Cuando uno lee la carta de CFK, puede apreciar que no es una despedida, ni un renunciamiento, ni un abandono de la lucha; todo lo contrario. Es una lideresa que está tratando de encontrar los tiempos y juntando la fuerza para dar una batalla crucial; no tiene un pelo de sonsa, ni la van agarrar dormida.
“Debemos ser inteligentes para salir de este laberinto y romper la trampa a la cual nos quieren llevar: que tengamos una candidatura prohibida por el Partido Judicial. Porque, frente a una derecha cuya única propuesta es arrebatar derechos, el peronismo sigue siendo el espacio político que garantiza la defensa de los intereses del pueblo y de la Nación".
Este párrafo más que elocuente, muestra con claridad que está pensando y actuando como una líder activa, no en retirada; que maniobra para no caer en la celada que le quieren tender, tratando de proteger el único instrumento electoral disponible, el peronismo, al que califica de imprescindible. Y no le erra, si es ella quien lo conduce.
Nos está advirtiendo cómo es la trampa: “Así como tres personas lo hicieron con las provincias de Tucumán y San Juan, no tengan dudas de que lo harán contra mi persona con el fin de evitar que el Peronismo pueda participar del proceso democrático, o bien debilitarlo, conduciéndonos a un callejón sin salida”.
Por eso llama a romper la trampa, no dice “arréglense, yo me voy a cuidar a mis nietos o me retiro de la política”. ¡No! Nos pide que seamos inteligentes. No alcanza con gritar: Cristina presidenta, ¿se entiende?
Y además, pide: “no me dejen sola, agarren bastón y ayúdenme, pero protagonizando, no mirando y sacando tweets; hablen con la gente militen construyan”. El que entendió bien el momento y el mensaje fue Wado; y mal no le está yendo. La política es un hecho colectivo y se juega en equipo.
Ahora bien, Cristina vio con claridad el presagio que traían los fallos de Tucumán y San Juan, y se anticipó a la emboscada que le preparaba el Partido Judicial. Es un grave error leer esos fallos solo desde lo jurídico, sin ver el detalle más importante: ¡el momento en que se producen! 72 horas antes de la veda, ese era el dardo envenenado, lanzado con precisión electoral.
Esto demuestra no solo la impunidad de la Corte, sino su milimétrico accionar. Si el fallo se hubiera conocido hace un mes, otra sería la cuestión y análisis del mismo. Lo dice Cristina: [el subrayado es nuestro] "La Corte suspendió las elecciones a gobernador de las provincias de Tucumán y San Juan, a tan sólo 72hs del comienzo de la veda electoral y con un claro objetivo político: perjudicar al peronismo y tapar sus propios delitos.” El Partido Judicial actúa atado con precisión quirúrgica al calendario electoral. Pareciera que ese detalle, las 72 horas, fue determinante en la decisión; estos tipos pueden hacer cualquier cosa, carecen de freno. Al revés de los que hicieron Uñac y Manzur, que se la dejaron servida a la Corte para que suspenda los comicios y envíe un mensaje al kirchnerismo, ella se las complica, buscando romper la trampa: “No voy a entrar en el juego perverso que nos imponen con fachada democrática para que esos mismos jueces, encaramados hoy en la Corte, dicten un fallo inhabilitándome o directamente sacándome cualquier candidatura que pueda ostentar, para dejar al Peronismo en absoluta fragilidad y debilidad frente a la contienda electoral. Los hechos recientes me han dado la razón.”
Propone un camino: “Ante esta situación resulta imprescindible --más que nunca-- la construcción de un programa de gobierno que vuelva a enamorar a los argentinos y las argentinas, y convencerlos de que un país mejor no sólo es posible sino que, además, es deseable. Un programa de gobierno que es necesario no sólo para el peronismo, sino para el sistema democrático en su conjunto”. Y para eso puso en marcha la Escuela Justicialista desde La Plata.
La única persona que menciona por su nombre es Héctor Magnetto, quien es el verdadero líder de la oposición: “‘La bala que no salió y el fallo que sí saldrá´ fue el titular del diario Clarín, de Héctor Magnetto, principal usina de difusión del odio hacia mi persona y mi familia; en una suerte de lamento por el fracaso del asesinato, pero anticipando el fallo que pocos días después exponentes del Partido Judicial dictarían en mi contra…”
El partido Justicialista hizo muy poco, por no decir nada, para defender a la vice presidenta y principal candidata. Miró para otro lado todo el tiempo y se dedicó a hostigarla más que a ayudar a que el peronismo tenga una salida electoral airosa: “Como vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo, no se trata sólo de la proscripción de una persona, sino del peronismo. Aunque algunos, por mezquindad o mediocridad, lo negaron recurriendo a tecnicismos legales, la realidad una vez más lo confirmó.
Creo que esta carta demuestra que Cristina está lejos de retirarse y que está más dispuesta a darle una batalla más a la derecha y al Partido Judicial, pero desde otro lugar. No es la despedida, sino el comienzo de una nueva etapa de lucha para desarmar la mafia judicial, que si no se desarma no puede nadie gobernar este país. Es democracia o mafia, pueblo o corporaciones y CFK es la única que puede dar esa batalla, para lo cual es imprescindible que asuma la presidencia del Partido Justicialista, veremos que dice el 25 de mayo. No va a faltar a su cita con la historia.