Los fiscales Valeria Piazza Iglesias y Florentino Malaponte plantearon que un auto puede ser usado "como un arma de fuego". Lo dijeron ayer, al acusar por "homicidio simple con dolo eventual" al mecánico Juan Carlos Schmit, que en marzo de 2016 atropelló y mató a Damián Orgaz, un cadete de 26 años que trabajaba en barrio Belgrano. Pidieron que el acusado sea condenado a 10 años de prisión. Según indicaron, Schmit circulaba en su Audi TT a unos 170 kilómetros por hora cuando, por esquivar una deformación de calle Río Negro al 6200, invadió el otro carril y chocó a la moto que iba en sentido contrario. El impacto fue tal que el chico quedó tendido en la calle, a varios metros del auto, la moto era irreconocible y el poste de luz que frenó la marcha del Audi fue arrancado de cuajo. La imagen, relataron testigos, era devastadora: a Damián le faltaban los dos brazos y un pie, que fue encontrado en la terraza de una vivienda de dos plantas. Estuvo vivo hasta el traslado, pero no podía emitir palabra y solo se comunicaba con sus ojos. Testimonios aseguraron que "no era la primera vez" que Schimt circulaba a esa velocidad, por la zona. La defensa habló de un hecho culposo y pidió la absolución.
La jornada inicial del juicio fue shockeante, sobre todo por los testimonios: la primera testigo fue una joven de 27 años que la noche del 31 de marzo de 2016 escuchó una "explosión" y salió a la calle. El siniestro se produjo justo en la puerta de su casa. "La luz estaba cortada, había pedazos de moto por todas partes. El señor (dijo por Schmit) se bajó de su auto y se agarraba la cabeza mientras lo miraba. Yo vi la caja de un delibery y un casco y empecé a buscar al que iba en la moto. Sobre el cordón vi al chico sin brazos y sin un pie. Estaba vivo, grité por ayuda y le hablé en todo momento porque él se quería como levantar, le sostuve la cabeza. Empezó a venir más gente, pero el del auto nunca se acercó. La gente trataba de que no se vaya", dijo.
Ante los jueces Gustavo Pérez de Urrechu, Raquel Cosgaya y Rodolfo Zvala se mostraron las imágenes de un video casero sobre el momento previo a la llegada de la ambulancia, donde se pudo ver la escena. Schmit solo miraba el escritorio.
El segundo relato fue el de la madre de Orgaz. Compungida, indicó que trabajaba en el mismo bar que su hijo, a tres cuadras del lugar del accidente, y dijo que todos los días iban y volvían en la moto de Damián. Esa noche, cuando llegaron alrededor de las 20, Damián ya tenía dos pedidos y salió al reparto. "Al rato viene mi patrón y me dice 'parece que se lastimó Damián'. Agarré agua oxigenada y unas gasas. Pero, cuando llegamos entendí que no era para agua oxigenada", sollozó. "Mi hijo no podía hablar, solo me hacía seña con los ojos, como diciéndome mirá lo que me hicieron, se miraba los dos hombros. Yo le dije que todo iba a estar bien. Le pedí ayuda a esta persona (por el acusado) y me negó con la cabeza", dijo la mujer; que luego acompañó al chico al Heca, donde le dijeron que había fallecido.
La madre de la primera testigo, que vive en la misma casa, relató que el acusado solo "miraba el auto" y que ella le dijo "vení a ver lo que hiciste"; y entonces advirtió quién era: "El señor que pasaba siempre probando autos con esos ruidos. Esa noche volvió". La mujer, quien aseguró ver al acusado en esa práctica en los años '90 y 2000, cuando tenía un taller en la zona.
Otro relato revelador fue el de un oficial que aquella noche estaba en el Comando Radioeléctrico y llegó al lugar del hecho. Según indicó, había mucha gente y su compañero se llevó al conductor del Audi "para no lamentar un mal mayor", ya que la gente estaba "muy enojada". "Hace 9 años que estoy en el Comando y nunca vi algo así, que alguien terminara como terminó este chico. El (acusado) estaba tranquilo, como si nada pasara".
"Tengo 47 años, tres hijos y dos nietos a mi cargo. Hace 30 años que manejo y nunca tuve un accidente", relató Schmit, quien está preso desde del día del hecho, como en pocos casos de este tipo. Según contó, esa noche iba con un acompañante y su hijo lo llamó para que lo fuera a buscar a la zona porque se había quedado con la chata. "Antes de llegar a Campbell vi algo negro, gris, una figura, que impactó con el auto. No sé si alcancé a frenar. No vi ni una luz, nada. Me bajé, vi lo que pasó y quedé nulo, no sabía qué hacer. Llamamos a la ambulancia y me quedé sentado en la vereda. Todos los días me pregunto qué pasó", dijo.
Su defensa, en tanto, planteó que "fue un accidente". El abogado Ignacio Carbone agregó: "El dolo eventual (cuando uno se representa lo que puede ocurrir, pero continúa) es una creación. Es culpa, no dolo. Acá no hay plan criminal. Tendrán que absolver", les dijo a los jueces.
El caso pretende sentar jurisprudencia en materia de siniestros viales.