El estreno de Misántropo ratifica la notoriedad del cine de Damián Szifron; y un dato no menor señala que uno de los pocos libros, sino el único, que aborda un estudio crítico sobre su obra se editó en Rosario. Se trata de un análisis magistral dedicado a Relatos Salvajes (2014), la película más vista en la historia del cine argentino. Con el título Puro Cine: Estudio crítico sobre Relatos Salvajes de Damián Szifron (CGEditorial, 2021; Colección Estación Cine #27), el docente y realizador Alberto Tricarico propone un recorrido exhaustivo sobre la película elegida por la mayoría del público argentino, suceso a la vez internacional y puerta de ingreso a Hollywood. En este sentido, el libro de Tricarico dilucida cuestiones reconocibles también en el nuevo film del director, oportunidad más que propicia para dialogar con el autor.

“Szifron tiene una tradición cinematográfica atrás, se nota que vio cine, se nota que es un apasionado, muy detallista, de una capacidad simbólica enorme. No es menor que llegue a mucho público y que guste, porque también eso amplía la posibilidad de seguir filmando, con lo duro que es ser exitoso haciendo cine en Argentina, y no haciendo cualquier cosa, sino con profundidad”, señala Alberto Tricarico a Rosario/12. “Soy docente, me la paso escribiendo y éste es mi cuarto libro (entre ellos, participó en Cinco Films Argentinos -Djaen, 2012-, junto a Ángel Faretta, Guillermo Jacubowicz, Sebastián Núñez y Fernando Regueira; y es autor de El Cine Argentino Clásico -ULP, 2013-) y ahora estoy preparando otro sobre (la serie) Los Simuladores, con Marcelo Vieguer, para la misma colección. Me pareció necesario hacer trascender lo que escribía sobre él, por el gran director que es, y porque lo tenemos y lo podemos entrevistar; no es poca cosa. Yo soy amante del cine clásico argentino y de muchos directores, pero Szifron está filmando ahora, su obra está en desarrollo”, continúa.

-Por lo que decís, en Szifron hay una cierta manera de hacer y pensar el cine acorde con lo que fue el cine clásico.

-Creo que tiene una fuente clásica, cuyo origen, así como el del mismo cine clásico argentino, está en Hollywood y en el cine de géneros. Un cine que aquí tuvo su desarrollo entre los años ’30 y ’60, pero que después se fue apagando por diferentes motivos. En Szifron hay como un retomar esa identidad clásica, al enlazarse con una tradición que tiene que ver con el género, con algo que ya se hizo y está probado, que tiene una forma de manifestarse como lenguaje, imprimiendo un sello absolutamente personal. Szifron es un autor, no copia simplemente recetas.

-Lo que nos lleva a Misántropo.

-Misántropo transcurre en Baltimore, con el FBI como centro, con el poder estatal y estadual de Estados Unidos, y Szifron da una mirada absolutamente crítica, suya, que se condice con gran coherencia con todo lo que hizo antes, desde sus series hasta sus películas. Y es una mirada argentina: en Misántropo están los frigoríficos, el basural. Szifron rellena a la película con su visión del mundo, con su mirada y argentinidad, y me parece algo extraordinario en todo sentido. Cuando muchos directores argentinos han ido a filmar afuera y se han tenido que amoldar demasiado a aquello que se les propone como forma de producción, Szifron en cambio hizo la película que quiso. Y eso se nota.

-El film, de hecho, replica cuestiones propias del género pero en beneficio de otras consideraciones.

-En Misántropo el mal no es el asesino, sino la sociedad de consumo, que nace, se gesta y se desarrolla, en ese lugar donde se está filmando la película. Szifron fue ahí, a Estados Unidos, a criticar; algo además muy coherente con toda su obra y crítica a la modernidad, de Los Simuladores a Relatos Salvajes. El personaje de Eleanor Falco (Shailene Woodley) parte de un lugar y termina en otro, hay una evolución, un crecimiento, que tiene que ver con una mirada; ella es muy observadora, mira detalles, que los podemos trasladar o reflejar en el espectador de cine, que puede o debería ver también esos detalles; algo que de alguna manera nos permitiría transformarnos también en lo que se transforma ella: de un personaje menor, convulsionada por sus problemas internos o íntimos, a ser lo que termina siendo en el epílogo. Se nos pide que nos identifiquemos con ella, su personaje se construye y evoluciona en función de lo que necesita más que de lo que desea, en función de su futuro más que de su pasado. Es una película que se experimenta mucho, y me hizo pensar en Hitchcock: la película se vive, es una experiencia pasar por el cine y estar esas dos horas, nos interpela.

-Por un lado, el vínculo entre ella y el asesino serial; por el otro, el que tiene con el detective del FBI (Ben Mendelsohn), como maestro y discípula.

-Él es el maestro que sabe que no puede terminar su obra y se sacrifica para que ella la siga, y se mete todo el tiempo en camisa de once varas porque ella lo va a continuar, porque tiene esa pureza, ese amor escondido. En Relatos Salvajes, luego de tanta violencia, al final triunfa el amor. Y eso sucede acá también. En un punto, ella empatiza con el asesino, pero puede ver las cosas desde el amor; no está en desacuerdo con las ideas del asesino. Lo que necesita es atravesar esa prueba para poder ocupar ese lugar al que estaba destinada.

-Hablaste de la capacidad simbólica de Szifron.

-El símbolo es aquello que se desprende de lo que estás viendo; a diferencia de la alegoría, que interrumpe lo que ves para decirte algo, como si fuera una adivinanza, un dato cultural que comprobar e interpretar. El símbolo es aquello que permite que aquel que no leyó nada en su vida, pueda seguir la película y arribar a ideas similares por su propia experiencia. Por ejemplo, en esta película todo lo que dije se puede primero experimentar, y cualquier persona se puede sentir interpelada. Como en esa escena en el shopping, que es monumental, porque allí nos vemos a nosotros mirando a un personaje que quiere ser libre, mientras los demás quieren ser esclavos, como también la policía o los gobernantes. A diferencia de ellos, el asesino quiere ser libre. Y es interesante que esto se plantee en términos simbólicos. Los símbolos aparecen cuando nos dan una mitad sutil, algo que se nos susurra para que le demos un sentido. La película no habla de sociedad de consumo, sino que yo lo digo, hay que construirlo. Los grandes autores del cine clásico, de cualquier nacionalidad, trabajan desde lo simbólico y tienen claro que lo hacen desde el género: hacen un film transparente, donde hay una primera historia para todos; y una segunda historia para el que quiera indagar más, para quien quiera vivir y entrar en la película.