Vinos y pizza

Lo de Gordo Chanta Pizza es un fenómeno de culto. La idea nació en pandemia, ocupando la terraza de La Favorita (un bar palermitano de los hermanos Juan José y Juan Carlos Ortiz). Allí, arrancaron haciendo las pizzas en un horno estándar, luego en uno de barro. “Nos fuimos especializando en pizzas no convencionales, conociendo de harinas, temperaturas y levados”, cuenta Juan Carlos. Con demanda creciente, en 2022 Gordo Chanta Pizza inauguró esquina propia en Juan Ramírez de Velasco y Darwin, un local pequeño pero con grandes ideas al frente.

Gordo Chanta sorprende primero por todo lo que rodea a la pizza: vinos en su mayoría orgánicos y naturales, de Mendoza a El Barreal pasando por Buenos Aires (el más económico arranca en los $5300) y una serie de piqueos y entradas de calidad y sabor: las anchoítas de Mar del Plata son firmes y sabrosas ($2400), hay escabeche de mejillones con hinojo ($2900) y babaganoush con granada ($1500); también un buen tartar de carne vacuna ($3000), langostinos a la parrilla ($3500) y cabutia con ndjua, tahini y sarraceno ($3000). Hace un mes ofrecían un aguachile de pez limón, plato demasiado ambicioso que no terminaba de funcionar.

Luego, sí, las pizzas, protagonistas de la casa ($3500): fermentación lenta, borde marcado, cocinadas 350ºC para lograr más piso. Los quesos son de productores reconocidos (Champs Élysées, El Abascay, Familia Green), los chacinados de Las Dinas y Pueblo Escondido, para la masa mezclan harinas. El resultado es excelente, con sabores juguetones: una pepperoni con miel picante; una de caqui con burrata; otra de brócoli, cebolla quemada, mozzarella y ají, entre más opciones. De postre hay una máquina de helado (al estilo de los fast foods) con gustos que rotan y toppings como garrapiñadas o caramelo ($850). Vermús, cervezas de Strange Brewing y cócteles cierran la propuesta.

Gordo Chanta Pizza es más que otra pizzería: es un lugar que entiende los tiempos que corren, con gran producto y mucha onda.

Gordo Chanta Pizza queda en Juan Ramírez de Velasco 1200. Horario de atención: Jueves a lunes de 18 al cierre (pizzas desde las 19). Instagram: @gordochantapizza.

Bello y moderno

Imponente la esquina que ocupa Boca de Toro en el microcentro porteño. Es parte del español Hotel Pulitzer pero con vidriera y puerta a propia a la calle (si bien en estos días, con Paraguay en obras, hay que pasar por el lobby del hotel). Ya desde afuera se ve el trabajo hecho por el diseñador también español Lázaro Rosa Violán, uno de los que más saben de interiorismo en el mundo, que armó lo que llaman “maximalismo neobarroco”: en este caso se traduce en infinitas mezclas de texturas, objetos de lujo junto a una biblioteca sobre la barra, sillones y sillas entelados muy cómodos, lámparas delicadas, ilustraciones en las paredes y muchos etcéteras.

A tono con las españolidades, la carta del Pulitzer la diseña un cocinero español de mucha currículum (Ismael Alonso), y que luego traduce en el día a día el chef argentino Agustín Monticelli con buena mano e inteligencia. Son platos inspirados en el país ibérico, pero cruzando océanos y tiempos. Hay croquetas de calamar en su tinta (dos unidades a $920), papas bravas ($2250), ensaladilla rusa con yema de huevo texturizada ($2100). Las mollejas glaseadas con un parmientier de papas trufadas son ricas e golosas ($4800) mientras que el salmorejo de remolacha y yogurt es fresco e intenso ($2900). Es una carta amplia, con un par de ensaladas, tartar de carne y de salmón, platos para cucharear (arroz de pollo y cerdo a $5900) y platos de cocina potentes: el canelón de rabo de toro es una especialidad de la casa ($4700), se recomienda la panceta con cremoso de coliflor y melón caipi ($6800) y hay un par de carnes fuertes como el ojo de bife con ñoquis de calabaza ($8900) o kilo de chuletón a $23100. Todo está muy bien hecho, aunque conviene pedir bien para evitar una secuencia de fondos de cocción que saturen el paladar. Vale la pena pedir cócteles (la barra es preciosa, los precios muy correctos) y hay botella de vino desde $4000 (Kilka).

Vale la pena ir a Boca de Toro: uno de esos lugares para sentirse fuera del mundo, al menos por un rato.

Boca de Toro queda en Paraguay 685. Horario de atención: lunes a sábados de 11 a 24. Reservas: 4316-0810. Instagram: @bocadetorobsas.

A la vera del río

Es imposible hablar de Garibaldi sin hablar de su vista, que no sólo lo define geográficamente, sino que también lo convierte en lo que es, su gran atracción. Garibaldi está al fondo de Puerto Norte, un alquiler de amarras en la Costanera, ahí nomás del aeropuerto Jorge Newbery. Un lugar al que solo se llega si se sabe dónde se está yendo. Al entrar, lo primero que aparece es el bar, con lujosa barra de coctelería; luego se pasa al salón principal, de paredes vidriadas, infinitas luces de filamentos, ventiladores de techo caribeños y, más que nada, antes que todo, el río: el ancho Río de la Plata que corree hasta donde la vista se pierde. El efecto sorpresa logra su cometido, es difícil no quedar obnubilado. De día el espacio es luminoso y diáfano; de noche, cálido y exuberante. Se suma un primer piso con incluso mejor vista; una terraza lateral también vidriada con techo corredizo; y una terraza bien atrás de todo, para pararse sobre el río con una copa en mano.

No es fácil definir la cocina que ofrece Garibaldi: una suerte de menú internacional con parrilla incluida. Lo mejor viene por las carnes, con entraña ($5500, todos los cortes salen con guarnición), un buen T-Bone (bife con lomo, $6700) o el asado banderita ($4900). Muchos optan por platos de cocina, con risotto de hongos ($3400), también fetuccini con ajo, tomate, olivas negras y castañas de cajú ($2400), un exitoso salmón grillado con vegetales braseados y puré de manzana ($5400) o la milanesa de bife de chorizo relleno de pastrón ($4100). Hay entradas para varios gustos, desde caracú en su hueso ($1200) hasta burrata con crudo y rúcula ($3100). Carta de vinos desde $4700 la botella, con ejemplos como la muy buena línea de Costa y Pampa a $7700.

No hay otro lugar como Garibaldi en la ciudad. Si a esa originalidad se le suman precios que, eligiendo, son amigables, no extraña el éxito que logró en sus tres años de vida. Viernes y sábados de noche, así como domingos de mediodía, la reserva es obligada. Una sorpresa oculta en el Río de la Plata.

Garibaldi queda en Av. Rafael Obligado 4899 (dentro de Puerto Norte, se puede entrar con el auto). Horario de atención: martes a domingos de 12 a 24:30. Instagram y reservas: @garibaldirestaurante.