El gobernador Axel Kicillof habló varias veces de rebeldía a lo largo de la charla abierta que tuvo lugar en el Centro Cultural Kirchner y que compartió con la periodista y dirigente brasileña Manuela D'Ávila. Durante la conversación, el bonaerense intentó definir y problematizar el concepto. Tal vez porque el tema de las nuevas derechas radicales, con sus distintas expresiones en cada país de la región, también la rondaba. También porque la moderadora, Gabriela Pepe, abrió el evento preguntando por qué los trabajadores se sienten interpelados por los discursos de extrema derecha. “¿Qué es ser rebelde? ¿Ir a Llao Llao a pedir la bendición de los grandes empresarios? ¿Defender la usura y los negocios financieros? Si yo voy ahí, me sacan a patadas en el culo”, dijo y levantó una ovación de la platea.
A la hora de intentar responder esa misma pregunta, la ex diputada brasileña Manuela D’Ávila puso las cosas en contexto: “Vivimos una crisis prolongada. La crisis es internacional, aunque la veamos local, los argentinos creen que es Argentina, los brasileños creen que es propia de Brasil, pero desde 2008, cuando estalló en EEUU la crisis financiera (a partir de la crisis de las hipotecas subprime), el mundo se ha vuelto más inestable; tanto en el aspecto de la tecnología y el trabajo como por las guerras. Los países centrales y élites locales quieren nuevamente que nuestros países sean subalternos, que provean productos primarios. Y, desde la política, a veces olvidamos cómo viven los trabajadores. Si no conectamos con los problemas reales, se genera vacío de identidad. Una mujer que no tiene con quién dejar a su hijo para ir a trabajar, por ejemplo, u otra que no cobra o cobra mal porque realiza tareas de cuidado”.
La charla tuvo lugar en el marco del ciclo "Democracia e Imaginación Política", que integra el Proyecto Ballena, del ministerio de Cultura de la Nación. Se trata de una serie de debates con los 40 años de democracia en Argentina como punto de partida. "¿Cómo radicalizar la democracia? Es posible construir alternativas de gobierno que no abdiquen de su vocación transformadora?", era el lema convocante.
A la hora de abordar el fenómeno del ascenso en la aprobación de esas nuevas derechas en sectores populares, Kicillof sostuvo que no cree en el supuesto “giro a la derecha”, sino en un malestar por la falta de respuestas o soluciones del problema político. “Hay bronca, frustración, enojo, pero no quieren venta de órganos, voucher educativo ni privatizar YPF.” Y ejemplificó: ”nos decían en 2019 que no había forma de que Vidal no ganara la elección y perdió por 20 puntos. Nos decían que la nueva ola de derecha iba a durar 20 o 30 años. Pensamos que Trump estaba terminado y reaparece. Todo lo sólido se desvanece en el aire”. Para ilustrar la coyuntura agregó: “somos parte de la fuerza política que planteó la industrialización argentina. Ahora los desindustrializados son EEUU, Gran Bretaña, Francia, por la deslocalización de las empresas. Biden quiere que las empresas norteamericanas vuelvan a su país y produzcan ahí. No se puede formular estos problemas en un tuit ni mucho menos resolverlos. China es el país más capitalista hoy porque reclama libre comercio. Reina la confusión".
Consultada por la situación de su país, la actual alianza de gobierno y cuál sería el sujeto histórico para transformar o radicalizar la democracia, D'Ávila mencionó dos niveles distintos. “En Brasil tenemos una alianza política programática con Lula y otra alianza con todos los que están a favor de la democracia. Algunos se burlaban, ¿Lula y Alckim? Yo agrego 'Lula, Alckim, Xuxa y las paquitas'. No nos unió el amor, sino el espanto." Y lo ilustró: “En el Congreso, no hace muchos años, los diputados se saludaban, era natural. Ya no se saludan y lo que se naturalizó son las amenazas de muerte”.
En este contexto, D'Ávila mostró una gran expectativa en el movimiento de mujeres. “No hay contradicción entre la izquierda tradicional y los movimientos de mujeres, indígenas y demás nuevos sujetos. Porque no hay naciones ni pueblos sin mujeres”, dijo, y recibió un aplauso cerrado. “Tenemos que cambiar los espacios de poder. Una política más afectiva, conectada con el dolor de la gente. La política puede ser tocada, afectada por lo que las mujeres feministas conectadas con la realidad proponemos. No tenemos que ser nuevos hombres. Afecto, afectarse por el otro para mantener la rebeldía.” Y agregó: “Hoy un intendente me contaba, mirando encuestas, que los varones jóvenes son más permeables a Milei y su discurso. Entonces serán las mujeres las que les expliquen lo que significa dinamitar la escuela, dinamitar la vivienda, dinamitar todo”. Por último, volvió a su remate preferido. “La derecha tiene muchos candidatos pero un solo programa de gobierno que es restringir derechos. Por eso, en estas elecciones se juega derecha o derechos.”