1. Las experiencias de escritura breve datan de la antigüedad: las fábulas de Esopo, en el siglo VI antes de Cristo, las parábolas, los bestiarios medievales, las leyendas, los aforismos, entre otras. Si avanzamos en el tiempo, reconocemos a autores como Oscar Wilde, Ambrose Bierce, Franz Kafka, Bertolt Brecht, para mencionar apenas algunos cultores de la brevedad. En la literatura latinoamericana, por su parte, los antecedentes se dan en Rubén Darío, Juan Armando Epple y, sin dudas, Augusto Monterroso y Juan José Arreola, dos faros de la escritura brevísima.
Para algunos autores, la compilación de Cuentos breves y extraordinarios, publicada en 1953, bajo la selección de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, es un acontecimiento literario que podría ser tenido en cuenta como punto de partida para señalar el interés de la crítica y del público hacia estos textos breves atravesados por la intensidad.
En Argentina, hay una corriente de importantes autores que se atreven al desafío de decir mucho en pocas palabras. Así, Raúl Brasca (Buenos Aires), notable referente del género, nos ilustra con “Los mitrales”, una minificción incluida en Escritores por la memoria, la verdad y la justicia, cuadernillo editado en el vigésimo aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976:
Los mitrales
A Olga de Souza Pinto, Oscar F. Sánchez, Juan Takara y Enrique Sous, In memoriam.
En la patria de los pájaros hay todas las especies. Sólo faltan los mitrales, que se forjaron una patria para ellos solos. Con esto evitaron los riesgos de volar. Los mitrales son voraces y tienen buena voz. Su filosofía es clara: la jaula no encarcela sino que protege, todo lo que se necesita para ser feliz está del lado de adentro. De hecho, los que alguna vez salieron no lograron sobrevivir, dicen que porque no supieron procurarse alimento; pero no es verdad, la inmensidad del aire les paralizó el corazón. Bien alimentados y seguros en sus jaulas, los mitrales aspiran a ser las únicas aves. Y en las épocas en que la patria de los pájaros es diezmada por las balas, deliran de gozo creyendo que lo conseguirán. Entonces, inflan el pecho y lanzan un silbido tan potente que no deja oír el ruido de las alas rotas ni el triste piar de las aves del cielo que agonizan hundidas en la hierba.
2. Esta narrativa posmoderna, de “ambigüedad genérica, régimen irónico y uso paródico de prácticas discursivas y formatos textuales tradicionales”, según palabras de Graciela Tomassini, viene a desafiar y a visibilizar el contraste con las convenciones acerca del volumen, de la cantidad de palabras fehacientemente escritas en una página para considerar el texto y considerar al lector. Sin embargo, en la minificción, el inmenso volumen de palabras no está en la página escrita sino en el universo perceptivo del lector que repone, conjetura, coliga, deduce, se interroga, es decir, participa activa y creadoramente de la experiencia. En el siguiente texto de Daniel Juaniski (Rosario) se puede observar que el lector reconocerá, entre otras lecturas posibles, la pertenencia a una cultura, a una nacionalidad y también la perspectiva de género en brevísimas líneas:
Eva
Aquella mañana, Eva despertó con una molestia sobre su lado derecho.
–Me duele aquí- le dijo a la serpiente, señalando sus costillas.
–Es que anoche, mientras dormías, Dios creó al General.
3. La minificción es un punto de convergencia que dialoga con los géneros discursivos de circulación social y de los grandes relatos, además de los que les son propios a la ciencia, a la política y a la vida cotidiana de los sujetos. Por ello, la experiencia intertextual, incluye también sucesos de una pasión popular, tal como lo demuestra María Laura González, minificcionista de San Nicolás.
Cábalas
La final del Mundial 2022 en Qatar es a las veinte horas y él debe prepararse.
Se levanta de la cama por el lado izquierdo, cuenta nueve pasos hasta el baño. Se pone el calzón rojo y la remera blanca con el logo de la AFA. Luego los pantalones, primero la pierna derecha. Las zapatillas, primero la izquierda. Sale del departamento y baja los doce pisos por la escalera. Toma el subte hasta su trabajo esquivando el contacto con los codos.
A las catorce horas recuerda el examen para entrar en la multinacional del día siguiente. Y debe prepararse. Se toma cinco mates sin cambiar la yerba, come dos bizcochos. Va al baño a peinar la raya hacia el lado contrario y cambiar de solapa la escarapela.
De vuelta a su casa, camina pisando intercaladamente las baldosas, se persigna en cada esquina y esquiva otra vez el contacto con la gente en el subte. Todo está preparado para una noche grandiosa de fútbol y repaso de las preguntas del examen.
A las veinte horas, después de dar dos vueltas alrededor de la mesa, se sienta frente al televisor que anuncia la transmisión de las mejores jugadas del partido que se disputó a las veinte horas de Qatar.
Corre a revisar el horario de su examen.
4. La genealogía y la intencionalidad de estos textos breves son tan variadas como el estilo de los diferentes autores. Pero si hay algo común es la potencial experiencia trans-personal que propone el género. En la última minificción de esta serie, correspondiente a la autora Marcela Ángela Ruiz (Santa Fe), vemos que cada palabra cuenta, informa, descorre el velo y nos coloca del otro lado de la realidad.
Decisión
Apoyada en el alambrado del feed lot, ella tomó la decisión de hacer huelga de hambre. Cuando se lo comentó a las demás, todas se negaron.
Semanas después vio cómo sus compañeras eran subidas a un camión.
La mataron igual. Una vaca flaca no sirve para nada.