Veintidós años y tres meses después de su secuestro, violación y asesinato, el 4 de febrero de 2001, Natalia Melmann tuvo, en su nombre, la compensación que la justicia demoró tanto en confirmar. El cuarto expolicía bonaerense, Ricardo Panadero, fue condenado a perpetua en el segundo juicio que enfrenta, luego de que la mala interpretación del resultado de su ADN en un vello púbico encontrado en el cuerpo de Natalia le había permitido salir airoso en una primera instancia judicial, en julio de 2018. El resultado del juicio no indica necesariamente como se suele decir, que "la justicia demora pero siempre llega". La historia del caso de Nati es un buen ejemplo de que la justicia demora, sí, pero no necesariamente llega porque lo diga un dicho de café. La historia del caso de Nati demuestra que para que llegue hay que ayudarla con impulsos en la calle además de en los tribunales. Ambas vertientes se vinieron tallando en el caso de Natalia desde el día en que la adolescente no regresó a su casa.
Panadero fue condenado a perpetua por unanimidad por el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de Mar del Plata, constituido por los jueces Néstor Conti, Mariana Irianni y Juan Galarreta. El expolicía llegó en libertad y salió esposado. La letra penal indica que fue declarado coautor de los delitos de "privación ilegitima con empleo de violencia, abuso sexual calificado por la intervención de dos o más personas y homicidio doblemente agravado por el concurso de dos o más personas y por haberse consumado para lograr la impunidad".
En la sentencia se hizo especial hincapié en el reconocimiento de la prueba de ADN, impulsado por la querella, presentada por los abogados Federico Paruolo y Yamil Castro Bianchi, y acompañada por la fiscalía a cargo de Ana María Caro. La importancia de esa prueba fue axial en la identificación, imputación y condena del cuarto policía acusado. En 2002, Oscar Echenique, Ricardo Anselmini y Ricardo Suárez, fueron condenados a perpetua. La detección del ADN y la aparición de un testigo nuevo permitieron llevar a juicio a Panadero en 2018.
En ese juicio, las curiosidades de la interpretación permitieron confundir el sentido del resultado de un peritaje, en el que el ADN de Panadero fue identificado en un 97,5 por ciento de coincidencia con la cadena hallada en un vello púbico encontrado en el cuerpo de Nati. Los jueces descartaron el resultado por incierto. El error fue explicado en este segundo juicio con nitidez por el perito Gustavo Penacino: "el índice de incriminación determinó que es 33 veces más probable que sea ese individuo que cualquier otro individuo de la población en general", declaró en su testimonio. Y aclaró que los jueces entendieron que esa probabilidad era un porcentaje, lo que llevaba a entender el resultado como que había un 33 por ciento de probabilidad de que perteneciera a Panadero. Penacino aclaró: entre los 10 individuos investigados en la causa, en el único que coincidía el ADN fue en Panadero, es decir, en ese margen de población analizada la coincidencia fue del 100 por ciento.
Afuera de la sala, el sello del caso estalló en euforia que no podría describirse estrictamente como alegría, aunque había mucho de ella, y justificado. "Esta condena, a la familia no nos cambia, pero sí cambia la historia: el abuso de las fuerzas policiales no se puede volver a repetir", dijo al salir de los tribunales Gustavo Melmann, padre de Nati. Laura Calampuca, madre de la adolescente confió a este diario: "Gracias a la lucha y la perseverancia es como defendemos los derechos, principios y valores que nos guian. Nunca recuperaremos a nuestra Nati, está repartida en todas y todos los que fueron testigos, víctimas, familias destrozadas por el dolor de la pérdida, pero entre todos hemos logrado tener un asesino menos en nuestra ciudad".