La relación entre el psicoanálisis y el cine tiene una larga historia y hay textos publicados, sobre todo a partir de los años cincuenta del siglo pasado, que dan cuenta de este vínculo.
Argentina, 1985 se presta para renovar este intercambio, ya que nos ubica en el terreno de la memoria y del trauma, conceptos estudiados y revisitados por el psicoanálisis, mucho más ahora, en tiempos de pandemia, guerra y tragedia climática.
Sin entrar en un estudio profundo de estas ideas, y con el riesgo de simplificar, podemos decir que el psicoanálisis comenzó siendo una teoría del trauma y del recuerdo. Esto se sostiene en la famosa frase de Freud “las histéricas sufren de reminiscencias”, lo que a su vez deja ver la noción de que la memoria puede tener un carácter patógeno.
A su vez, Freud consideró que el objetivo del tratamiento analítico era traer a la conciencia los recuerdos reprimidos de la vida psíquica temprana. En ”Recordar, repetir y reelaborar” habla de llenar las lagunas del recuerdo venciendo las resistencias de la represión como la meta del tratamiento.
Los estudios psicoanalíticos sobre la memoria han seguido y también las neurociencias han aportado investigaciones sobre la memoria implícita que son tomadas en cuenta por psicoanalistas interesados en este tema.
Las ciencias sociales entienden a la memoria como una construcción colectiva y el cruce con el psicoanálisis resulta en una suplementación muy interesante que abre un camino fructífero al brindar una herramienta aplicable en diversos campos.
A esta altura sabemos que los procesos de subjetivación implican la interacción con el contexto y con la época. Son procesos dinámicos, en constante movimiento.
Se hace necesaria esta breve mención al tema ya que considero que lo que ocurre con Argentina, 1985 contribuye a los procesos de subjetivación.
Hasta el Juicio a la Juntas no había antecedentes en el mundo de que un estado se constituya en fiscal y juez de las atrocidades cometidas por las Juntas en alianza entre ellas, la Policía y parte de la población civil. Si bien existen antecedentes históricos como los Juicios de Nuremberg, en ese entonces se constituyó un Tribunal Internacional, que fue crucial como antecedente.
Argentina, 1985 tiene un valor cinematográfico del que han dado cuenta el impacto que he tenido en el mundo y los premios que ha recibido.
En el proceso de construcción de la memoria colectiva los filmes pueden funcionar interviniendo, modificando, interactuando con la sociedad que los produjo, es decir, como agentes de la historia.
Podemos decir que ponen en movimiento los recuerdos y vivencias directas que tenemos sobre los distintos acontecimientos y éstos quedan sobreimpresos por las imágenes de las películas que de esa manera le dan un continente a nuestras propias imágenes del pasado.
Las generaciones que no lo han vivido y escucharon los relatos pueden acceder por la película a los hechos de manera más contundente pero lo más importante radica en que quedan habilitadas para pensar y ser capaces de transmitir a los que siguen lo que ocurrió y sucedernos para ocupar un lugar en la construcción de memoria.
Glen Gabbard, un reconocido psicoanalista norteamericano que publicó un libro sobre psicoanálisis y cine plantea que el espectador no va al cine solo para entretenerse. Dice que va a al cine para encontrarse con ansiedades que tiene hace largo tiempo surgidas de diversas experiencias en su desarrollo. Y que las pantallas en una sala oscura se constituyen en un continente para la proyección de sus más privados y casi siempre inconscientes terrores. Y concluye que, como cualquier forma de arte, cuando estudiamos un film, nos estudiamos a nosotros mismos
Virginia Ungar es miembro de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Expresidenta de la Asociación Psicoanalítica Internacional (2017-2021).