Hoy a las 19 se inaugura la exposición "Recurrencias", de León Ferrari (1920-2013) en el Museo Nacional de Bellas Artes, con curaduría de Cecilia Rabossi y Andrés Duprat, que incluye unas 250 obras entre dibujos, tintas, collages, grabados, objetos, heliografías, planos y cerámicas, del período 1960-2011.
León Ferrari puso en primer plano la relación entre poética y política y entre ética y estética. A través de sus obras, que han sido expuestas en todo el mundo, criticó toda instancia de violencia, control social y policía moral, y al catolicismo como un sistema de administración de castigos para ejercer y conservar el poder. A través de su obra y de su vida siempre denunció el fascismo, el poder autoritario y la tortura.
La exposición del MNBA está organizada en cuatro núcleos: “Abstracciones”, “La civilización occidental y cristiana” (a partir de la obra del mismo nombre que el artista realizó en 1965 para el Premio Di Tella y que fue censurada); “Infierno y otras cuestiones devotas” y “Ciudades y arquitecturas de la locura”.
León Ferrari fue un autodidacta que empezó a dedicarse al arte en los años cincuenta, utilizando materiales como cerámica, yeso, cemento, madera y alambres. A principios de aquella década comenzó a hacer los dibujos escritos (o escritura abstracta), caligrafías que evocaban la escritura tradicional. En 1963 realizó sus primeras obras políticas, con la serie de Cartas a un general, que consistían en escrituras deformadas hasta lo ilegible.
A partir de la segunda mitad de los años sesenta abandonó el arte por un tiempo y se limitó a realizar algunas obras políticas para exposiciones colectivas como Homenaje al Vietnam en 1966, Homenaje al Che en 1967, Tucumán Arde en 1968, Malvenido Rockefeller en 1969; Contrasalón y Salón Independiente, en 1972.
En 1965-66 compuso el collage literario Palabras Ajenas, sobre el conflicto de Vietnam, que marcaba un paralelo entre Johnson, Hitler y el dios cristiano. Esta obra fue puesta en escena por Leopoldo Mahler en Londres con el título Listen Here Now en 1968 y por Pedro Asquini en Buenos Aires en 1973.
En la muestra Salón Independiente en la SAAP (Sociedad Argentina de Artistas Plásticos), participó con la reproducción de una nota del diario Le Monde sobre los fusilamientos de Trelew en 1972, y declaraciones de los sobrevivientes. Entre 1972 y 1976 formó parte del Foro por los Derechos Humanos y del Movimiento contra la Represión y la Tortura.
En su exilio en San Pablo, Brasil, retomó las esculturas en metal y realizó experiencias con otras técnicas: fotocopia, arte postal, heliografía, microficha, videotexto, libro de artista. Durante esos años desarrolló también una serie de instrumentos musicales con los que realizó varios conciertos-performance.
En 1989 participó en la organización de la muestra-libro No al Indulto y en 1991 fijó nuevamente su residencia en Buenos Aires. En 1995 recibió la beca Guggenheim.
Dos de los momentos culminantes de su carrera sucedieron después de que cumpliera los ochenta años. Por una parte, la célebre exhibición retrospectiva de 2004-2005 en el Centro Cultural Recoleta, que fue visitada por setenta mil espectadores, quienes tuvieron que hacer largas filas para poder ingresar en las salas de exposiciones. En un episodio resonante, aquella muestra fue atacada por fanáticos que destruyeron algunas obras; luego fue censurada y cerrada por instancias inferiores de la justicia y finalmente reabierta por el fallo de un tribunal superior. Pocas veces en la historia del arte argentino una muestra de arte concitó tanta polémica en varios niveles públicos y privados y tantas esferas sociales y profesionales.
El segundo de esos momentos excepcionales en la vida y la obra de Ferrari fue cuando recibió el León de Oro, premio mayor de la Bienal de Venecia, en 2007. Quien firma estas líneas compartió aquellos días con el artista en Venecia, previos y posteriores a la inauguración. En aquel momento, la muestra de Ferrari fue una de las más visitadas de la Bienal: multitudes de todas las edades, periodistas, críticos, directores de museos, comités de compradores, reporteros de radio y televisión (fue uno de los más entrevistados de aquella edición) entraban en oleadas para ver la obra del artista argentino.
Desde entonces su producción comenzó a hacerse conocida y a ser valorada por los grandes museos del mundo, hasta conseguir una meteórica internacionalización.
A pesar de haber sufrido el desgarramiento de su familia y el exilio durante la última dictadura, Ferrari fue un hombre con gran sentido del humor y muy generoso. Con Página/12 lo unía una especial relación: para este diario, que auspició varias de sus exposiciones, realizó las ilustraciones de tapa de los fascículos del Nunca Más a mediados de los años noventa; participó varias veces de la pintura grupal -junto con Luis Felipe Noé, Adolfo Nigro y Miguel Rep- de los murales para exhibir en los stands institucionales de este diario en sucesivas ferias de arte. Y en estas páginas, a lo largo de los años, publicó varias notas.
- En el MNBA, Libertador 1473, hasta el 13 de agosto.