¿Quién fue Mariquita Sánchez de Thompson? Aquella mujer pintada en el centro del óleo de Pedro Subercasseaux (1909) que homenajea el centenario de la Patria. Quien habría interpretado por primera vez el Himno Nacional. La que llevó adelante un juicio que sentó jurisprudencia para lograr casarse con el amor de su vida. “La chica” que puso la casa para cantar una canción prohibida. ¿Qué hay detrás del mito de esta mujer que escribió memorias del Virreinato, dejó obra escrita relevante y es parte del salón de las mujeres de la historia? ¿Por qué se sabe tan poco sobre ella? Estas son algunas de las preguntas que se formuló la cineasta Sabrina Farji sobre el personaje histórico que retrata en su nuevo documental Mariquita, mujer revolución, que se estrena este jueves en el Gaumont y Espacios Incaa de todo el país.

Todo eso se propone develar Sabrina Farji. Y para hacerlo cuenta con voces autorizadas: Dora Barrancos, Florencia Canale, Graciela Batticuore, Andrea Bonelli, Patricio López Méndez, Adriana Tursi, María Sáenz Quesada, Cecilia Cross y Gabriel Di Meglio. El documental también tiene recreaciones que acompañan el relato de la voz en off de la propia directora, quien también aparece en escena en algunas tomas.

¿El primer recuerdo es de la escuela primaria? "Del colegio sólo la recuerdo porque se cantó el himno en su casa. Ella cantó el himno", responde la directora. Tiempo después, cuando la historiadora María Sáenz Quesada editó su libro sobre Mariquita, Farji lo leyó y en ese momento le impactó lo que Mariquita había hecho y que la realizadora desconocía. "Es como que te encuentres con una persona que es trascendental y te preguntás: ¿Qué pasa? ¿Cómo no sabemos esto?". Farji se sintió cautivada por las ideas de Mariquita Sánchez de Thompson y por cómo escribía. "Esa mezcla de escritura comprometida, como cronista de su época, y también cierta frivolidad. Tenía mucho desparpajo. No era solemne. Eso me pareció muy raro en una mujer pensando que vivió en los siglos XVIII y XIX ", afirma la directora.

-¿Por todo lo que relatás es que decidiste hacer un documental?

-En realidad, mi primera idea era hacer una ficción porque me parece que su historia da para hacer una gran película de ficción, y también una miniserie. El tema es que, por algún motivo que es interesante de desentrañar, pareciera que las historias de mujeres no encuentran tan rápidamente promoción. Hay dos películas sobre San Martín, una sobre Belgrano y Sarmiento. O sea, está ese tipo de producciones de época, sin pasar por Camila, con otro contexto porque tiene otro esquema de producción como lo tenían las películas de María Luisa Bemberg. Pero desde ese lugar es más difícil hacer películas sobre heroínas nacionales.

-¿Crees, entonces, que es un personaje relegado por la historia oficial argentina?

-Sí, fue relegada, pero no sólo ella sino muchas otras: las maestras de Sarmiento, mismo Juana Azurduy, que es conocida o reconocida pero no hay que olvidar que fue una mujer que tomó las armas. Como si fuera que para ser parte de la historia hay que dirimir las cosas en un campo de batalla. Y hay muchas otras batallas que se dirimen en otros espacios, como los espacios políticos, los espacios diplomáticos, los de la cultura. Ahí es donde creo que cobran relevancia figuras femeninas.

-En el documental considerás que Mariquita fue la primera feminista del Río de la Plata. ¿Qué fue exactamente lo que te llevó a esta reflexión?

-Es como un juego de palabras, en un punto, porque el feminismo como tal existía en la época en que vivió Mariquita, pero sus actitudes, sus acciones, esta cosa de "lo personal es político", el concepto que tenía sobre el matrimonio, sobre la pareja, sobre la libertad sexual, cómo pensaba la maternidad, el vínculo que tenía con sus hijos, sobre todo con sus hijas, el tipo de información que compartía con ellas, cómo  imaginaba el crecimiento de nuestro país a través de la educación de las mujeres, de forma igualitaria. Pero sobre todo de las mujeres. Todos esos ideales son muy del feminismo, cuando pensás en el matrimonio, por ejemplo, por elección. El matrimonio igualitario no era su tema, pero sí tuvo que luchar para que el virrey de turno, que era el poder político, le concediera el permiso para casarse con la persona que quería, que no era la persona elegida desde lo social-económico por su familia, porque las mujeres en esa época no se casaban con quienes  querían.

-¿La política y la vida privada iban de la mano en ella?

-Sí, absolutamente. Otras mujeres también. Cuando pensamos en la historia argentina, en la Revolución de Mayo, que es cuando nos conformamos como nación y dejamos de ser parte de un Virreinato, es muy curioso pensar que las mujeres solamente cosieron escarapelas, bordaron banderas, etcétera. ¿Sirvieron el catering? O sea, ¿qué hicieron? Es muy absurdo pensar que solamente tuvieron esa tarea cuando, en realidad, era una ebullición política, una ebullición de ideas. Lo que pasa es que la historia la escriben los que ganan. Y en ese momento, cómo se conformó la historia argentina tiene que ver con ideales más de otro tipo, donde las mujeres ahí sí quedan relegadas. Ella escribió las crónicas del Virreinato, pero también tuvo una nutrida correspondencia. Y las cartas no tenían esa cosa privada, sino que tenían una cosa más social y política. Por ejemplo, si se lee la carta de Sarmiento, que a mí me parece un disparate lo que dice, está publicada y está en el Archivo General de la Nación. No está guardadita y no es que nadie la leyó. La correspondencia, sobre todo de este tipo de personas, a la larga se iba a leer.

-¿Qué es lo que más admirás de ella y que descubriste haciendo tu investigación?

-Su tesón. Vivió muchas dificultades. Se tuvo que exiliar. Fue vendiendo sus propiedades para seguir manteniendo todo su entorno. Si bien en sus escritos había momentos de mucha desesperanza, siempre estaba en el nudo del asunto, en el medio de la tormenta, nunca se tiró a descansar de las idas y venidas emocionales que tenía. Me siento muy identificada con ella ahí. Cualquier mujer de hoy que trabaja y que trata de encontrar un lugar propio en el mundo y que está permanentemente repensándose a sí misma, la puede sentir muy contemporánea. Por eso, cuando imaginé hacer el documental, al no existir imágenes de Mariquita, quería que su imagen fuera tan contemporánea como yo la percibo. Y por eso elegí a Zoe Gotusso (Mariquita joven) y a Mayra Bonard (Mariquita adulta) que encarnan dos energías muy fuertes en Mariquita.