El 24 de mayo de 1973 José María Alesia se encontraba soldando unas chapas en el doblefondo de un barco que estaba en fabricación en Astilleros Argentinos Río de la Plata S.A (Astarsa) cuando fue víctima de un incendio, producto de las malas condiciones de trabajo a los que era sometido por la patronal. Los obreros iniciaron un paro que se convirtió en toma de la fábrica, localizada en Tigre, “una experiencia de poder obrero que no tuvo igual, que no se volvió a repetir”, subrayó Adriana Taboada, referente de la Comisión Memoria, Verdad y Justicia Zona Norte, que insistió a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, la Subsecretaría de Derechos Humanos bonaerense y el Municipio de Tigre para que señalicen el lugar en conmemoración de los 50 años de esa gesta, algo que sucederá este sábado 27 de mayo. La última dictadura fue el corolario de la reacción empresarial a ese proceso de organización de trabajadores, que fue sangrienta: decenas de trabajadores secuestrados y torturados, asesinados y desparecidos. En homenaje a ellos, en el mismo acto, se colocarán baldosas con sus nombres.
A partir de las 11 de este sábado, un cartel con las insignias de “Memoria, Verdad y Justicia” quedará instalado para contar a quien lo vea la historia de lucha y resistencia obrera, de persecución y muerte, y de búsqueda de justicia que atraviesa el predio a metros del Río Luján, en donde entre 1927 y 1994 funcionó Astarsa, el principal astillero de la Zona Norte del Gran Buenos Aires durante la década de los ‘70. La señalización quedará ubicada a 100 metros de la garita de seguridad y la barrera que debían atravesar los obreros navales para ingresar a sus puestos de trabajo. Por allí, en la actualidad, entran y salen vecines de un exclusivo complejo de departamentos que se instaló donde antes funcionó el astillero.
Junto a miembros de la Comisión y de otros organismos de derechos humanos, funcionarios nacionales, provinciales y municipales, familiares y compañeros de 18 obreros desaparecidos de la fábrica, varios de aquellos extrabajadores participarán de su instalación en la que se menciona la toma de la fábrica, las mejoras en las condiciones de trabajo y salariales obtenidas en la lucha, la persecución que desplegaron la empresa, la Triple A y la derecha sindical en los años previos al golpe de Estado y cómo ésta se desbocó y terminó de arrasar desde el 24 de marzo de 1976.
Uno de ellos es Juan “Chango” Sosa, que fue trabajador de Astarsa y participó de la organización obrera naval allí, en conexión con otros como Mestrina, Sánchez, Riomar, Forte, Cadenazzi y Acquamarine. Para el Chango, la señalización es “una deuda y una señal de la mejor manera de construir futuro”, dice en diálogo con Página/12. “El mejor homenaje es asumir el compromiso de aprender del pasado para construir un futuro mejor, dar cuenta de las luchas para replicarlas hoy y mañana”, dice.
Sosa renunció a Astarsa a mediados del 75, cuando la persecución contra los trabajadores comenzó a ponerse áspera. Entre 1973 y 1975, habían sido secuestrados y torturados cinco trabajadores del astillero, luego liberados. “El 24 de marzo de 1976, el Ejército se instaló de modo permanente en el interior de la fábrica y con la participación de los directivos de Astarsa, de grupos paramilitares e integrantes del Sindicato de Obreros de la Industria Naval, que aportaron información, recursos logísticos y fotografías de legajos personales, al menos 60 trabajadores fueron secuestrados de sus domicilios, dentro de la empresa o en sus inmediaciones”, relata la señalización que será descubierta el sábado.
De los 60 trabajadores secuestrados, 18 permanecen desaparecidos. Sosa destaca el cartel, pero también las baldosas por la memoria que se instalarán tras la señalización en recuerdo de ellos. “Las baldosas intentarán transmitir colectivamente esa experiencia para que deje huella permanente en la vida social, para que nuestros compañeros muertos sean recordados y no mueran por segunda vez”, completó.