El lunes 7 de febrero de 1921 un grupo de anarquistas, trabajadores de distintos oficios, junto a casi una decena de estudiantes de la nueva Facultad de Medicina de Rosario, que también eran practicantes de los hospitales de la ciudad, tomaron la Municipalidad y conformaron un gobierno autodenominado Soviet. Los rebeldes izaron una improvisada bandera roja en el balcón de la Municipalidad [1]. Tras eso, el gobierno revolucionario comenzó a legislar y decretó algunas normas nuevas: trabajo de ocho horas para todos los trabajadores, aumento de salario para los municipales y quita o rebaja de impuestos para los sectores bajos de la sociedad. Esas fueron algunas de las nuevas medidas del Consejo del Soviet rosarino.

El gobierno revolucionario que se inició temprano por la mañana de ese primer lunes de febrero tuvo un abrupto final a media tarde cuando soldados del Regimiento 11 rodearon el edificio y obligaron a los rebeldes a rendirse. A modo de humillante reprimenda, el grupo de revolucionarios fue trasladado hasta la Jefatura de Policía desde la Municipalidad, caminando por calle Santa Fe custodiados por bomberos armados con winchester. La medida tenía como objetivo avergonzar a los protagonistas del acontecimiento exhibiéndolos por una calle céntrica por un extenso recorrido.

La acción de los anarquistas, así como la medida represiva, también tenían que ver con el agitado marco político, social, económico y cultural que atravesaba la ciudad por ese entonces. Era lunes de carnaval, de “carnestolendas” como lo llamaban en esa época, y el intendente interino Fernando Schleisinger lo había prohibido. La decisión de la Intendencia estaba justificada, a su vez, debido a las noticias que llegaban del norte provincial, de los dominios de la empresa La Forestal donde, en el marco de una huelga que se había descontrolado, se llevaban a cabo enfrentamientos entre obreros y fuerzas de seguridad de la propia firma y de la Provincia. Los diarios locales expresaban que en el territorio de La Forestal había 500 hombres armados [2]. Al mismo tiempo, la situación político-social en Rosario estaba complicada porque el Concejo Deliberante, dominado por los demócratas progresistas, había decidido, en consonancia con algunos radicales, bajarles el salario a los empleados municipales que respondieron iniciando rápidamente una huelga a principios de enero.

El movimiento de los protagonistas del Soviet de Rosario también se explica por la militancia que habían desplegado “Los rebelionistas”, un grupo de anarquistas que se unificaron tras la figura de Enrique García Thomas y el periódico La Rebelión aparecido en Rosario entre 1913 y 1917, y que con el encarcelamiento de su líder y su salida de la escena rosarina, vio aparecer al periódico El Comunista dirigido por Jesús María Suárez. Desde las páginas de estos medios ácratas, se incitó a la lucha revolucionaria en pos del “comunismo anárquico”. Los redactores de estos periódicos (Bustelo, 2017; Bustelo y Lucas Domínguez Rubio, 2017) estaban relacionados en una red de militancia anarquista y estudiantil porque también formaban parte de otras organizaciones como el Centro Ciencia y Progreso, el Centro Cultural “Evolución”, centros de estudiantes de escuelas secundarias de la ciudad o participaban en revistas universitarias como Insurrexit, una publicación que reunió al grupo homónimo que, de por entonces tendencia anarco-bolchevique, formó parte del movimiento de la Reforma universitaria de 1918, apoyó a la Revolución Rusa y contó entre sus filas a Eduardo González Lanuza, Hipólito Etchebéhère y Mica Feldman, entre otros (Tarcus, 2019).

La explosión de protestas sociales, que se presentaba como un oscuro frente de tormenta para la dirigencia política y para el sector empresarial de la ciudad, fue dominada por una maniobra política de Claudio Newell quien, siendo dirigente y legislador del radicalismo, se reunió con el gobernador Enrique Mosca y aceptó el cargo de intendente. El Ejecutivo provincial accedió a esa demanda para sustituir al intendente interino Schleisinger [3]. Al asumir, Newell enfrentó al cuerpo de ediles y logró retrotraer las medidas de rebajas salariales y otros ajustes. Al mismo tiempo, consiguió que su amigo y correligionario Rafael Bielsa, por entonces un respetado profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de Rosario, representara jurídicamente a los revolucionarios apresados. En pocos días, las autoridades lograron retomar el control de la situación y la Casa Gris pudo enfocarse en la revuelta obrera del norte provincial.

En este libro me propongo analizar un acontecimiento ocurrido el 7 de febrero de 1921, el Soviet de Rosario, en el que confluyeron distintas expresiones del “espontaneísmo revolucionario” del ciclo de huelgas que atravesó el país entre 1917 y 1921, y las historias de los anarquistas, los trabajadores y el movimiento estudiantil de Rosario. Este suceso que para algunos historiadores (Álvarez, 1998) fue comparable solamente a una escena del carnaval mientras que para otros fue una de las expresiones más sobresalientes del ciclo de huelgas de 1917 a 1921 (Karush, 2002), nos permite retrotraernos e indagar en el pasado de estos distintos actores sociales, los anarquistas, los trabajadores y los estudiantes de la urbe portuaria de Santa Fe.

En este texto analizaré la experiencia de los anarquistas rosarinos a través de la indagación de este grupo de militantes y su relación con el mundo del trabajo y con el ámbito estudiantil secundario y universitario, que confluyó en el acontecimiento del 7 de febrero de 1921 en el contexto de una crisis política y social que atravesó el país y que se había iniciado cuatro años antes. Por eso el análisis aborda un acontecimiento que se despliega en una fase breve, casi un lustro de conflictividad obrera, que nos lleva a estudiar periodos de más larga duración en el que se desarrollaron dichos actores sociales.

Como expresáramos, el incidente fue protagonizado por un grupo de anarquistas, trabajadores de diversas ocupaciones, en relación con estudiantes de Medicina y practicantes en hospitales rosarinos que, desarmados tomaron por unas horas la Municipalidad y decretaron un gobierno al estilo del que tomaba cuerpo en la Rusia revolucionaria. Dicho acontecimiento se presenta como una importante oportunidad para indagar en el movimiento anarquista, en la vida de los trabajadores y las trabajadoras, en el movimiento estudiantil y, además en la Rosario de esa época como un escenario en el que se relacionaron esos protagonistas.

La relevancia del tema a estudiar estriba en que permitirá conocer aspectos de la historia de los anarquistas de Rosario que no han sido examinados en el grado de profundidad que merece el tema. El anarquismo, en tanto orientación ideológica-política tuvo gran importancia en nuestro pasado. En los primeros años del siglo XX, dos importantes dirigentes socialistas que visitaron nuestra ciudad, Adrián Patroni y Nicolás Repetto, caracterizaron a Rosario como “La Barcelona argentina” debido a la gran cantidad de anarquistas que la habitaban. El análisis de la historia de los libertarios rosarinos, además ofrece un interesante enfoque y reflexión sobre el pasado de la ciudad de Rosario en el sentido de cómo eran vistos las trabajadoras y trabajadores por los anarquistas y qué respuestas hacían, a su vez, a la apelación del discurso ácrata. En añadidura, el presente escrito permitirá analizar y conocer en qué manera se comportaron los demás actores sociales de la economía, la política y la cultura con respecto a la presencia libertaria en dicha ciudad.

Sumado a esto, la importancia y la originalidad de este libro residen en que se analizará la historia de los comienzos del movimiento estudiantil rosarino, tanto secundario como universitario, desde sus comienzos e influidos por la Reforma Universitaria de 1918 y por la Revolución Rusa. Casi la mitad de la veintena de los rebeldes del Soviet de Rosario eran estudiantes de la nueva Facultad de Medicina de Rosario. A su vez, éstos tenían contactos con estudiantes secundarios de Rosario que habían comenzado a hacerse notar en la ciudad en el marco de las protestas por la actitud argentina de no intervenir en la Primera Guerra Mundial.

Otra contribución de relevancia de este estudio es el aporte al conocimiento del estado de la clase trabajadora en Rosario desde su formación hasta inicios de la década de 1920. Cuáles eran sus organizaciones políticas y sindicales, cómo eran sus condiciones de vida y qué situaciones atravesaba en esa coyuntura y en ese ciclo de huelgas (1917-1921).

El tema es relevante también porque no existe un estudio sobre el anarquismo que refleje acontecimientos como el del Soviet de Rosario de 1921, en parte porque tuvo una gran incidencia en la historiografía argentina de los últimos 30 años la tesis de Juan Suriano (2001) de que el anarquismo entró en un fuerte declive durante la segunda década del siglo XX tras la represión de la llamada Semana Roja del Centenario (1910) y se confirmó con la reforma electoral de la Ley Sáenz Peña que amplió la participación democrática y restó espacio de protesta a la corriente libertaria. Esta posición mantuvo un consenso durante mucho tiempo (Migueláñez Martínez, 2010) pero generó un debate en los últimos años con historiadores que hallaron presencia anarquista en las décadas siguientes en distintos lugares del país (Nieto, Videla, 2020).

Por lo expuesto, mi interés se centra en conocer y dar relevancia a sucesos como el del Soviet de Rosario pero, al mismo tiempo, identificar y reflexionar acerca de la incidencia de los anarquistas en la sociedad de aquella ciudad santafesina en el largo periodo en que la ejercieron. ¿Por qué, en 1921 los anarquistas pudieron alarmar y preocupar a las autoridades y al sector empresario de Rosario?, ¿qué grado de hegemonía política, social y cultural ejercieron sobre los trabajadores?, ¿qué papel cumplieron los estudiantes universitarios en esa acción y cómo llegaron a unirse a los trabajadores anarquistas?

[1] La improvisada bandera fue armada con la parte interna del techo de un coche de alquiler tirado por caballos de la plaza 25 de Mayo.
[2] “Serían 500 los armados con Winchester”, La Capital, lunes 31 de enero de 1921, Año LIV, Nº 16.472, p. 4. El día previo, el mismo diario había afirmado que había 7 mil hombres armados con intenciones revolucionarias en el norte provincial, en las instalaciones de la empresa La Forestal.
[3] Este funcionario era el presidente del Concejo Deliberante y ocupó el cargo de intendente interino debido a las disputas internas en el radicalismo que no habían podido acordar con el gobernador Enrique Mosca quién debía ser nombrado.

El Soviet de Rosario. Rebelión de estudiantes y obreros anarquistas, de Paulo Menotti, se presenta el martes 30 de mayo a las 18.30 en el Museo de la Ciudad, Oroño 2361. Presenta Agustina Prieto.