A poco más de una década de su primer desembarco en el Teatro Gran Rex, Massacre regresa a esa sala este viernes a las 20, para saborear el gusto de actuar en uno de los lugares más emblemáticos de la música popular argentina. Pero también para ponerse al día con sus fans, porque el quinteto vuelve a los escenarios con varias novedades. “Si bien tocamos en muchos lugares, incluso en el Luna Park, el Gran Rex es otra cosa”, afirma Walas, vocalista de la banda. “Queda en calle Corrientes, nuestro Broadway. Y eso tiene su magia, es un ritual que tiene su importancia propia”. 

Sobre la propuesta que hilvanarán en esta ocasión, el frontman adelanta: “Habrá temas nuevos, nuestros clásicos, mucha psicodelia, mucho progresivo y mucho sinfónico”, enumera. “Hay que tener en cuenta que la gente estará sentada en butacas. Entonces la cosa no se pone tan poguera, sino más bien contemplativa”.

-Por lo que contás, será un show clásico de Massacre. Aunque lo que cambia esta vez es la característica de la locación. ¿Por qué lo llamaron Riesgo Rex?

-El nombre lo tomamos de una de las canciones que nos produjo Gustavo Santaolalla. Será parte del disco que estamos preparando. Lo produjeron tres productores diferentes, por lo que lo dividimos en la misma cantidad de segmentos. Y la canción “Riesgo” pertenece al segmento Santaolalla.

El adelanto inicial de esta nueva etapa, a la que el cantante y compositor describió como “massacredélica”, salió a mediados de 2021. Pertenece al segmento Santaolalla, y lleva por título “Mariposa”. Fue la primera canción de estudio del grupo en seis años, tras la salida de su álbum Biblia ovni. Así que ese puñado de canciones se vienen cocinando desde hace mucho tiempo, condicionado por el lanzamiento de un disco en vivo grabado en Obras (para celebrar sus 30 años) y por la aparición de la pandemia. Si bien las sesiones comenzaron por Zoom, los músicos, apenas pudieron, entraron a grabar los nuevos temas en los estudios Romaphonic y Panda de Buenos Aires. Para luego hacer lo mismo en el texano Sonic Ranch (por ahí ya pasaron Juana Molina, El mató a un policía motorizado y Bandalos Chinos), en el estudio del ex Arco Iris en Los Angeles, y en Brooklyn, comandados por el venezolano Héctor Castillo.

Nueve se titula el inminente trabajo de Massacre, y verá la luz en el segundo semestre de este año. El entorno del grupo describe a este disco como “orgánico”, y la piedra fundacional del repertorio fueron los tres temas que hicieron junto a Santaolalla. “Es un encuentro absolutamente coherente. Tenemos un vínculo que va por fuera de la música”, explica Walas sobre una sociedad que, desde lo estéticamente musical, parece insoluble, pero que luego de una cena que compartieron se volvió eterna. “Cada vez que nos vemos, los discos nos unen porque somos melómanos. Pero hablamos muchísimo más de cosas extradimensionales, de fenómenos paranormales y de conspiracionismo. De él aprendí a definir eso como física cuántica, para que no nos tomen por los locos de los platos voladores. Esos temas generaron que hiciéramos este trabajo”.

Aparte del pionero del rock argentino, Federico “Fico” Piskorz, guitarrista de Massacre, funge como productor de Nueve (título que alude a que éste será su noveno disco y al tamaño del repertorio). Es por eso que el brazo internacional de este proceso recayó en Héctor Castillo (de su abultada trayectoria como ingeniero de sonido y productor, destaca su labor al frente de los álbumes rioplatenses Fuerza natural, de Gustavo Cerati; El pozo brillante, de Vicentico; o Suenan las alarmas, de No Te Va Gustar). 

De los tres temas que produjo el venezolano establecido en Nueva York, “Ella va” y “La cita” se convirtieron no sólo en los flamantes singles del grupo (salieron el 27 de abril), sino también en un nuevo vinilo de siete pulgadas. “Todos los temas del disco se crearon en pandemia”, advierte el frontman. “Con Héctor hicimos otro que se llama ‘Medusa lunar’, pero quisimos sacar un single de dos caras (Lado A y Lado B) con ‘Ella va’ y ‘La cita’. Y los subimos a las plataformas”.

En su balance anual, la Federación Internacional de la Industria Discográfica (IFPI) anunció que Taylor Swift se transformó en la artista que más discos vendió en 2022. Otro dato que llamó la atención es que fue la única música del top 10. Le secundaron los surcoreanos BTS y Drake. Sin embargo, el reconocimiento de la cantautora estadounidense vino de la mano del desplazamiento de un record que se mantuvo imbatible en los últimos 35 años: su disco Midnights despachó más copias en vinilo que en CD. Esto sucede, paradójicamente, cuando el CD vuelve a tomar vuelo. “Yo lo vengo adelantando. Varias veces dije que, después del vinilo, se iba a poner de moda el casete, y, consecuentemente, regresaría el CD”, dice Walas. “Lo único que hay que cambiarle es la nomenclatura. Antes no decíamos vinilo, sino disco o long play. Después al casete se le puso tape. Son ciclos, y te venden el mismo producto. Pero con diferentes nombres”.

-“La cita” surgió de una historia real. ¿Podés revelarla?

-Nació a partir de una historia de cuando fuimos a Las Vegas, por nuestra nominación a los Grammy. Salimos con un músico argentino muy conocido, cuyo nombre no voy a develar, a buscar discos por las disquerías. Un amigo en común nos hizo acudir a la cita. Inicialmente, ambas divas dijimos que no. Tras su insistencia, desayunamos en el Caesars Palace. Salimos a comprar vinilos, tesoros incunables, y la pasamos bárbaro. Nos hicimos más amigos de lo que éramos. Esa canción cuenta las anécdotas que vivimos en esa tarde tan hermosa.

-¿No podés decir el nombre de la otra “diva”?

-La letra de la canción más o menos devela quién es.

-Puede parecer sugestión, pero la letra de “Ella va” pareciera dialogar o rendir tributo a “Ella vendrá”, de Don Cornelio y la Zona. Incluso en su sonido.

-La letra de “Ella va” tiene cuatro estrofas en las que hablan cuatro mujeres de diferentes épocas. Me di cuenta de que el estribillo lo saqué de la pandemia porque dice: “Ojalá que puedan cruzar”. Eso se puede leer como una expresión de deseo, de que puedan cruzar hacia otra dimensión. Para elevarse y ascender. O también se puede entender como una expresión de deseo para que puedan superar los controles que había en la pandemia.

-Si bien estas canciones están inspiradas en la pandemia, para muchos eso ya es cosa del pasado. A esa banalización hay que añadirle que este mes la OMS declaró endemia al covid-19. Por más que hay gente que aún sufre sus secuelas, ¿no temés que al disco lo traten de anacrónico?

-El disco lo hicimos durante la pandemia, con elementos muy rudimentarios. Cuando estábamos aislados, nos mandábamos canciones e ideas por WhatsApp. A veces, hacíamos Zoom para ensayar. Nosotros tenemos muy en cuenta que estamos en un estado que quedó influido por lo que nos pasó en la pandemia.

-Ahora que está en boga el marketing de la nostalgia, ¿van a celebrar los 30 años de su primer álbum, Sol Lucet Omnibus? Coincidió con la salida de El amor después del amor

-Nos consideramos una banda actual, La revisión que hacemos es reeditarlo en vinilo. Y listo. Sin embargo, en este caso esa reedición estuvo inmersa en el relanzamiento del catálogo de Tommy Gun (el sello que lo publicó). No tuvimos ninguna participación artística o estética, a diferencia de El mamut.

El disco debut de Massacre (su secuela, Galería desesperanza, cumplirá 30 años en 2024) apareció en medio del clímax del under porteño, donde la escena del Buenos Aires Hardcore coincidió con la del Nuevo Rock Argentino. Al igual que con el nacimiento de la tribu rolinga y la posterior llegada de la cultura rave. A pesar de que Walas y los suyos hoy juegan de locales en el mainstream del rock argentino, a tal punto de que son capaces de convocar a 35 mil personas en Tecnópolis, su corazón sigue latiendo en el subsuelo. Lo que hace más loable su decisión de seguir siendo fieles a un género de nicho. “El under sabe más que el mainstream”, dispara este icono del post punk, del hardcore y del grunge y del skate rock. “El under estudia, tiene esperanzas, tiene futuro, tiene mucha avidez. El mainstream, en cambio, baja los brazos. Se duerme en los laureles. A mí, y te lo digo de verdad, me gusta más la gente del under que del mainstream”.

-Entonces conocés a los Winona Riders…

-A los Winona Riders los vi abriéndole el show a los Brian Jonestown Massacre, y me encantaron. Pronto tenemos que tocar juntos. Los invitaremos a hacerlo en algún show nuestro.

-En una nota para este diario, ellos afirmaron que en los últimos 20 años no hubo under en Buenos Aires. Eso indignó a mucha gente. ¿Estás de acuerdo con su apreciación?

-Entiendo la idea de que no hubo under, sino que hubo indie. Era el under cool. El under es un espacio del que todos quieren salir. Quieren estar un rato transicionalmente. Pero la verdad es que hay mucho under en Buenos Aires, por suerte.

-El que supo sacarle provecho a la polémica fue Spotify: inventó una playlist a partir de esto. Lo que sugiere que las escenas ya no funcionan de manera orgánica. Hoy salir del anonimato es más complejo.

-Y sí. Por lo visto hoy todo pasa por la forma electrónica. También tiene que ver con que tu nombre se repita, con algún hito, con que hagas de opening de alguien o con que te luzcas en un festival. Cambió muchísimo el paradigma. El caso raro es justamente el de los Winona. Por eso, en este momento, son la comidilla.

-Tomando en cuenta que pasaron por muchos estilos, ¿ahora qué hace Massacre?

-Si se nos pone una etiqueta, creo que la que nos queda mejor es la psicodelia alternativa.


El tributo a Ramón Ayala

En noviembre de 2022, en el CCK se llevó a cabo una actividad especial para festejar los 95 años de Ramón Ayala, al igual que toda una vida entregada al arte popular. Entre los artistas invitados a esta celebración se encontró el sobrino más ilustre del mítico folklorista y poeta. “Me tocó cantar nada menos que ‘El mensú’, frente al autor y compositor (el padre de Walas, Vicente Cidade, es coautor del tema). Imaginate que es la canción más importante de su carrera”, explica el frontman, quien además interpretó esa noche “El cosechero”. “Y la verdad es que fue un orgullo. Me sentí más nervioso que nunca, más nervioso que con nadie del rock, más nervioso que cuando Soda Stereo me invitó a cantar en Gracias totales. Luego, Ramón me dijo en el camarín que la versión le pareció extraordinaria. Y me felicitó”. 

Amén de su enorme capacidad para recrear la idiosincrasia litoraleña, el icono misionero es una suerte de Johnny Cash para la música de la región. Carácter que bien supo heredar el cantante de Massacre. “Sin duda adopté la impronta de Ramón, aunque sin darme cuenta. Lo notás en los gorros, los sombreros, la poesía y lo recitado en el medio de las canciones. Con el tiempo me di cuenta de que de los dos artistas que más aprendí fue de Luca Prodan y de Ramón Ayala”.


Ringo, pasta de campeón

En marzo último, se estrenó Ringo, gloria y muerte, serie biográfica basada en la vida del pugilista Ringo Bonavena, punto de inflexión para el boxeo argentino. Aunque devenido con el tiempo en ídolo pop. A tal instancia que 12 años antes del lanzamiento de este biopic, Massacre puso a la venta un álbum inspirado en el deportista. Si bien la producción de la plataforma de streaming Star+ no incluyó nada de ese repertorio en su banda de sonido, el grupo, en su momento, estuvo en contacto con la familia de Bonavena. “Hicimos una nota con su viuda, que incluyó fotos, para Página/12 (fue publicada el 18 de agosto de 2011, en el Suplemento NO). “Nos citaron en una confitería para hacer la entrevista, donde charlamos juntos”. A partir de la serie, se conoció que una nieta y otro nieto del boxeador siguieron sus pasos sobre el ring. Pero Walas asegura que, por el momento, aún no entraron en contacto con ellos.