Algo rarísimo ocurrió por esos días: una voz importante elogió, aunque sin nombrarlo, al desequilibrado ultraderechista Jair Bolsonaro, presidente de Brasil entre 2019 y 2022. Esta vez no se trató de un seguidor o aliado político, sino de Donald Trump, ex mandatario de Estados Unidos.
En un reportaje transmitido por la CNN, Trump elogió la política armamentista de Bolsonaro. Olvidó mencionar, desde luego, que el incentivo a las armas hizo aumentar sensiblemente el número de crímenes en Brasil, y que muchísimos fusiles adquiridos legalmente fueron desviados a pandillas del narcotráfico. Al revés: mintió al decir que la criminalidad había bajado.
Mientras duró la presidencia del ultraderechista, el número de armas adquiridas por la población se multiplicó por casi cinco. Habrá sido, en todo caso, el único motivo de alegría para Jair Bolsonaro. Porque todo lo demás indica de manera palpable que se aprieta el cerco, no solo sobre él, sino también sobre Carlos, uno de sus hijos y el más desequilibrado de todos. Es concejal en Río de Janeiro y pasa la mayor parte del tiempo en Brasilia, a más de mil kilómetros.
Semana pasada Bolsonaro vio cómo el teniente-coronel del Ejército, Mauro Cid, su ayudante de órdenes en la presidencia e íntimo amigo, fue detenido por fraguar el certificado de vacunación de su mujer, sus hijas y el mismo exmandatario y su hija de doce años. Otros asesores directos suyos también fueron llevados a la cárcel. Como consecuencia, la casa de Bolsonaro fue allanada, su celular aprehendido y logró salvar el pasaporte porque estaba en otra dirección. Es difícil creer que el expresidente no estuviese al tanto de que Mauro Cid hubiese falsificado su certificado de vacunación y el de hija, para ingresar y permanecer en EE.UU. donde se refugió luego de la derrota electoral.
La Policía Federal investigó al militar detenido y encontró transferencias que, sumadas, alcanzan al menos 90 mil dólares, realizadas a nombre de una de las amigas más cercanas de Michelle, esposa de Bolsonaro. No es la primera vez que depósitos misteriosos son direccionados hacia la ex primera dama o a su amiga.
El ultraderechista ya suma 16 acusaciones en el Supremo Tribunal Federal y el Tribunal Superior Electoral. Ahora tiene otra más. Para martes está previsto que el ultraderechista comparezca ante la Policía Federal para ser interrogado sobre el falso certificado. A esta altura, hasta su agrupación política, el Partido Liberal, considera que Bolsonaro será condenado por el Tribunal Superior Electoral y declarado imposibilitado de participar en elecciones por los próximos seis años.
Con uno de sus más íntimos colaboradores preso --el ex ministro de Justicia Anderson Torres pasó cuatro meses en la cárcel y fue liberado el pasado jueves con severas restricciones y uso de tobillera-- y con muchos amigos más en la misma situación, crece el temor de que alguno recurra a la “delación premiada”.
Tal figura jurídica permite que alguien detenido cuente lo que sabe a cambio de una reducción de la eventual condena o, según el caso, liberación. Si alguien cuenta la mitad de lo que sabe de Bolsonaro, éste estará liquidado. Y aunque nadie abra la boca, su destino será gris. De nada valdrán elogios de Donald Trump. Ni de nadie.