Snarky Puppy regresa a Buenos Aires para renovar su idilio con el público argentino. Una pasión inexplicable. Incluso para el líder el ensamble estadounidense de nü jazz, el bajista Michael League. “Para nosotros es una locura lo que pasó. No tiene explicación ni lógica”, reflexiona el músico en español, al otro lado del Zoom, antes de su recital de este domingo 21 de mayo a las 20 en el Luna Park. “Si bien tocamos en 70 países, sólo somos conocidos en nuestro pequeño rincón de la industria musical. Y más específicamente en el de la música instrumental. Pero lo que pasa en la Argentina es distinto. Puede ser tenga que ver con el hecho de que tenemos a un músico argentino. Aunque también tenemos a un japonés y a un inglés, y eso no sucede en Japón ni en Inglaterra. Cuando vamos para allá, nos sentimos como supongo que se deben sentir las estrellas de la música pop”.
-No te podés quejar…
-No me quejo. Todo lo contrario: ¡es increíble! Eso habla de la mentalidad argentina, así como de su apertura. Allá hay conocimiento y entusiasmo, por más que sé que es un país cancionero. Me impresiona que esto le pueda suceder a una banda de música instrumental. Si pasa no es por nosotros, es gracias al público.
A casi seis años de sus memorables shows en el Teatro Colón y la Ciudad Cultural Konex, los de Texas vienen con novedad bajo el brazo: Empire Central (2022). Al igual que sus otros trabajos, no se trata de un disco más. Sin embargo, su décimoquinta producción tiene dos rasgos que la caracterizan: se trata de su propuesta más groovera y ganó este año el Grammy en la categoría “Mejor álbum instrumental contemporáneo”. El éxito de ese disco fue tan rotundo que League prefiere improvisar el set el mismo día del recital. “Tocaremos muchas canciones nuevas. Es lo que estamos haciendo en este tour”, adelanta. “A veces tocamos exclusivamente temas nuevos, pero yo hago el set list una hora antes del show. Me gusta escuchar el sonido de la sala y pensar lo que tocaremos. Es todo parte de un mismo ecosistema”.
-Sorprendió la onda de su último álbum, a tal punto que no estuvieron nominados en los Grammy como artista de jazz sino de música instrumental. ¿Por qué decidieron adentrarse en las fauces del funk? Dicen que una vez que se entra, es difícil salir…
-Intentamos cambiar la onda un poquito. Pensamos nuevamente en nuestro pasado en Texas y en la comunidad de ahí. Es un disco más directo y visceral, y no tan cerebral. No creo que hayamos sacrificado nada de arte o de profundidad al hacer esta propuesta. En cada disco nuestro intentamos comunicar el mensaje claramente. Estamos intentando no quedarnos en las nubes. Y claro… en nuestro género es muy fácil tomar el camino demasiado intelectual.
-Si no es un disco de jazz, ¿de qué sería?
-Yo diría que es música instrumental inspirada… No sé. Ya no sé qué género hacemos.
-Soltaste el liderazgo del grupo, lo que se nota en la autoría de los 16 temas. En esta ocasión, todos o casi todos los integrantes de la banda participaron como compositores. Eso habla del vuelo creativo del álbum.
-Esa fue otra diferencia con respecto a los discos anteriores. De los 20 músicos que integran la banda, 12 compusieron algo. La intención era incluir más cabezas y opiniones. De hecho, ésta fue la primera vez que hicimos un disco grabado en directo, con todos los músicos tocando al mismo tiempo. Me parece que eso fue lo más exitoso de este experimento. Generalmente, en los conciertos, luego de cinco o seis canciones nuevas tocamos algo antiguo para que el público no se aburra. Pero en esta gira, a manera de juego, tocamos canciones nuevas hasta que el público quiera algo diferente. Y por el momento nunca pidieron otra cosa. Me parece increíble que estas canciones funcionen tan bien en vivo. Quizás eso sucede porque las grabamos así.
¿Esta libertad de la que disfruta Snarky Puppy tuvo que ver con que tu carrera musical fuera de la banda fue tomando más impulso al momento de experimentar?
-Snarky Puppy siempre está experimentando e incluyendo influencias de todo el mundo. A veces, hay cosas particulares que funcionan dentro de nuestra burbuja, mientras que otras cosas funcionan en el dúo que tengo con Bill Laurence (tecladista del grupo) o en mi carrera solista. Todos los integrantes del grupo tienen al menos un proyecto paralelo. En mi opinión, lo más importante es no forzar nada. Si algo funciona en el contexto de Snarky Puppy, lo hacemos; si no, lo dejamos. Cada proyecto debe tener su propia identidad o sonido. No quiero que mis discos solistas tengan la misma onda de la banda. Una cabeza tiene varios mundos adentro y me parece una pena cuando un músico tiene una misma idea musical para todo.
Previo al Luna Park, League presentó el pasado martes y miércoles, en Café Berlín, el disco que grabó con Bill Laurence: Where You Wish Were. Lanzado el 27 de enero, este trabajo evidencia la influencia que tuvo Cataluña (actual hogar del músico) en su impronta sonora. “Lo primero que hicimos fue aclarar los objetivos”, explica el artista de 39 años, quien puso su talento a disposición de figuras de la talla de David Crosby y Susana Baca. “La idea era hacer algo sencillo, con mucho espacio y que podamos tocar en directo fácilmente. Terminó saliendo un disco muy emocional, íntimo y sensible (lo grabaron con laúd, bajo y percusión)”. El primer álbum del tándem fue hecho durante la pandemia, cuando las restricciones para viajar entre Europa y los Estados Unidos se endurecieron. “Armamos el dúo para tocar en los festivales europeos de 2020, porque vivimos allá”, dice. “Nos sentimos tan a gusto que lo siguiente fue hacer el disco”.
Al mismo tiempo que League y Laurence actuaban en la sala de Villa Devoto, en Niceto Club se presentó el miércoles Nubya García, como parte del festival South London. A la saxofonista inglesa le bastó con hora y media de performance, respaldada por un trío exquisito, para demostrar por qué es considerada la nueva sensación del jazz de ese país. Sendos desembarcos sirven de preámbulo para la vuelta del trío canadiense Bad Bad Not Good a la capital argentina, el próximo 1 de junio, en la Ciudad Cultural Konex. Y regresa además con un discazo, Talk Memory (2021). Todos ellos forman parte de la nueva savia del jazz, generación que alcanzó su clímax a partir de la segunda mitad de la década pasada. “Snarky Puppy es apenas una parte de esa nueva historia”, explica el frontman. “Nuestras influencias nunca tuvieron tanto éxito como nosotros. Así como ellos la identificaron, nosotros abrimos esa puerta para que otros artistas pudieran entrar”.
-¿Pero te sentís parte de una misma escena?
-Puede pasar que Bad Bad Not Good o Hiatus Kaiyote abran otras puertas que no vimos nosotros. Al final, no tenés mucho control sobre eso. Hacés lo que hacés y tiene su efecto. Por suerte, por casualidad o por talento. Aunque no pienso mucho en esas cosas que no son musicales. Si lo hiciera, entonces estaría pensando en el éxito.