Las primeras imágenes de El siervo inútil –estreno en salas del jueves pasado– ofrecen vagones de tren herrumbrados, a la manera de una postal situada al margen de la ciudad. Entre las vías muertas camina Luca, un empleado inmobiliario que convence a futuros compradores sobre las virtudes del housing a construir. Es un empleado modelo, hace lo que se le dice. Obedece. En este sentido, Luca tendrá que encontrar la manera de destrabar complicaciones legales. Así, la connivencia entre el poder económico y los funcionarios venales surge invariable. El acuerdo con un diputado dejará entrever un pasado familiar compartido y obligará a un intercambio de favores al que Luca accede sin objeciones.

La sólida caracterización de Federico Liss permite que el argumento avance, a la par de un personaje casi hermético, aparentemente sin cavilaciones. El siervo inútil, ópera prima del director cordobés Fernando Lacolla, resultó ganadora del 10° Concurso Raymundo Gleyzer Federal INCAA, y formó parte de la categoría Largometraje en Competencia Argentina del último Bafici.

“Era una responsabilidad grande cuando leí el guion y vi que el personaje estaba en todas las escenas. Es una película que sigue de cerca a este personaje, con planos también cerrados. Pero confié mucho en Fernando Lacolla y en lo que me decía sobre el personaje y su derrotero, en su manera de atravesar todo sin decidir, casi como si las situaciones y coyunturas lo hicieran por él. No es el personaje el que acelera la acción, sino el contexto, la aceptación y naturalización de lo que está dado. Por eso, el personaje no tiene desbordes o clichés por el estilo, sino un trabajo interno, que adquiere capas y es muy complejo. Fue un desafío actoral”, señala Federico Liss a Rosario/12.

El siervo inútil refiere a una cita bíblica de San Lucas, que el film incluye: “Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. En este sentido, la figura de Luca es la del siervo del título y sin embargo funcional. Para el actor, su personaje “piensa que con ese accionar está construyendo algo pero lo que consigue es su propia destrucción, en favor de tipos poderosos y de ciertas políticas y planes económicos. Él sirve para ellos, sin cuestionarse ni hacer preguntas sobre qué utilidad tiene para él lo que está haciendo; mientras, durante el proceso, se desplaza a gente vulnerable. Me gustan estas complejidades. Lo veo mucho en algo hoy tan difundido como la meritocracia, donde el beneficio y el ascenso personal están por sobre el colectivo, donde no se piensa en el tejido social y en los demás. Luca es un personaje ambicioso, que se va acomodando con un diputado (que interpreta Rubén Gattino) y encuentra ciertos beneficios al estar a su lado. Allí hay algo con lo que creo nos podemos identificar, cuando se hace la vista gorda y se naturalizan ciertas situaciones, aun aquellas en las que alguno tiene que sufrir. Él no decide sino que los demás lo hacen por él, algo que me parecía difícil e interesante porque no se trata de un tipo maquiavélico, que tenga un plan, sino de alguien que se acomoda a los demás”.

-¿Cómo fue el proceso de trabajo con el director?

-Había algo que estaba ya muy trazado en el guion, te diría que allí ya estaba presente cierta cosa abúlica, muy bien planteada. Lo que me inquietaba un poco era si esto se iba a notar, porque el tipo se muestra impertérrito ante lo que le pasa. Internamente ves cómo todo lo que se acumula lo va horadando y oscureciendo, pero desde un lugar muy sutil, que era lo que quería manera Fernando (Lacolla). Él me decía que confiara, que esto se iba a notar. Por otra parte, se trata de un tipo de actuación que está en los ojos, en la mirada, sin desbordes gestuales ni expresivos. A Fernando no lo conocía, así que fue una entrega total. Y me acompañó mucho la dirección de fotografía (a cargo de Ezequiel Salinas), la puesta de cámara fue bárbara. Al ver el material que se genera, uno entiende cuál es la tónica de la actuación que necesitaba la película y que pedía el director.

-¿Habías tenido un rol similar en tu trayectoria en cine y televisión?

-Nunca tuve un protagónico de esta manera, con presencia en todas las escenas, y donde la película se contara a través del personaje. Fue un desafío maravilloso, más aún cuando el guion te gusta y acordás ideológicamente con lo que se cuenta. Nunca tuve tamaña responsabilidad: si fallaba yo, fallaba la película. Tenía esa presión pero también la disfruté muchísimo, porque me permitió asumir el rol con mucho placer y desplegar todo lo que uno sueña con poder actuar: hermetismo, oscuridad, violencia, introspección.

El siervo inútil, producción de Punto de Fuga Cine, cuenta con dirección y guion de Fernando Lacolla, fotografía de Ezequiel Salinas, montaje de Martín Sappia, música de Esteban Costilla Rozzi, y las actuaciones de Federico Liss, Rubén Gattino, Víctor López y Pola Halaban.