El escenario inflacionario de Argentina sigue mostrando particularidades y algunas condiciones que reflejan cómo y por qué, además del alza de precios general, el consumo está siendo flexible a la especulación de remarcaciones de las empresas del consumo masivo. Todo eso se conjuga en dos ideas que se extraen del último informe de la consultora Scentia, que mide el gasto familiar en todos los canales de venta de todo el país: por un lado, hubo en abril un derrumbe de 21 por ciento en las ventas en comercios de cercanía (almacenes barriales, chinos y pymes) en el AMBA; a la vez que la demanda en hipermercados sigue en niveles récord y tuvo un crecimiento cercano al 9 por ciento en el mismo área. Esto refleja que Capital y el GBA son el segmento más golpeado no sólo por la inflación, sino por la maniobra de empresas que, por el mismo producto, cobran hasta un 50 por ciento más en los barrios que en las grandes cadenas.
Otro de los datos curiosos es que esa caída del 21 por ciento en los comercios barriales del AMBA es muy superior a la baja que registraron los comercios barriales del interior (-2,4 por ciento). Una muestra clara de que hay más especulación en el AMBA que en el resto del país, donde la media salarial, en general, no tiene tantas diferencias como para justificar más demanda en el interior que en el AMBA. Naturalmente, este derrumbe del gasto en los barrios es significativo porque allí compran 8 de cada 10 argentinos y es una preocupación también estadística para el Gobierno: el IPC del INDEC, en su rubro alimentos, tiene el mayor peso en los números de los barrios. Ergo, alimentos seguirá dando números muy elevados en los próximos indicadores.
El fenómeno de las remarcaciones de empresas en los barrios fue incluso penalizado por el Gobierno con sanciones a gigantes como Coca Cola y Danone, que subieron los precios hasta 30 puntos en los barrios, cuando el permitido de Precios Justos era 3,2 mensual. Pero para que se de semejante fenómeno de baja del consumo en los comercios de cercanía esa práctica debe estar extendida a casi todos los proveedores.
Un récord en alta inflación
En la otra esquina, la venta en abril en grandes cadenas creció 9,4 por ciento, con un 8,8 por ciento de suba en el AMBA y 9,9 en el interior. Un alza que se ha mantenido en ese nivel hace al menos cuatro meses. Eso prueba que aún con 120 por cientro de inflación, el comprador reacciona con fuerza a precios más bajos y promociones. Ese empuje de los híper, que están recibiendo migración de los barrios, es la contracara del derrumbe en los barrios y el promedio de ambos es lo que sostiene un consumo oscilante. El dato no es menor porque en un escenario de inflación como el actual, el derrumbe del consumo debería ser total.
En abril, las ventas generales, según Scentia, cayeron solo 0,3 por ciento, luego de subir 1,6 en marzo. El fenómeno, a este nivel de precios, sigue bastante sostenido para el nivel de alza de precios y los juegos especulativos. Un ejemplo: en los cuatro años de Macri, medido por Scentia, las ventas de todo el segmento (hiper más barrios), se desplomó los cuatro años. En los cuatro que lleva el Frente de Todos, creció en todos menos en el 2020, donde terminó empatado en plena pandemia. En este Gobierno hubo el doble de inflación que en el de Macri, que a la vez había duplicado la inflación de Cristina Kirchner.
Qué se compra y qué no
La foto más dura del derrumbe en los barrios es que las ventas en abril cayeron en los 8 rubros, y en todos por encima del 2 por ciento y llegando a más del 13 de baja en algunos casos. Limpieza y Hogar cayó 13,1; Higiene y Cosmética 12,2; Alimentación 9,3 por ciento; Perecederos 10 por ciento; y Bebidas con Alcohol 8,5.
En contraposición, en los hiper, subieron las ventas de todos los rubros a nivel ilógicos. Alimentación subió 16,5 por ciento; Bebidas con Alcohol 19,3; Higiene y Cosmética 9,8; y hasta los Impulsivos, los productos que se consiguen al lado de las cajas, aumentaron sus ventas un 7,5 por ciento.
Estos datos se explican, también, por la especulación. Hay productos emblema que son mucho más baratos en los híper que en los barrios. Algunos ejemplos, la leche es hasta 50 por ciento más económica en las grandes cadenas; y lo mismo pasa con los aceites, que además tienen promociones vinculadas con Precios Justos y ofertas de las mismas cadenas. El problema, en este escenario, sigue siendo que los proveedores les venden más caro a los comercios barriales, ergo, los obligan a vender más caro y a perder ventas. Y el Estado sigue teniendo problemas para regular a las alimenticias.