Después de cinco años de inactividad, será reabierta la fábrica militar de pólvora y explosivos de Azul. Fanazul había sido cerrada durante la gestión de la ex gobernadora María Eugenia Vidal, que despidió a 220 trabajadores -prácticamente a todos, ya que sólo quedaron apenas 16 personas para hacer tareas de vigilancia del predio-. Su reapertura oficial estaba prevista para el 23 de mayo, con la presencia del presidente Alberto Fernández y el ministro de Defensa, Jorge Taiana, pero finalmente se postergó por cuestiones meteorológicas y se realiza este viernes 9 de junio. En una primera etapa, toda su producción, consistente en insumos para la minería, será exportada, generando divisas para el país.
“Obviamente, vivimos con muchísima felicidad que haya habido una definición política por la reapertura, pero que no se hubiera dado sin la lucha de los trabajadores y trabajadoras de Fanazul, que durante el macrismo y en el arranque de este gobierno mantuvimos el reclamo en agenda”, dijo Vanina Zurita, en diálogo con Página/12. Cuando ocurrió el cierre de la fábrica, Zurita era secretaria general de la seccional de Azul de ATE y hoy es secretaria de Formación de ATE Bonaerense.
Aquellos despidos tuvieron como respuesta una intensa lucha que incluyó más de mil días de acampe, cortes de las rutas, dos grandes movilizaciones desde la ciudad de Azul a la Ciudad de Buenos Aires. Los reclamos callejeros fueron acompañados además por la apertura de una causa judicial, todavía en curso.
Si bien la causa por Fanazul fue tomada, tras la asunción de Alberto Fernández, como uno de los objetivos del ministerio de Defensa, entonces a cargo de Agustín Rossi, las dificultades para lograrlo fueron grandes porque el macrismo dejó tierra arrasada. El cierre de 2017 significó mucho más que una simple bajada de persiana, porque varias de las cinco plantas que tenía la fábrica fueron totalmente desguazadas. Vidal, en el marco de la reducción del Estado, incluso le quitó la habilitación, imprescindible para poder, producir y luego hasta las tierras de Fanazul fueron traspasadas de la órbita de Fabricaciones Militares, que hoy preside Iván Durigón.
“Volvimos a una fábrica que estaba totalmente destruida y por eso el proceso fue tan largo. Se necesitó de una inversión alta para poder volver a producir”, dice la representante de ATE.
La fábrica proveerá a una empresa peruana del material explosivo Mastermix, un insumo para la minería que ya se había elaborado en Fanazul. Villa María, que es la otra fábrica que lo produce, no alcanza a abastecer a la empresa peruana.
El Ministerio de Defensa informó que para la puesta en valor de la fábrica invirtió 5 millones de dólares. En la actualidad hay 122 trabajadores en actividad, aunque todavía unos veinte esperan ser reincorporados. Y existen otras actividades proyectadas, entre ellas la de funcionar como un centro de destrucción de chalecos de seguridad y de carga de proyectiles.
“El objetivo es incorporar 20 personas más a partir de ponerla en marcha y alrededor de 10 y 14 más, si es habilitada la planta de destrucción de chalecos", señaló Oscar Galante, vicepresidente de Fabricaciones Militares.
El funcionario detalló también que desde el 2020 se trabajó para reactivar el centro de destrucción de explosivos, recuperar las calderas de vapor, los tanques de ácido, el sistema de calefacción de la glicerina y las cañerías. Se adquirieron también equipos de grupos electrógenos, compresores de aire y de amoniaco.
Creada durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, Fanazul ya había tenido un primer intento de cierre durante la gestión de Carlos Menem y, de hecho, tras los 90 su reactivación plena no se dio sino hasta los gobiernos kirchneristas, que mediante el refuerzo de personal, su profesionalización y el aporte de inversión la pusieron a la altura de los más altos estándares internacionales de seguridad y calidad.