La trama detrás del acuerdo entre Omar Perotti y Marcelo Lewandowski ya ha sido muy transitada desde ese dramático viernes a las once de la noche cuando se vió el humo blanco que demoraba en aparecer. Pero lo más importante a tener en cuenta es que -como en todo acuerdo- había dos necesitados. La necesidad del senador nacional del peronismo era clara: Quería ser precandidato a gobernador con apoyo oficial. En el mandatario provincial la necesidad fue geográfica, su necesidad fue y es Rosario. Aquí donde la violencia no mengua y lastima como ninguna otra cosa la gestión provincial. A tal punto que podría restarle votos como cabeza de lista de los candidatos a diputados provinciales.

Pero esa necesidad tiene sus relatividades con lo que Perotti no estaba dispuesto a pagar un precio demasiado elevado. Después aparecieron los jefes comunales y los enviados del ministro Sergio Massa para empujar el entendimiento. Pero para el gobernador desoír esas voces no hubiese tenido un costo demasiado alto, ya lo hizo otras veces y los jefes comunales deben mantener activo el flujo de recursos que mana desde la Casa Gris hasta el 10 diciembre.

La maniobra de dilatar y hasta hacer creer que el acuerdo estaba caído fue clave para hallar el precio: Cambiarle a Lewandowski la fórmula por la lista de diputados que es toda de Perotti con la excepción de Miguel Rabbia en el tercer lugar de la nómina. Pero toda esta ingeniería fue posible gracias a la enjundia de Roberto Mirabella cuya precandidatura caída estuvo lejos de ser un bluf y se convirtió en todo este tiempo en una salida real para las aspiraciones del propio gobernador. Hoy en el perottismo hay una gran reivindicación del diputado nacional y hasta del lado de Lewandowski enviaron su reconocimiento al sacrificio. Los dirigentes políticos en ese nivel están preparados para estas resignaciones, pero aún para ellos el golpe al ego es durísimo.

Perotti es un jefe y cuando los jefes políticos juegan la suya ponen y usan todo lo que está a mano para ganar. Lewandowski no garantiza por sí solo un triunfo del peronismo pero lo pone más competitivo que cualquiera y hasta la oposición tendrá otro semblante ante lo que antes parecía un trámite en la general. Perotti está secundado por la ministra de Salud, Sonia Martorano, en la nómina de diputados y es difícil no imaginarlo como ganador de la categoría.

Es lo que deben haber pensado en los otros armados y por eso decidieron bajar al territorio en disputa al senador nacional Dionisio Scarpin que en el sur tiene su marca en el orillo por su defensa de Vicentin pero en el norte profundo tiene su peso. Y también Pullaro cree que puede dar una pelea digna con el exintendente de Santa Fe José Corral.

Lewandowski va camino a convertirse en un mandamás del peronismo santafesino. Ni hablar si gana las elecciones, pero con sólo una buena performance quedará parado para la próxima y estará en condiciones de enfrentar abiertamente a Perotti que aspira a conducir la Cámara baja provincial como lo hicieron sus antecesores Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz.

Perotti quería que su vice armara una lista oficial colectora pero Alejandra Rodenas prefirió ser cabeza de la nómina que impulsa Marcos Cleri como candidato a gobernador. El dirigente de La Cámpora también sorprendió con su armado junto a Alejandra Obeid como candidata a vice y la exdefensora oficial Jaquelina Balangione en el tercer lugar de su lista de candidatos a diputados provinciales.

Por su lado, Eduardo Toniolli y Leandro Busatto sostienen sus postulaciones con objetivos más módicos pero con una ventaja difícil de descontar para el resto: El DNI. Son sin duda el futuro del peronismo con menos de 50 años.

Pero la rosca que enamora a participantes y analistas políticos por igual ya quedó atrás para dar paso a la estrategia. Y ésta marca que en el norte Lewandowski se debe un intenso recorrido. En algunos lugares de esa geografía “no es ni el gallego (como irónicamente lo llaman al periodista deportivo) ni es el polaco: Es directamente japonés, no lo conocen todavía”, señalan no sin algo de malicia, algunos compañeros peronistas con muchas elecciones en la espalda.

El peronismo tiene un croquis en la cabeza: En Santa Fe ya no se divide por tres con lo que habrá polarización. La interna Carolina Losada-Maximiliano Pullaro puede ser sangrienta con lo que el perfil racional de Lewandowski y de Perotti marcaría una diferencia en la recta final. Piensan también que Losada tratará de quedarse con el voto anti política ante la ausencia de los representantes de Javier Milei en la provincia, para oponerse a Pullaro que tiene un sólido armado territorial desarrollado mediante las innumerables capillas radicales de cada rincón provincial.

En la provincia ya no se divide por tres por la caída libre del socialismo que enfrenta estos comicios con la ansiedad de saber realmente cuánto le queda de todo aquello que fue. Pero el propio partido de la rosa interpretó que acá “hay sólo dos botes y a uno hay que subirse” en lugar de profundizar una alternativa progresista más coherente con la historia. El temor a transformarse en una fuerza testimonial operó el resto.

La estrategia socialista de ocultar un elefante echando a andar varios otros elefantes, se vio claramente en el lanzamiento de esta semana cuando el PS sorprendió primero con el enroque a gobernadora de Mónica Fein en lugar de Clara García. Y cuando se la escuchó a la exintendenta de Rosario en un tono -que claramente no es el suyo- despotricar por igual contra Perotti y el intendente de Rosario Pablo Javkin de quien dijo que “la municipalidad le quedó grande”.

Debilitado y todo, el socialismo no olvida sus viejas rencillas internas. No hubo esfuerzo por contener al exgobernador Bonfatti que armó su propia lista de candidatos a diputados provinciales y es un nombre de peso en esa categoría aunque más no sea por el cargo que ocupó en el pasado reciente.

El Frente Amplio por la Solidaridad que lidera el diputado Carlos Del Frade aún no tiene la musculatura política para volver a dividir por tres en la provincia y termina, como en las últimas elecciones, disputando algunos votos del electorado peronista.