La muerte por explosión de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez , el 2 de agosto de 2018, también fue una explosión de injusticia.

Tuvo dos protagonistas. Uno puso la carga. Otra la detonó.

Quien puso la carga se llama Gabriel Sánchez Zinny. Hoy actúa como lobbyista en los Estados Unidos mientras teje relaciones de PRO.

Sandra y Rubén eran docentes de la escuela 49 de Moreno. Murieron preparando el desayuno para los chicos, muy temprano en una mañana fría. Sánchez Zinny ocupaba entonces el puesto de director de Cultura y Educación. Así se llama en la provincia de Buenos Aires el ministro. De él dependía directamente el Consejo Escolar de Moreno. En realidad es una instancia intermedia, pero Sánchez Zinny lo intervino para poner un hombre de su confianza. Designó a Sebastián Nassif. O sea que la responsabilidad primaria de Sánchez Zinny en la fallas de infraestructura no solo es una responsabilidad primaria por su cargo. También lo es haber resuelto que ese cargo se encarnase en Nassif como prolongación directa de su brazo.

La que detonó la mecha se llama Gabriela Urrutia. Es la fiscal que desde el primer momento lleva el caso. Por decisión suya están en juicio seis personas, entre ellos Nassif y un gasista, pero quedó afuera de la investigación penal el mismísimo Sánchez Zinny.

Impertérrito, Sánchez Zinny siguió la misma táctica de su jefa de entonces, María Eugenia Vidal: indiferencia ante las muertes, una actitud que los familiares de Sandra y Rubén, cuando se ponen elegantes, definen como “falta de la más mínima empatía”, y avanti con su carrera. Aunque los gremios docentes porteños lo declararon persona no grata, Horacio Rodríguez Larreta lo premió con la dirección de la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa.

Página/12 reveló el 29 de julio de 2020 que Mauricio Macri quiso colocar a Sánchez Zinny como responsable de educación del Banco Interamericano de Desarrollo. Lo presidía entonces Mauricio Claver Carone. Es la misma persona que dos años antes fue uno de los gestores del megapréstamo del Fondo Monetario Internacional para que Macri ganase las elecciones de 2019 y la Argentina volviera al corset del que la había sacado Néstor Kirchner en 2005.

La Unión de Trabajadores de la Educación lo definió entonces como “un empresario dedicado a mercantilizar la formación docente a través de distintos negocios, como Kuepa, dedicada a vender capacitación virtual”. Según la UTE, Kuepa “usó la base de datos del Programa Adultos 2000, estatal, para competir con ese mismo programa, ofreciendo honorarios más flexibles y menos años de cursada”.

En los Estados Unidos la base de operaciones de Sánchez Zinny, y del PRO, es la firma Blue Star Strategies. BBS es una empresa de lobby en Washington y París al servicio de  corporaciones y gobiernos. La principal ejecutiva es Karen Tramontano, que entre 1997 y 2001 fue la subjefa de gabinete del presidente Bill Clinton. Dice su presentación en la web de BBS que atiende asuntos relacionados con el comercio internacional y tiene contactos firmes con el Banco Mundial y, vaya casualidad, el Fondo Monetario Internacional. Cuidado con Karen: es cinturón negro de Taekwondo.

¿Se encargará Blue Star de cabildear aquí en favor de Sánchez Zinny, o para la impunidad alcanza con la Justicia argentina?

Todos los años desde 2018, a las 8.06, la hora en que una explosión de gas mató a Sandra y Rubén, suenan las sirenas en la Escuela 49 y el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, el Suteba, recuerda dos cosas: la necesidad de obras para que las escuelas sean dignas y la responsabilidad directa de Sánchez Zinny. 

Gente tozuda los maestros.