El miércoles 24 de mayo de 2023 volverán a abrirse nuevamente las puertas del Museo Municipal de Arte Decorativo «Firma y Odilo Estevez» en su ingreso por calle Santa Fe 748, frente a la plaza 25 de Mayo. Mientras tanto, en su sala de exposiciones a la que se ingresa por San Lorenzo 753, puede visitarse una muestra rica en nostálgico encanto y que combina, con gusto, mobiliario dieciochesco europeo y arte local contemporáneo. 

Mensaje cifrado, de la grabadora rosarina Graciela Ceconi, reúne dibujos, grabados, collages y libros de artista con un tema en común: la correspondencia. O el correo físico. O el vínculo epistolar. Las obras se nutren, incluso materialmente (como el el caso de los collages) de los materiales de un archivo personal cargado de valor afectivo. Los cuales, una vez puestos en obra, expresan un sentido que va más allá del "mensaje cifrado" que le da título a la muestra. Indican -nada menos- un arco dramático histórico que abarca tres o más siglos y conecta, valga la paradoja, antiguas y no tan antiguas modernidades. 

Porque había una vez una modernidad que escribía cartas. Cartas no solo cortesanas, sino de un número creciente de ciudadanas ilustradas. La carta era el género literario "menor" de la intimidad y, dada la subalternidad de las mujeres en los siglos XVIII y XIX, era el más femenino, donde circulaban secretos y también ideas. Muchas se disolvieron en la hoguera al morir sus autoras o sus destinatarias, pero otras sobrevivieron. Porque había una vez una modernidad que construía muebles donde escribir y guardar cartas. Y eran (son) muebles primorosos. Se llamaban sécretaires, guardadores de secretos. Estaban (están) decorados con imágenes en laca al estilo rococó: motivos mitológicos o bucólicos de ninfas del bosque, de amorcillos o traviesos cupidos, angelitos del amor. 

Ángel, en su acepción literal original, significa "mensajero". Esto lo sabe el poeta y artista Rubén Echagüe, curador de la exposición. Colaboró con él, en el diseño de montaje, la fotografa y artista visual Marita Guimpel. Ambos, junto a Ceconi, puntuaron el corpus de su obra con estos y otros hermosos objetos legados al patrimonio municipal por Firma Mayor, y que hoy integran la colección del Museo Estevez. Mujer del siglo XX, Graciela sabe y recuerda que había una vez una modernidad que coleccionaba estampillas, los sellos postales que se pegaban en los sobres de las cartas. Era así: escribías la carta, la ponías en un sobre, llevabas el sobre al correo, pagabas el envío y en el correo pegaban en el sobre una estampilla por el valor equivalente al envío, le ponían un matasello con la fecha del día y la mandaban por avión. Antes aún, uno/a mismo/a podía depositarla en un buzón, aquellas cosas rojas de metal como tipitos que estaban en las esquinas.

Todo esto pertenece a otro tiempo; al menos aquí, en estas modernidades subalternas latinoamericanas. Lo novedoso, aquí, arrasa con lo anterior (no así en países centrales, donde el hábito epistolar en papel es un capricho minoritario pero no se ha perdido del todo). Y Graciela Ceconi, grabadora, rosarina, sabe que las estampillas son grabados. Entre objeto y objeto del siglo XVIII del barroco rococó, nos muestra en sus dibujos y estampas el siglo XX del progreso. Amplificadas, minuciosamente copiadas a lápiz color o estampadas, las estampillas de una diversidad de países educan al público en aquella modernidad cosmopolita (cosmopolita y no global: de kosmos y polis, ciudadanía del mundo) mientras que sus collages revelan fragmentos de una Babel de idiomas. "Las estampillas", decía Walter Benjamin, "son las tarjetas de visita que los países del mundo dejan en el cuarto de los niños". Las estampillas ampliadas revelan sus detalles y narran sus orígenes. Europa, en estas obras basadas en sellos postales del siglo XX, luce efigies de la realeza o los tesoros de su arte religioso; América, la América modernista, cruza el mítico centauro con la sombra de un avión, o bien alude con los ganados y las mieses a su abundancia agropecuaria, que le daba poder en un mundo devastado por la guerra. El desarrollo industrial, los próceres patrios, eran motivos de la promesa o del pasado. 

Si los pequeños collages de Ceconi dialogan sin proponérselo con los angelitos de laca del mobiliario rococó, sus dibujos detallan otras épocas. No solo en las estampillas, sino inspirándose en su álbum de fotos familiares, que se cruzan en la obra con los afectos expresados por escrito a la distancia. La madre es retratada y su día, celebrado en la estampilla: la pequeña historia de las modas femeninas se une a la gran historia de las naciones y sus símbolos. Modernidades a la carta, cápsulas de cartas, arte tamaño carta.