La Cancillería argentina debió intervenir este miércoles ante el gobierno de Mendoza para revertir un escándalo relacionado con la soberanía sobre Malvinas, desatado durante uno de los partidos del Mundial de Fútbol Sub-20 que se juega en el país. El domingo pasado, las selecciones juveniles de Brasil e Italia se enfrentaron en el Estadio Malvinas Argentinas de esa provincia, bautizado así en 1982 en honor a los caídos en la guerra. Durante el encuentro, los dos símbolos patrios que adornan el tablero ubicado sobre una de las tribunas aparecieron tapados por cartelería oficial. Uno era la cartografía de las islas, pintadas en celeste y blanco. El otro, la propia bandera argentina. Ante la duda de si habían sido obstruidos deliberadamente, el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, exigió a la Secretaría de Deportes provincial que dé explicaciones y expresó su "firme rechazo" ante los hechos. Horas más tarde, el gobernador Rodolfo Suárez mandó a extraer la cartelería, pero el papelón ya estaba consumado.
"Ya retiraron la cartelería que hacía mención al campeonato y tapaba el mapa de las Islas Malvinas", dijo el gobernador mendocino a través de sus redes sociales. Además, se excusó alegando de que se trató de "un error involuntario de FiFA" que ya había sido "subsanado". El posteo fue acompañado por fotos de una cuadrilla de la municipalidad de Mendoza -que administra su sobrino Ulpiano Suarez- retirando la cartelería. Antes, Suárez había dicho que las denuncias eran un "bolazo".
“El objetivo de que retiren esos carteles y dejen ver las islas y la bandera argentina ya se ha conseguido. Para eso tuvimos que emitir una nota al secretario de deportes de Mendoza, rechazando lo que había ocurrido y exigiendo la inmediata restitución de los símbolos”, explicó Carmona a Página/12. En la intervención ante el gobierno mendocino también terció el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia.
Pero las explicaciones del gobernador “no fueron satisfactorias”, sostuvo Carmona. “No se puede minimizar lo sucedido a un error ‘involuntario’ de la FIFA, no podemos admitir algo así, necesitamos saber si hubo alguna exigencia de la FIFA o algún tipo de compromiso de la gobernación”, agregó.
Las suspicacias en torno a que se trató de un acto deliberado se desataron a raíz de una de las condiciones que pone la FIFA para organizar campeonatos mundiales, de no exhibir de manera oficial consignas políticas. “El problema es que la soberanía sobre las Islas Malvinas no es un tema de política partidaria ni nada por el estilo, es un tema de soberanía, que además está en nuestra Constitución”, explicó el secretario de Malvinas.
El cambio de nombre del estadio
La polémica al respecto comenzó poco después de que se confirmara que la AFA organizaría el mundial. El mes pasado salió a la luz que la FIFA también puso como condición el cambio de nombre del estadio. El ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, había salido a desmentir ese trascendido, que de todos modos se terminó por confirmar: el estadio se presenta en los fixtures del torneo como “Estadio de Mendoza” y no como “Estadio Malvinas Argentinas”. "Participé de las reuniones con los delegados de FIFA, con el presidente de la AFA y en ningún momento se mencionó la posibilidad de cambiarle el nombre al Estadio Malvinas Argentinas de Mendoza. Y si eso hubiera pasado no lo hubiéramos aceptado bajo ningún concepto", había dicho Lammens. La realidad terminó siendo muy distinta.
El funcionario se sumó entonces al discurso de los voceros de gobierno de Mendoza que señalaban que lo informado por la FIFA era que llamarían a cada sede por el nombre de la ciudad para sus comunicaciones o sus fixtures.
El repudio no tardó en llegar. La Mesa Federal del Deporte, en un comunicado emitido este miércoles, pidió la intervención de Lammens, que se mantuvo ajeno al conflicto. "Le pedimos al ministro que dé la cara y defienda nuestra soberanía. El rol del funcionario público es defender la soberanía nacional, en el Frente de Todos reivindicamos la memoria de los 649 caídos en las Malvinas y llevamos con orgullo nuestra bandera argentina", exigieron.
"Hace algunas semanas se había anticipado esta situación y el ministro de la Nación aseguró que nada de esto era cierto", denunciaron. "La soberanía no se negocia, las Malvinas son argentinas y ningún ente o país nos puede imponer condiciones en nuestra Patria como acaba de suceder, ante el silencio del Ministro de Deportes y Turismo", agregaron.
La Cancillería ya había recordado en un comunicado que el nombre del Estadio "refiere a un territorio de la Nación, razón por la cual no puede ser considerada una expresión política inconveniente".