“Va a ser un 25 de mayo cantándole a nuestras ‘chinas’, nuestras Juanas Azurduy, nuestras mujeres y disidencias”, anticipa La Ferni sobre el recital que junto a Patricia Malanca ofrecerán este jueves a las 20 en Café Berlín (Av. San Martín 6656). Una, folklorista. La otra, tanguera. Ambas aunaron fuerzas ya el año pasado para grabar a dúo “La China Iron”, una “rapsodia gauchesca queer inspirada en el libro Las Aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara”. Ahora proponen a les espectadores un show con pasajes solistas (Ferni con temas del cancionero trans, Malanca con sus propios tangos) y en conjunto. Las acompañarán Nahuel Quipildor (guitarra), Alejandro Montaldo (bandoneón), Miguel Barci (guitarra) y Sofía Camafreita (violín).

Aunque con una extensa trayectoria en el folklore, a La Ferni muchos empezaron a registrarla cuando le negaron la participación en el Cosquín, pese a que había llegado desde la etapa clasificatoria con un puntaje impecable. Denuncia al Inadi primero, cambio al estatuto de uno de los festivales más conservadores del país después, finalmente pudo presentarse en el Próspero Molina. “Después de eso me llegó un mensaje de una tal Patricia Malanca, sos la personificación de la China Iron, una obra que estoy componiendo”, sonríe en el living de la aludida, después de un ensayo. Malanca volvió a insistir en el Cultural Morán y empezaron a conocerse y construir una amistad que se tradujo en un videoclip conjunto y, ahora, en un show. 

“Fue un entendernos en la misma, ella desde sus tangos, sus composiciones, yo en esta propuesta de ‘Folklore en Transición’, atravesada por la perspectiva transfeminista, hablando de minorías, que como siempre dice Pato, no son solamente minorías sexuales y de género, sino también los pueblos originarios, las putas, las negras”. La fecha elegida para el show no es casual, pues buscaban la resonancia de la revolución de Mayo con una propuesta contrahegemónica, con un “viva la Matria”.

“Para mí fue muy gracioso porque descubrirla fue uno de esos momentos de hallazgo y encuentro de lo artístico, porque como compositora no solamente está hacer mi obra sino que además encontré con quién hacerla. La vi y dije ‘es esta chica’”, recuerda Malanca. “Y tengo la sensación que cuando ella enciende la China, también se enciende el público. La gente no conoce la melodía, no conoce la letra, pero prende”.

Para ambas resulta fundamental aportar una mirada distinta al cancionero de sus géneros. No quedarse en los clásicos, aunque cantar “todas las voces, todas” pueda tener su impacto y su simbolismo en la voz de Ferni, sino también versionar los temas que aparecen en Brotecitos (el primer cancionero trans) o composiciones nuevas de Malanca. “Sentimos que en esto no tiene que haber ni eufemismo ni metáfora: estamos cantando nada más y nada menos que lo que estamos viviendo en este momento como sociedad. Podemos cantar hoy en día ‘canta conmigo, canta hermane americane’ y va a ser importante, pero si cantamos una canción que está basada ya en el lado B del Martín Fierro como propone Gabriela Cabezón Cámara, donde la China Iron termina siendo un tremendo tortón que se enamora de una gringa, Martín Fierro una marica que se trasviste, ya es disruptivo”.

Esa disrupción, tienen claro, apunta no contra nombres particulares, sino contra un sistema, un estado de cosas patriarcal. “Yo sé que tengo como enemigos a los organizadores del Festival de Cosquín y esos son nombres y apellidos concretos, personas que tienen un poder de hacer cumplir los cupos y que no los cumplen, y ni hablar de Jesús María (el hiper tradicionalista festival de doma y folklore), pero luego creo que nuestro enemigo, nuestra lucha es contra un sistema muy arraigado patriarcal y machista, es esta idea de enquistada del hacer folclore, del hacer tango de una manera binaria, de una manera con las perspectivas de amor romántico, heterosexual”, plantea la Ferni.

Su colega, además, destaca la importancia de llevar otros tonos de voz a los escenarios. “El feminismo se había quedado también encapsulado en la voz blanca del tango, el feminismo blanco, el feminismo burgués”, señala. “Una colega dijo una vez ‘bajen los tonos’, y está bueno pensar eso porque ‘bajen los tonos’ es la manera de incluir también a las diversidades, no todes tienen la voz en cuello de una soprano”, agrega Malanca. “Aquellas que somos compositoras creamos muchísimo contenido estos últimos años, ¿pero dónde lo metemos? Nos van a reproducir en cien años y alguien va a decir ‘ah, mira, encontré una cosa de Patricia Malanca que habla de un conventillo trans’, pero en este momento no hay esta empatía con los colegas de intentar que estas historias se bailen”.

“Con la cumbia ya pasó –destaca la Ferni-, porque en un momento las disidencias, les mostres, nos juntamos y dijimos que el enfieste también es político, la joda, el perreo es político y es resistencia, y aparecieron muchas bandas”. Aunque ambas celebran los pasos adelante que se han dado (Ferni misma es la personificación de eso), también saben muy bien cuánto falta avanzar. Al tango y el folklore, reconocen, aún les queda mucho por abrirse y por construir nuevos espacios. 

“Vos ponés TV pública en el Cosquín o cualquier festival y va a haber lo mismo, vas a ver danzas folklóricas donde, de vuelta, no aparecen las disidencias, sino una única forma de bailar y cantar: lo que le estamos mostrando a la sociedad en los medios de comunicación y esos grandes festivales es que el hombre zapatea y la mujer zarandea, no te decimos que aparezcan todos los varones travistiéndose, no hace falta, pero si hay compañías travesti que bailan, que bailen. Nosotras no vamos a estar con una pancarta para visibilizar porque tenemos la metáfora, la poesía, la música, nosotras somos cantantes, artistas, y desde el arte hay un montón de guiños que podemos dar hacia lo no binario, hacia lo inclusivo. “Como dice una amiga, este presente es lo nuevo que ya nació conviviendo y queriendo ganar lugar a lo viejo que no quiere morir”.