En la segunda jornada del juicio por el crimen de la docente Rosa Sulca declararon vecinos y vecinas de Villa Mitre. También se expuso el testimonio en circuito cerrado de televisión de una adolescente de 14 años, quien relató que la hermana de la joven acusada le había contado que ambas entraban a robar a la casa de la maestra. Además, esta testiga dijo que después del asesinato presenció una conversación en la que la imputada contaba que se había manchado el buzo con sangre porque peleó con una chica. 

La adolescente, que era amiga de la hermana menor de la imputada, relató que por comentarios de esa chica sabía que junto a S. iban a robar a la casa de la maestra que fue asesinada el 28 de abril de 2020. En otra ocasión su amiga le refirió que ellas, las hermanas y la madre, tenían problemas con la docente cuya casa le indicó al pasar por el frente. 

La testiga también contó que otra amiga suya que era ahijada de la maestra, le envío la foto de un celular y le preguntó si había visto a S. con ese móvil, porque la docente creía que se lo había robado. La adolescente recordó que le dijo que sí creía haberla visto a S. con el celular y que podía ser que lo hubiera robado, porque la hermana ya le había contado que entraban a sustraer las pertenencias de la maestra.

El 27 de abril de 2020, la niña dijo que vio a S. alrededor de las 20 con un chico, y que tenía una botellita de pegamento tipo poxi-ran. Durante la noche del 27 y la madrugada del 28 de abril, la testiga se había quedado a dormir en la casa de su amiga. Indicó que en la mañana del 28, salió a hacer compras con sumadre y ambas vieron a S. con un joven en bicicleta. Allí observó que él se quedó en la esquina mientras que S. se dirigió a su vivienda familiar.

La adolescente contó que dos días después, la hermana menor de S. le pidió que fuera a verla y en esas circunstancias escuchó a S. comentar que el día 28 tenía el buzo manchado con sangre porque se había peleado con una chica, que lo había envuelto y se lo entregó al joven que la había acompañado a su casa, Martín "Loro" Laime.

La testiga también contó que jóvenes del barrio, que habían estado consumiendo bebidas y drogas la noche anterior, le dijeron que no fuera más a la casa de S. porque estaría involucrada en el crimen de la maestra. 

Por otro lado, ayer también declaró la licenciada en trabajo social María Inés Gallegos Contó que cuando fue a realizar la entrevista en la casa de S. no pudo porque no había nadie y el domicilio estaba con consigna policial, porque hubo una agresión de vecinos a la vivienda.

Después entrevistó a S., quien le contó que tenía 17 años en el momento del asesinato dejó sus estudios secundarios en tercer año porque sufría bulling y trabajaba en la tarde y noche en una sanguchería. La adolescente convivía con la madre, el padrastro y su hermana menor. Tenía otras dos hermanas mayores, de 22 y 25 años, que ya se habían independizado y vivían aparte.

La imputada le dijo además que consumía sustancias tóxicas desde los 11 años: marihuana, pasta base, crack, rivotril y alplax, que adquiría con su grupo de amigos en el barrio y en un bar donde se juntaban para consumir.

Además, la adolescente tenía cortes en los brazos. Cuando la profesional le preguntó cómo se produjeron, le constestó que le gustaba cortarse, lo hacía con una hoja de afeitar y luego se ponía pegamento "gotita". También le indicó que tenía cortes en piernas y brazos.

Gallegos dijo que la chica le contó que su única pareja estable fue "Ezequiel Pablo Verón", de 18 años, a quien conocía desde hacía tres años, del colegio, y que convivían en la casa de los abuelos de él. Le habló de una "relación conflictiva" y que por ello se separaron, pero también de "afecto". La testiga también indicó que la chica le dijo que su novio consumía estupefacientes, que después dejó y que "él reclamaba" sobre el consumo de ella.

Por otro lado, la profesional expuso que al consultarle por Rosa Sulca S. le contó que su madre era amiga de la maestra pero se había peleado con ella. Le dijo que la docente le había mostrado un video a ella y sus hermanas, por lo que había una denuncia. "Por esa razón estarían distanciadas", dijo la profesional.

Gallegos precisó que S. también mencionó que antes le había robado dinero a Sulca, que su madre la obligó a pedirle perdón.  

En la jornada también declaró el cineasta Alejandro Arroz, quien contó que vivía en el barrio de la víctima y la conocía porque fue su alumna en talleres de cine.

Arroz relató que alrededor de las 2 o 3 de la mañana, se encontraba con su perra boxer en la puerta frente a la iglesia, y vio a una mujer caminando, sola, "bien vestida, con capucha", que se detuvo por temor a la perra y le preguntó si era mala. Después de eso la vio bajar por la cancha de Villa Mitre y doblar a la izquierda. Ese camino sería ya alejándose de la casa de Sulca.

Ante preguntas del fiscal Leandro Flores, el cineasta dijo que vio a la joven caminando sin dificultades y que hablaba bien. El testigo dijo que al día siguiente, al enterarse del crimen de Sulca, llamó al 911 para aportar que había visto a esta chica sola en la madrugada, circunstancia que le había llamado la atención.

Dijo que la policía le pidió que reconociera un audio con la voz femenina que dice "es mí tía, está alterada". El testigo explicó que en este tipo de audios siempre hay distorsiones propias de la grabación, y que el intercambio de palabras con la chica había sido muy corto, sin embargo, indicó que podría ser su voz. Después se enteró que ese audio era el de la llamada de Sulca al 911, cuando pidió auxilio y la joven S. le arrebató el teléfono y contestó que la tía estaba alterada y que tomaba pastillas.

También declararon dos jóvenes que estuvieron entre la noche del 27 y la primera hora de la madrugada del 28 con la acusada. Rogelio Reyes contó que compartió una juntada en su casa, con S. "horas antes de que hiciera eso", en referencia al crimen. Dijo que esa reunión fue el 27 alrededor de las 21 o 22, participaron 3 amigos y su hermana.

S. llegó como a las 21, invitada por los amigos, quienes la habían cruzado media hora antes cuando fueron a comprar bebidas. En la reunión hubo consumo de alcohol y estupefacientes. El testigo detalló que S. estaba alcoholizada y tenía una botella de poxiran, dijo que le pidió que dejara eso afuera. Cuando la juntada en este lugar terminó parte del grupo se fue a una barbería, después le contaron que S. estuvo hasta las 1 o 1.30 del día 28.

El dueño de la barbería, Gustavo Nahuel Gallardo, dijo que el día anterior al crimen se juntó con amigos en la casa de Reyes. Refirió que habían cruzado antes a la imputada cuando fueron a comprar bebidas alcohólicas y uno de sus amigos la invitó. Según esta declaración S. llegó a la reunión con su hermana, quien se retiró más temprano. 

Después se fueron con otros dos jóvenes y S. a la barbería, a dos cuadras de la anterior dirección, "a seguir tomando", entre las 23.30 y la medianoche, y S. se fue "como a las 00.30 o 1".

El testigo dijo que S. tomó alcohol y tenía una botella de poxiran, hablaba bien y se entendía lo que decía. Cuando se fue no la escuchó decir que volvería, sólo "me voy".

"Justicia por Rosita" 

El vecino Luis Quiroz pidió "que se haga justicia por Rosita". "La conocía y es doloroso", dijo. 

En la audiencia el vecino reconoció a S. y al acusado de encubrimiento agravado Martín Oscar Laime, contó que los vio pasar frente a su casa, a diez cuadras de la vivienda de Sulca, en bicicleta, en la mañana del 28. La pareja iba en una dirección contraria al domicilio de Sulca, como si vinieran de esa dirección, pero después vio regresar a S. sola en unos 40 minutos. 

El testigo dijo que las y los vecinos "tenían presente" a la docente y "cuidaban de ella". En la tarde del 28 se enteraron que la habían asesinado, después supo que S. estaba involucrada por lo que le contaron otros vecinos y lo que vio publicado en redes sociales. 

Contó también que era estudiante de la escuela donde enseñaba Sulca y ella era compañera de su tía. Detalló que la maestra había contado a su tía que le habían robado una computadora y equipos y que "en una oportunidad la habían golpeado y tenía miedo". También dijo que la víctima había colocado alambre de púas en su casa porque entraban a robarle.