de inspiración para las canciones de este disco.

En una de ellas participa Lula Bertoldi. Macarena había hecho el tema Nunca fui muy buena y había dejado un espacio para un solo. "Pensé que estaría rebueno que Lula lo grabara, pero no habíamos tenido contacto personalmente aunque había buena onda en redes sociales. Se me ocurrió escribirle y me contestó al toque que sí, tuvo muy buena predisposición. Arreglamos un día, fui a la casa y puso play cinco veces al tema: grabó cinco solos ahí y todos tremendos. A partir de eso elegimos el mejor. Ella como persona es súper humilde y copada."

Otra persona que las apoyó mucho fue su productor, Matías Luke. "Gran parte del sonido de nuestros discos es gracias a él", explica Margarita. Si bien la banda nació en 2017, participa del circuito de bandas emergentes que está explotando ahora. Comparten fecha con bandas de la nueva movida "postpunk" y su 2023 está dedicado a la gira que las llevará por el conurbano y también por otras ciudades del país.

--Se viene hablando sobre el revival del postpunk luego de la pandemia, ¿sienten que el público necesitaba otros sonidos?

Martina: Ya está quedando un poco viejo el boom de explosión que tuvo el sonido urbano, de hecho hubo muchos artistas de esa movida que empezaron a cambiarse hacia el rock, hicieron experimentos con la música punk, están tirando un poquito más hacia lo pesado. Creo que podría ser algo favorable, porque por algún motivo la rueda está volviendo al punk. Casualidad pura, también, ¿no? De repente está en un buen momento.

Macarena: Nosotras tampoco elegimos el rock porque está de moda o porque está volviendo, no tiene nada que ver con el contexto. Lo hacemos porque nos gusta y, yo al menos, no sé si podría hacer otra cosa. Siento que el rock es lo más genuino que me sale.

Martina: Sí, todas somos muy rockeras

Macarena: Siempre va a haber un mainstream de algo; o sea, justo se dio que en los últimos años fue más que nada el trap y el reggaetón. Pero, como dice Martu, está volviendo esa esencia más rockera.

--Empezaron antes de la pandemia pero se hermanan con la nueva movida postpunk que está explotando. ¿Cómo sienten los shows luego de 2020? ¿Más salvajes, en lo catártico?

Margarita: Sí, 100%. También hay una cuestión de que estuvimos tan alejados y ahora es como que queremos ese contacto, entonces hay muchos más pogos. Creemos que formamos parte de esa escena porque se dio en simultáneo, es verdad que somos una banda un poco más vieja, pero se hace el lugar también y compartimos fechas con un montón de esas bandas, que son amigas nuestras. Si comparo los shows de 2019 con los de hoy, independientemente de que uno va creciendo como banda y el público también va cambiando y va mutando, noto demasiado esa diferencia: realmente quieren ir a saltar y hacer pogo, les gusta el rock y quieren ir a escuchar eso. No es que en 2019 la gente no saltara, pero se nota un poco más esa descarga de energía ahora.

Estefanía: Yo no sé si hubo tanta diferencia en cuanto a manija, bailes, pogos, mosh y todo eso tan divertido. Lo que sí cambió en la escena es que se incorporó un montón de gente muy joven, que no necesariamente consume alcohol, por ejemplo, entonces los locales no entienden nada porque venden un montón de entradas y la gente toma agua después, son todos pibitos. La creatividad y la manija a flor de piel total, me parece que eso también abrió un canal de expresión a la gente que va a ver a las bandas. No solo está lookeado el que está arriba del escenario, están todos como en una y re viviéndola. Creo que tiene que ver con la edad, también.

Foto: Cecilia Salas

--¿Pensando en Cromañón, cómo se sienten con que el público quiera formar parte?

Margarita: Es un público que quiere formar parte, que se sube al escenario, se tira y hace un montón de cosas, pero siento que tienen otro grado de conciencia. Todos sabemos lo que pasó en Cromañón, no creo que nadie quiera repetir algo así. Por más que sea postpunk, se han subido al escenario en shows nuestros y nadie me ha roto un pedal o me ha agarrado la guitarra y la ha tirado. Es salvaje, pero no violento. Se hace desde el lado de divertirse y de descargar, y no tanto desde la actitud de "romper todo y prender fuego el lugar".

Estefanía: Siempre estuvo la actitud del público interviniendo en shows hardcore o punk, la gente subiéndose, haciendo mosh. En un momento, y tal vez con cierto género más específico musical, que tiene que ver con el rock and roll, la escena del aguante, de los trapos, el agite y la bengala se fue cebando a sí misma. Ni siquiera sé si las nuevas generaciones tienen tan consciente lo que pasó en Cromañón porque nosotras lo vimos muy ahí, yo fui la semana anterior, estuve viendo una banda. Me podría haber pasado a mí. No sé si ellos llegan a tener esa dimensión, así como nosotras no tenemos la de la Dictadura, por ejemplo. Creo que de todas maneras hoy la organización, los lugares y las propias bandas también nos cuidamos entre todos.

Macarena: Sobre esto del público que quiere ser parte del show, a nosotras también nos gusta también ser parte del público. Siempre que tengo la oportunidad de bajar lo hago. Hemos tocado algunas veces con micrófono inalámbrico y nos re divertimos, ellos también. Se da esa conexión con el público, está buenísima.

Margarita: Es otra experiencia energética.

--Preguntar si es complicado ser piba en el mundo de la música ya es cansador y cliché, pero justo ustedes se llaman Piba y el nombre tiene mucha carga… ¿Cómo lo llevan?

Margarita: Siempre es complejo ser piba. Desde que nacés, creo, en mi opinión se siente una energía que va cambiando un poco. No siento lo mismo que en 2018, hay una cuestión como de respeto, no quiero decir inclusión. El nuevo movimiento que se está generando de postpunk, entre pibes y pibas más jóvenes, tienen la cabeza menos cuadrada que como solía pasar hace muchos años. No se ve tanto esa diferenciación, antes que era como "ah, es una es una piba, no sé si sabe tocar". Y siento que se da más genuinamente: si me llaman a tocar en algún lado, o a mi proyecto, ya no sé si va a ser por conveniencia o por cupo en esta nueva era, si no porque lo que hacés está bueno.

Macarena: Igual siento que estamos hablando todavía de algo chico. Es verdad: se ve, se siente y es súper orgánico, pero en esta escena postpunk. No sé si en festivales grandes estamos en ese nivel.

Martina: Hay generaciones anteriores que siguen escuchando música y opinando. O sonidistas de la vieja escuela, como me pasó hace poco, que tenía un problema y me decía "tenés mal seguramente la conexión de la Roland" y no, estaba perfecta, no me quería dar la razón, no confiaba en mi criterio. Tres veces le tuve que decir.

Estefanía: Mientras los dueños de los locales, los que organizan los festivales, los que tienen los medios, los que tienen el poder, la comunicación y la curaduría de la escena más mainstream sean varones heterocis, que ya están hace muchos años en ese lugar, va a seguir siendo duro para nosotras. Es una competencia desleal, porque todavía necesitamos justificar ese lugar que estamos ocupando desde ya hace mucho tiempo. No nosotras, sino muchas otras que vinieron antes.


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