La canasta básica total (CBT) aumentó 6,3 por ciento en abril respecto a marzo, indicando que para no ser pobres los ingresos de una familia de cuatro integrantes deben superar los 203.361 pesos, según informó el Indec. En tanto, la canasta básica alimentaria (CBA) aumentó 7,3 por ciento respecto al mes anterior y para no ser indigente una familia tipo argentina necesitó ingresos no inferiores a 94.148 pesos.
Los datos llaman la atención porque en promedio los precios que componen sendas canastas crecieron menos que el nivel general que mide la inflación, del 8,4 por ciento en abril, y que el rubro alimentos y bebidas, que subió 10,1 por ciento en el mes. Los productos de ambas canastas no son los que más aumentaron, porque en el rubro alimentos las mayores subas fueron en frutas, verduras, pollo y otros frescos, con menor participación en la alimentación básica que plantea la CBA.
En lo que va del año, la CBT acumuló un incremento del 33,3 por ciento –en línea con la inflación general- mientras la CBA creció 40,1 por ciento, por encima de la tasa de variación de los precios generales de la economía. En diciembre pasado una familia tipo necesitaba 67.187 pesos para eludir la indigencia, en tanto que para no ser pobre requería ingresos mayores a 152.515 pesos.
En los últimos doce meses las subas son impactantes: 113,5 por ciento la CBT (pobreza) y 121,4 la CBA (alimentaria). Además, en la segunda semana de mayo se aceleró la inflación en alimentos de acuerdo a las mediciones privadas de LCG y el Centro CESO.
El gobierno está particularmente preocupado por este tema que concentró las medidas económicas de mayor peso entre las anunciadas el domingo por Sergio Massa, como la importación de alimentos y la conformación de una Unidad de Análisis del Comercio que tiene en el centro de la mira a las grandes empresas alimenticias y de consumo masivo.
Las mediciones de mayo y junio sobre los alimentos pueden mostrar una nueva aceleración del rubro de los alimentos dada la corrida cambiaria, pues muchas de esas empresas remarcan teniendo en cuenta a los dólares paralelos, y que en junio se lanzará la nueva versión del Precios Justos.
Pobreza
Los últimos datos oficiales de medición de la pobreza e indigencia de acuerdo a los ingresos que elabora el Indec corresponden al segundo semestre de 2022, y marcaron que el 39,2 por ciento de la población es pobre y el 8,1 por ciento se encuentra por debajo de la línea de indigencia.
Esas cifras disminuyeron en 2021 tras la salida de la pandemia pero en 2022 la pobreza aumentó 2 puntos mientras la indigencia disminuyó 0,7 puntos. La información correspondiente al primer semestre de 2023 será dada a conocer el 27 de septiembre de este año, según el calendario difundido. Se espera sean poco alentadoras, se trata de un dato sensible que se publicará luego de la fecha de las PASO que son el 13 de agosto y cerca de las elecciones generales del 22 de octubre.
A su vez, este lunes la UCA informó que, de acuerdo a su medición de la pobreza multicausal, esta había alcanzando al 61,6 por ciento y la indigencia al 13,1 por ciento de los niños, niñas y adolescentes en 2022.
La pobreza multidimensional es un indicador característico de esa casa de estudios que hace referencia a las personas que son pobres por ingresos y a la vez tienen al menos una privación no monetaria: relacionada a déficits en alimentación, servicios básicos, vivienda digna, medio ambiente, educación o empleo. Puntualmente respecto a la alimentación calculan el indicador de “inseguridad alimenticia severa”, que entre los niños de 0 a 17 años alcanzó al 12,3 por ciento, es decir 1,6 millones. Se trata de casos de extrema vulnerabilidad, con problemas de desnutrición y hasta riesgo de muerte por falta de alimentos.
La semana pasada la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) dio a conocer su Reporte Global de Crisis Alimentarias 2023 donde mide la “inseguridad alimentaria” para la región latinoamericana.
En 2022, unas 17,8 millones de personas en América Latina y el Caribe se encontraban en esa situación. Los casos más extremos eran los de Haití con 4,72 millones de personas afectadas (esto es el 48 por ciento del total de su población), Honduras, Guatemala y República Dominicana.