“Antes de convertirme en calabaza, les digo: no vienen por mí, por mi persona, por mi familia... ¡Van por ustedes!"

Eso creí escuchar el día en que Cristina nos responsabilizaba desde el balcón. Seguro que la cita no es exacta, pero lo que interesa es lo que cada quien escucha.

¿Lo habrán oído otros? ¿Se pudo sentir el misil que acababa de disparar?

Cada tanto regresa la pregunta, la curiosa anomalía, donde se plantea el interrogante sobre el psicoanálisis y su argentinidad. El país con más psicólogos por habitantes. Quizás no sea una casualidad.

Que una mujer pueda definir nuestra identidad como “La patria es el otro” no parece ser una coincidencia. No existe forma más analítica de pensar lo propio.

“Van por ustedes”. Es una forma de interpelación, un sacudón a nuestro letargo. Un tono de voz que vamos a recordar entre lágrimas, el día en que deje de sonar.

CFK es el nombre de una sonrisa, un saber fuera de tiempo, ese acontecimiento imposible de soslayar. Porque el amor es eso: saber compartir una sonrisa frente a tanto odio.

Quizás por eso costó tanto la pérdida de Néstor, otro que sabía mover los labios.

¿Se entiende la jugada? Una reina no se entrega porque sí. Freud supo apelar al ajedrez, a sus aperturas y a sus finales. También supo decir que la pieza que falta en un rompecabezas, dibuja su figura en su ausencia, dejando que las demás se ocupen del armado.

Su caída señala un camino. Una pieza que se descuenta para seguir sumando. Hace rato viene sonando la idea de romper con el personalismo. La esperanza de que un proyecto haga algo con el nombre propio. ¿No es esto lo que pretende un análisis?

El agujero que deja la dirigente más anacrónica de este suelo apunta a la Justicia como interlocutor. Porque no importa cuántos votos consiga un candidato, mientras sean unos pocos magistrados los que tengan el martillo de la última razón.

“La patria es el otro”. “Nadie se salva solo”. “No fue magia” y la insistencia inclaudicable sobre nuestra Historia.

No son slogans ni remeras, son besos arrojados a una multitud expectante. Efectos de una nueva discursividad.

“Vienen por ustedes. Por favor, entiéndanlo. Yo soy apenas una excusa. Si jugamos a que me matan, nos morimos todos”.

Un más allá de psicología de las masas y análisis del yo.

Pero no, los cachorros necesitamos ídolos, líderes, imagos con quienes pelear e idealizar.

¿De verdad vamos a seguir gritando por mamá? ¿No les parece que ya somos suficientemente grandes para poder hablar un poco solos?

El psicoanálisis no es un asunto familiar, quizás por eso tanto Freud como su sobrino postizo Lacan sostuvieron, contra traducciones y negocios, la importancia de lo social.

No importa quién dice. Letras sin apellido. Un discurso sin palabras. Una frase sin filiación.

El psicoanálisis aloja al sujeto rechazado por el mercado. Porque los números tienen que cerrar, eso es innegable, pero tienen que hacerlo, con la gente adentro.

Jeremías Aisenberg es psicoanalista y escritor.