En el segundo piso del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473) se puede apreciar una particular serie fotográfica. Se trata de una serie de estudios que Augusto Ferrari –padre de León- realizó en 1917 como parte de su trabajo iconográfico para la Iglesia de San Miguel Arcángel, ubicada en el centro porteño. La serie fotográfica –que va a acompañada de otra de desnudos que realizó en Italia cinco años más tarde- pone en perpsectiva no sólo cierto abordaje del arte sacro sino también la obra de su propio hijo. Es más, Fotografías de Augusto Ferrari en la colección del Bellas Artes, que se podrá visitar hasta el 21 de mayo, oficia como anticipo a Recurrencias la exposición que el MNBA le dedicará a León a partir del 17 de este mes. Curiosamente, se trata de las primeras muestras individuales que la institución dedica a ambos artistas.
Augusto Ferrari –lo cuenta el propio León en un documental- no fue un artista central de su época. Estaba presente, pero no lo movilizaba vender obra sino la producción y la búsqueda personal. Augusto nació en 1871 en Italia y aunque se formó como arquitecto, estudió pintura contrariando la opinión de su padre. En 1914 emigró a la Argentina, se caso y tuvo cinco hijos, incluyendo a León Ferrari. Entre otros trabajos, compuso los panoramas de las batallas de Salta y de Tucumán para el Centenario de la Independencia de 1916, decoró la Capilla del Divino Rostro en Buenos Aires y entre 1917 y 1922 reformó y decoró, con pinturas murales, la Iglesia de San Miguel Arcángel en la ciudad de Buenos Aires. Para hacerlo usó la fotografía como herramienta. Ferrari padre fotografió a vecinos y circunstanciales paseantes del barrio a quienes atavió según las necesidades de la obra que tenía por delante.
El resultado final presenta figuras de la iconografía cristiana profundamente expresivas, a la par de lo que surgía de las sesiones fotográficas con sus improvisados modelos. La curaduría de Cecilia Raboss y Andrés Duprat pone en juego ambas instancias del proceso, lo que permite apreciar la transposición de imágenes de un momento al otro. Allí donde suele pensarse la pintura sacra como un movimiento antiguo, con poco contacto con la modernidad, Ferrari padre recurría a una herramienta artística de vanguardia del momento -la fotografía- para construir una obra muralística.
Al respecto, en 2003 Luis Felipe Noé escribió que su “espíritu lúdico se observa en su doble referencialidad: piensa a la fotografía como pintura -o en función de est- y estructura a la pintura en base a fotografías previas”. Además, la exposición incluye una obra en la que León Ferrari dialoga con su padre: “Unión libre”, de la serie “Braille”. En ella, León interviene uno de los desnudos que fotografió Augusto con el poema homónimo de André Breton, en traducción de Aldo Pellegrini.