Marcel, el caracol con zapatos 6 puntos
Marcel the Shell with Shoes On, Estados Unidos, 2021
Dirección: Dean Fleischer Camp
Guión: Jenny Slate, Nick Paley y Dean Fleischer Camp
Duración: 90 minutos
Intérpretes: Jenny Slate, Isabella Rosellini, Dean Fleischer Camp, Lesley Stahl.
Estreno: Disponible en Flow.
Nominada a los Oscar 2022 como Mejor Película Animada, la receta de Marcel, el caracol con zapatos tiene todos los ingredientes que se necesita para formar parte de la selecta lista anual. Ternura, emoción, humor, una balanceada fórmula de precisión técnica y trabajo artesanal, una temática “importante” como telón de fondo y, por supuesto, la voluntad manifiesta de conmover al espectador. Realizada a partir de una técnica mixta, combinación de rodaje tradicional con el procedimiento de animación cuadro por cuadro (stop motion), la ópera prima del estadounidense Dean Fleischer Camp resulta, con sus aciertos y objeciones, una bienvenida novedad dentro de un género dominado por los grandes estudios.
Narrada bajo el formato de falso documental, Marcel, el caracol con zapatos cuenta la historia de cómo Dean, el propio director, conoce al personaje del título. Se trata de un caparazón de caracolito marino que se ha quedado solo con su abuela en una casa luego de que los dueños anteriores se mudaran, llevándose en el equipaje al resto de su familia. Un núcleo amplio del que forman parte otros caracoles marinos, pero también numerosos objetos pequeños, de esos que suelen acumularse de forma voluntaria o involuntaria en todos los hogares del mundo. Esto incluye desde carreteles de hilo para coser hasta tampones, pasando por botones, maníes, restos de lápices viejos, semillas o pretzels.
Como en Toy Story, acá también todos esos objetos forman parte de un mundo paralelo que fluye al margen de la realidad humana. Pero a diferencia de la lógica que guiaba a la saga creada por Pixar, en este caso ese universo se le revela al Dean de la ficción, quien siguiendo los instintos de su oficio de cineasta se propone filmar un documental que registre cómo es esa otra vida. De esta forma, Marcel le muestra a su nuevo amigo todas las actividades que él y su abuela Connie realizan en esa casa ahora deshabitada, que el director alquila de forma temporal como salida para una ruptura de pareja reciente. Esa instancia de pérdida que ambos comparten acabará por profundizar el vínculo entre Dean y Marcel.
Fleischer Camp utiliza muy bien al personaje de Marcel para poner en escena una mirada cándida de la realidad, que representa el registro del mundo que se tiene desde la infancia. El caracolito es un niño que asume la pérdida de su familia con naturalidad, lo que no significa que el trance sea emocionalmente inocuo. En ese sentido no se aleja mucho del imaginario Disney, lleno de niños sin padres que deben aprender a moverse solos en entornos no siempre amables. Pero si por un lado la ternura resulta el motor que hace avanzar a la película, por el otro Marcel, su actitud inocente y su vocecita pueden volverse exasperantes en algunos tramos. Algo similar puede decirse de la insistencia que la película revela en su intención de hacer lagrimear al espectador, que se vuelve evidente en su tramo final.