“Todo noticia es falsa hasta que se demuestre lo contrario” (Cooperativa Editorial Azucena, 2023) el título del nuevo trabajo de Mauro Brissio parte de la premisa de que el periodismo murió cuando los periodistas dejaron de escribir para sus lectores y empezaron a hacerlo para sus jefes. Fue en ese instante –sostiene el autor- cuando la profesión periodística comenzó a venderse al mejor postor y a servir a los intereses de quien pueda pagar el alto costo de las mentiras.
Apoyado en esa afirmación el libro pretende dejar al descubierto la táctica de la utilización de la mentira como instrumento político, identificando a los operadores que ponen en funcionamiento los engranajes de esta ingeniería y que hace posible que estas nuevas narrativas que falsean la realidad pueden instalarse en la agenda social, política y mediática.
Brissio señala que la “industrialización de la mentira” está cambiando la manera de informar, financiando a profesionales de la comunicación, de la publicidad, de la sociología y del marketing para promover un nuevo tipo de periodismo que aboga más por fortalecer los prejuicios de las personas que por informar con la verdad.
En su trabajo el autor sostiene que “ni siquiera se trata de una cuestión ideológica porque un periodista puede ser de derecha, de izquierda, católico, ateo, musulmán, peronista, macrista, lo que sea, pero si difunde una fake news deja de ser un periodista para convertirse en un operador político peligrosísimo para la sociedad”.
Mauro Brissio lo explica sosteniendo que un periodista que miente es como un médico que enferma intencionalmente a sus pacientes o un policía que roba a la ciudadanía. Así de grave es y así debe entenderse.
La difusión de noticias falsas vulnera la dimensión social y colectiva del derecho a la libertad de pensamiento y expresión consagrado en el artículo 13 del Pacto de San José de Costa Rica. Lo anterior al margen de la creencia acreditada por muchos que entienden que este derecho solo protege al sujeto emisor dándole la posibilidad de difundir información e ideas de toda índole. “Este derecho –sostiene Brissio- va mucho más allá y protege a las audiencias, es decir, a los que reciben información”.
El libro expone las bases de un debate que tarde o temprano tendrá que darse en la Argentina relacionado a la necesidad de sancionar las mentiras porque el periodismo necesita sentir el rigor que sienten los demás profesionales cuando hacen mal su trabajo. Porque así como al médico se lo sanciona por mala praxis, al abogado se le quita su matrícula y a un docente se lo somete a un sumario, en cambio al periodista muchas veces se lo premia con un galardón.
Este 2023 al ser un año electoral se convertirá en el año de mayor desinformación y noticias falsas en la historia de nuestro país. El libro pretende ser un llamado de atención y un aporte para evitar que se ponga en riesgo la democracia, porque la crisis de la verdad a la que las corporaciones mediáticas conducen a la ciudadanía es responsable de impedir los acuerdos que se necesitan para vivir en una comunidad organizada.
* Escritora y gestora cultural