La otra cara del boom de la inteligencia artificial es el fabuloso negocio financiero que están haciendo las grandes empresas tecnológicas norteamericanas. Luego de las fuertes caídas en las cotizaciones de las acciones que estas firmas sufrieron en 2022 a causa de la salida de la pandemia, que volvió a acomodar las canastas de consumo, con menos participación de la tech, el lanzamiento del ChatGPT por parte de OpenAI les permite gozar de un repentino resurgimiento que no está exento de advertencias.
Desde comienzos de año, la acción de Apple subió un 40 por ciento; la de Microsoft lo hizo en un 43 por ciento. Alphabet (Google) creció 45 por ciento en menos de cinco meses, mientras que Amazon anotó una ganancia del 37 por ciento.
La estrella de las grandes empresas tecnológicas es el fabricante de chips Nvidia, que se recuperó en un 113 por ciento. Esta empresa se promociona como una de las principales beneficiarias del avance de la tecnología de la inteligencia artificial, ya que proporcionaría la potencia informática necesaria para estos desarrollos.
De forma conjunta, las cinco empresas dominantes del sector tecnológico tienen una cotización de mercado de casi 9 billones de dólares, lo cual representa el 25 por ciento del índice S&P de Wall Street.
El resurgir de las acciones de las big tech aparece apenas después de una suerte de crisis en 2022, con despidos masivos en todo el mundo. De ahí que el Bank of America haya calificado a la Inteligencia Artificial como una “burbuja bebe”, en un contexto financiero volátil, en donde es posible que las tasas de interés sigan subiendo, con el consiguiente impacto negativo sobre el resto de los activos financieros.
Pospandemia
La pandemia ofreció a las empresas tecnológicas un contexto extraordinario y privilegiado para el crecimiento. El aislamiento permitió que explotara el mercado del streaming y otros consumos del hogar asociados a estas firmas. Sin embargo, la salida de la pandemia en conjunto con la suba de tasas de interés para contener la inflación modificó el escenario para las tecnológicas durante el año pasado.
Como en su momento señaló en el suplemento Cash Esteban Magnani, a lo largo del 2022, el valor bursátil de Uber cayó un 38 por ciento, el de Netflix un 48 por ciento y el de Tesla un 55 por ciento. Meta despidió miles de empleados y perdió un 66 por ciento de su valor en 2022, mientras Microsoft tuvo una pérdida del 27 por ciento del valor de las acciones, a pesar de sus números positivos en ventas y ganancias. Apple cayó 21 por ciento en 2022.
No sólo el excesivo optimismo dado por la pandemia motivó el acomodamiento del año pasado. También el cambio de las condiciones financieras generales fue determinante: la subida de las tasas de interés dio por tierra la etapa del dinero barato que había inaugurado la salida de la crisis subprime de 2008.
De hecho, el propio banco de las tecnológicas, el Silicon Valley Bank, quebró a causa del deterioro de los precios de los bonos de los Estados Unidos y el retiro de fondos que llevaron a cabo las empresas para afrontar el nuevo contexto más adverso. En ese contexto que se veía incluso como un gran cambio de tendencia respecto de los años previos es donde aparece este nuevo boom tech.
Advertencias
En medio de las grandes expectativas (y temores) en torno al impacto en la productividad, el empleo, la educación y la salud que podría tener la Inteligencia Artificial, aparecen también voces de alarma en el propio sector.
Recientemente, San Altman, CEO de OpenAi, firma desarrolladora de ChatGPT, dijo ante el Senado norteamericano que “creemos que la regulación de parte de los gobiernos será crítica para mitigar los riesgos de modelos crecientemente poderosos”. Altman se mostró preocupado por el impacto en la desinformación que pueden sufrir los usuarios, especialmente de cara a las elecciones presidenciales en los Estados Unidos el año próximo. Pidió que el gobierno desarrolle una licencia de IA. Por su parte, Elon Musk, de Tesla, junto a otros referentes techs, había solicitado frenar los desarrollos por seis meses.
En tanto, el Parlamento Europeo está estudiando el desarrollo de un nuevo marco jurídico que apunta a asegurar la calidad de los datos y su transparencia, la supervisión humana y la rendición de cuentas de las empresas de IA. También pretende abordar cuestiones éticas y los retos de aplicación en diversos sectores.