Este fin de semana comenzó la edición número 18 de uno de los festivales de teatro más importantes del país: Bahía Teatro. Recuperando ritmo luego del parate que impuso la pandemia, este año serán nueve jornadas con elencos y propuestas de distintos puntos del país, y de países vecinos. Más charlas, seminarios, funciones en barrios, peña de apertura y fiesta de cierre.

Durante los dieciocho años que lleva Bahía Teatro han pasado artistas provenientes de México, Chile, Brasil, Bolivia, también de Italia, España y Francia, y hasta de China e India. Y de las provincias de San Juan, Jujuy, San Luis, Santa Fe, Tucumán, entre otras. Para la edición 2023 habrá invitados internacionales de Venezuela y Paraguay, y nacionales de Mendoza, Córdoba, Entre Ríos, Río Negro y ciudad de Buenos Aires, más las propuestas locales.

“Bahía Teatro tiene la característica de ser hecho un poco por todos” cuenta su director general, el actor, dramaturgo y gestor cultural Juan Caputo, con quien conversamos. A tal punto es así que se podría decir que empezó un poco de casualidad, por empuje externo. En 2005 Juan Caputo, recién vuelto a la ciudad luego de vivir un año no del todo positivo en Buenos Aires, “volví medio cacheteado” grafica, organizó un pequeño encuentro de teatro, algunas obras y un taller, en el Teatro Municipal de Bahía Blanca. Al año siguiente el entonces director del Teatro, Quique Agesta, lo sorprende un día con un llamado y una pregunta: “che, Juan ¿no vas a hacer este año un encuentro como el que hiciste el año pasado?” . La respuesta a esa pregunta fue la primera edición de Bahía Teatro. “Acepté el empujón” dice Caputo “y acá estamos, jajaja”

Acá estamos entonces, en la edición 2023 del festival, cuya programación, que puede consultarse en este link: https://bahiateatro.com.ar/bahia-teatro/ediciones-anteriores/ , incluye un circuito de obras en distintas salas y en espacios barriales, espacios de desmontaje a cargo de Carlos Fos en los se dialoga con los artistas que participan del festival acerca de sus procesos creativos, y se analizan sus obras, dos conferencia magistrales, una a cargo de la directora, actriz y gestora cultural venezolana, Jericó Montilla, y otra del reconocido actor mendocino Ernesto Suarez, sobre el humor en escena. También habrá seminarios de clown, de entrenamiento actoral, de dramaturgia y de danza. Y cuatro espacios de debate a partir de algunos de los espectáculos programados en el festival que servirán como disparadores sobre Artes Escénicas y perspectiva de género. Caputo comenta que este año “las mesas de debate se desprenden de algunas de las obras; siempre tratamos que a partir de las obras se generen los espacios de análisis y desmontaje que coordina Carlos Fos, pero para esta edición pensamos que también las mesas de debate tuvieran como referencia las obras programadas, de modo que la conversación se pueda dar en varios planos”.

Bahía Teatro comienza con una peña abierta y luego de nueve jornadas culmina con una fiesta, algo que ya se ha vuelto un clásico.

- Los primeros años el Festival no tenía fiesta de cierre ¿cuándo y por qué decidieron que había que hacer una fiesta multitudinaria?

- Entre el tercer y cuarto año el festival creció mucho, mucho en cuanto a público, y en interés en participar. Entonces decidimos que había que cerrarlo con una fiesta, y con música. Así como la programación se fue abriendo al clown, a la danza, al teatro callejero, a los títeres, también incorporó la música como cierre, porque nos merecíamos una fiesta después de tantos días de actividad! Y ni que hablar que hoy, en una realidad tan difícil, lo festivo es algo necesario, el encuentro en la fiesta es la mejor manera de cerrar tantos días de festival.

- Me decías que Bahía Teatro fue cambiando con los años por el aporte de un montón de personas, a veces anónimo, incluso involuntario.

- Es así. Es que las artes escénicas son esencialmente colectivas, y cooperativas. Yo vivo del teatro, en toda la línea: a veces actúo, a veces escribo, a veces programo, o hago la técnica, o todo lo que tiene que ver con la gestión. En el tránsito de todas esas actividades te vas cruzando con personas, grupos, lugares, con distintas experiencias y propuestas, y si uno desarrolla la capacidad de escuchar en todo eso, aprende. Bueno, el festival es un festival que escucha. Por eso fue cambiando con los años, y lo seguirá haciendo: por la interacción, por la predisposición a recibir propuestas, o por poder ver en una situación determinada una propuesta latente, que espera ser formulada, pero ya está ahí. Pero además el festival es un gran espacio de intercambio. Permite al público bahiense, incluída la gente de teatro de la ciudad, ver espectáculos de otras provincias, y otros países, que muchas veces despliegan otros lenguajes estéticos, y provienen de otras tradiciones. Y también al revés, los artistas que llegan como invitados, conocen algo de lo que se produce en la ciudad. Ese intercambio es enriquecedor para todos, y de algún modo también va guiando las transformaciones de Bahía Teatro.

- Algunas de esas transformaciones fueron geográficas: Bahía Teatro empezó en el Teatro Municipal, y ahora se hace en muchas salas, y en distintos sectores de la ciudad.

- Algo que valoro mucho de cuánto creció el festival es que además de que se abrió a un montón de géneros y propuestas, también creció mucho en compromiso social y cultural con la ciudad. Tenemos un circuito barrial, para descentralizar las presentaciones, y diversificamos la programación en distintas salas, que durante el festival se convierten en socios, no es solo un lugar físico, hay una cuestión humana, que en el teatro siempre está por delante, es el eje central de todo lo que hacemos. Le damos una importancia especial al encuentro, lo vincular. Como te decía, las artes escénicas son esencialmente colectivas, y no hay posibilidad de un buen trabajo colectivo si no priorizás lo humano.

- ¿Qué tiene para ofrecer el teatro en un mundo en el que predominan las pantallas?

- Yo estoy cada vez más convencido de que a medida que cada vez más actividades se virtualizan, y cuando lo único que vale es la hiperproductividad, el teatro se termina convirtiendo en una novedad. Porque es presencial, porque es encuentro, convivio, escuchás la respiración del otro, y porque cada momento en el teatro es irrepetible. El teatro es la gran novedad del siglo XXI.