Una intensa emoción vibró en la voz “del hijo del Capitán” y en los ojos de sus compañeros, los presos políticos que compartieron el encierro en las cárceles de Magdalena, Caseros, Rawson y Devoto, desde diciembre de 1974 a 1983. “Algunas cartas las terminé de leer ahora; cada vez que las agarro no puedo evitar llorar”, confesó Hugo Soriani sobre las cartas que le escribió su padre durante los nueve años que estuvo preso, y recordó algunas de las discusiones que mantuvieron. “Yo te escucho a tus compañeros y a vos y pienso que desconocen lo que son capaces de hacer las fuerzas armadas. Ustedes son el mosquito que el león espanta con la cola. Cuando el león se enoje, va a empezar a dar garrotazos”, le decía el Capitán Soriani, un militar retirado. “Pero tampoco él, conociendo el monstruo desde adentro, imaginó la magnitud de la tragedia”, aclaró el hijo en la emotiva presentación del libro Las cartas del Capitán (editado por Octubre) en la que participaron Taty Almeida, autora de uno de los prólogos del libro, Nora Veiras, Eduardo Aliverti, León Gieco y Miguel Rep.
La presentación en la sala José Hernández de la Feria Internacional del Libro fue también un homenaje a ese padre entrañable y a todos los familiares de los detenidos que acompañaron y sostuvieron a sus hijos. “Prometo papá que es la última cagada que te hago, porque acá está lleno de zurdos y peronistas”, bromeó Soriani y agregó que León, que empezó cantando “El desembarco”, “exorcizó” la misma sala donde tres horas antes, el domingo a la tarde, había estado Javier Milei. Mientras Rep dibujaba en vivo, Veiras ponderó la sensibilidad “conmovedora” de las cartas de “este hombre que no compartía la ideología de su hijo, pero que le dijo nunca te voy a abandonar, siempre voy a estar, y siempre estuvo”. En esas cartas el Capitán Soriani le iba comunicando a su hijo los cambios que se sucedían mientras él estaba preso: la mudanza de un vecino, el casamiento de una vecina o cómo se iba a transmitir el mundial del fútbol, “una pasión compartida que los unía más allá de cualquier diferencia”, precisó la directora de Página/12 y destacó que Hugo escribe esas cartas “con maestría, sencillez y sin adjetivaciones” con “un estilo digno de un gran narrador”. Para Veiras Las cartas del Capitán, que tiene también un prólogo de Mariana Enriquez, es “una lectura obligada para tomar conciencia de la lucha inclaudicable de todos los familiares”.
León dio en el blanco cuando, antes de cantar “Solo el amor”, de Silvio Rodríguez --a la que definió como “una de las más hermosas canciones de amor que he cantado con su autor”--, comentó que Las cartas del Capitán es “un libro de mucho amor” de un padre a su hijo. En la sala José Hernández estaban también, en primera fila, el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, y Víctor Santa María, coordinador general del Grupo Octubre. Desde la pantalla llegaron los cálidos saludos de la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, quien reconoció que el Capitán Soriani no abandonó a su hijo los días que estuvo en la cárcel “por ser un luchador popular que no te quedaste quieto cuando había que salir a luchar”; y Vera Jarach, quien le agradeció todo lo que está haciendo como director general de Página/12 “para seguir adelante en nuestro compromiso por la Verdad, por la Justicia, por la Memoria y todo cuanto pueda mejorar el mundo en que vivimos”. Finalmente Milagro Sala, presa política en Jujuy, se refirió a los panelistas que acompañaron la presentación del libro como “compañeros que continuamente vienen luchando por una vida justa, por la libertad de los presos políticos, por una patria libre y por el futuro de nuestros jóvenes”.
Aliverti celebró cómo está escrito el libro. “En cada oración un dato, en cada párrafo una idea se cumple en estos relatos”, afirmó el periodista, locutor y docente y relató una anécdota que le contó Martín Granovsky, “uno de los mejores escritores del periodismo argentino”. Una tarde Jacobo Timerman lo llamó al joven Granovsky. Para alimentar el potencial de quien tenía que relatar y ordenar las ideas, le preguntó si había leído Viajes con mi tía y si lo tenía leído al autor de ese libro, el escritor británico Graham Greene. “Poco”, le respondió Granovsky. Al otro día Timerman lo volvió a llamar y le preguntó si había leído Viaje con mi tía. “No, me lo recomendó ayer”, le contestó el joven periodista al fundador del diario La Opinión. “¿Y anoche qué hiciste”, le retrucó. “Quiero destacar que ni Hugo es Graham Greene ni yo soy Timerman -ironizó Aliverti-, pero cuando los alumnos de la facu tengan una inquietud les puedo decir: ¿Leíste Las cartas del Capitán? Leelas para aprender cómo se narra”.
“Este libro es una caricia para el alma, es un canto a la vida”, subrayó Taty Almeida con ese tono de voz inconfundible en el que combina la alegría de la lucha con la fuerza de la resistencia. “A través de este libro se hace memoria, esa memoria que tantos quieren borrar y hacer desaparecer; pero jamás lo van a lograr porque acá estamos las locas que seguimos de pie, a pesar de los bastones y las sillas de ruedas. Y vamos a seguir”, aseguró Taty y cuestionó que en democracia haya presas y presos políticos como Milagro Sala y sus compañeros. “Tenemos que juntarnos más que nunca; hay que demostrar con hechos y no con palabras que un pueblo unido jamás será vencido. Reconozco que estamos pasando momentos muy difíciles y es cuando más unidos tenemos que estar”, planteó y sobre el panorama electoral pidió tener en claro quién es el enemigo: “el neoliberalismo, los negacionistas, los fachos”, enumeró, y convocó a votar “con memoria para seguir teniendo un gobierno nacional y popular”. Desde el fondo de una sala repleta empezó a crecer el contagioso canto “Cristina presidenta”.
Eduardo Valdés le dijo a Hugo sobre el Capitán Soriani: “tu viejo era un peronista y no se daba cuenta”. El hijo, que festejó esa definición, reflexionó sobre los vínculos filiales y la militancia política de la década del ‘70. “Así como las Madres acuñaron la frase de que fueron paridas por sus hijos, muchos familiares comprendieron la lucha de toda una generación. Algunos dejaron la vida, otros sobrevivimos y por eso tenemos la obligación de dar testimonio”. Hugo, autor también de Los días eran así, invitó a sus compañeros de las distintas cárceles en las que estuvo preso a subir al escenario de la sala Hernández para cantar “Como la cigarra”. En esta “celebración de padres a hijos y de hijos a padre”, expresión con la que resumió lo que sucedió durante la presentación de su segundo libro, los sobrevivientes siguen cantando con la esperanza entre los labios.