El nuevo documental de Adrián Jaime, Quémenlos, traza el derrotero de la resistencia civil a la dictadura de Juan Carlos Onganía en la ciudad de Córdoba, cuna de la industria automotriz argentina y de la Reforma Universitaria. El film ofrece una reconstrucción de lo ocurrido en las calles durante el Cordobazo. Y a lo largo de dos horas, un exhaustivo material de archivo es la estructura del documental que no recurre ni a una voz en off ordenadora del relato ni a testimonios y solamente, en algunas ocasiones, se introduce una banda sonido, además del sonido ambiente. Quémenlos tendrá una función especial este domingo a las 15 en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151), un día antes de cumplirse 54 años de la insurrección obrera y popular que hirió de muerte a la dictadura del general Onganía.
El riguroso trabajo del documental comenzó hace varios años cuando Jaime, junto a un conjunto de compañeros, decidieron trabajar sobre los libros quemados en la dictadura y, en particular, aquellos que habían sido quemados en Córdoba. "Esta decisión la tomamos básicamente a partir de la pandemia porque no podíamos salir a registrar y pegamos un vuelco gigante en la intención porque debimos trabajar solamente con archivos y derivó en el proyecto que hoy está saliendo a la pantalla", comenta el director en diálogo con Página/12.
“El film está realizado sólo con archivos históricos, 16 mm en blanco y negro, grabados íntegramente en la ciudad de Córdoba desde el crimen de un estudiante obrero en 1966 hasta la quema de libros en 1976”, afirma el cineasta. “Las escenas documentales plasman en forma inédita el derrotero de la resistencia obrero-estudiantil contra la brutal dictadura del general Juan Carlos Onganía”, agrega Jaime.
-¿Decidiste que la estructura fuera completamente de archivo por el tema de la pandemia, entonces?
-No, ya vengo trabajando con la idea de correr un poco de lado la participación de aquellos personajes que, de alguna forma, pueden echar luz sobre la historia, y no tanto hacerlos participar de la imagen de la película sino más que nada en el proceso de investigación. Es algo que vengo trabajando hace rato: no con el esquema periodístico dentro de la estructura narrativa sino más bien apelar al trabajo con las imágenes. Y como conozco al dedillo la época, en términos de imágenes de los archivos históricos, la apuesta está puesta más que nada en una narración limpia de voces en off y de entrevistas.
-¿Cómo fue el trabajo de ensamblaje de las imágenes de archivo, teniendo en cuenta que el documental dura dos horas, no hay relatos en off ni testimonios, y sólo una acotada banda de sonido, además del sonido ambiente?
-Es una construcción con mucha investigación histórica. Las imágenes revelan ese proceso histórico de resistencia del movimiento estudiantil, en un comienzo, al Onganiato, y después el acople del movimiento obrero en solidaridad con los estudiantes y, a partir de las políticas económicas y sociales que Onganía intentó implementar. Esa rebelión conjunta de ambos sectores en Córdoba hizo eclosión y, al mismo tiempo, en el resto del país hubo focos similares de resistencia a lo que se dio en Córdoba. No tanto como allí se dio, pero en todo el país se gestó una enorme resistencia al Onganiato.
-¿Cómo fue el trabajo de investigación para dar con todas esas imágenes?
-El trabajo de investigación viene desde hace mucho tiempo. No puedo decir que haya comenzado para esta película, en particular, porque la búsqueda de archivos visuales y sonoros proviene de la época en que trabajé en la Secretaría de Prensa del Sindicato de Luz y Fuerza, escarbando en las cajas de los compañeros, donde habían guardado fotografías para que la dictadura no se llevara, al menos, los recuerdos. Y, en ese mismo sentido, el film intenta ser una suerte de espacio donde el material fílmico, la memoria visual del movimiento obrero de Córdoba tenga un resguardo de esos archivos y de esas imágenes porque estamos sin Cinemateca, estamos sin políticas oficiales para el resguardo de los archivos, estamos sin políticas oficiales para la producción de materiales de archivo que tengan que ver con la memoria histórica. Y se van perdiendo los materiales. Mi gran temor es que esto desaparezca sin que las nuevas generaciones tengan la posibilidad de echar mano sobre la historia. Y eso es una gran preocupación para mí, por lo menos.
-Ya que las nombrás, ¿el documental apunta a las nuevas generaciones o a un público más amplio?
-Es un público más amplio al que apunta el film porque también me interesa el diálogo que se establece entre las nuevas generaciones y aquellos que vivieron las experiencias políticas, como ésta, por ejemplo. Sé que las nuevas generaciones de argentinos y argentinas tienen las mismas preocupaciones que la generación de entonces. De hecho, estamos asistiendo hoy por hoy al intento de coartar a la mayor parte de la población argentina de elegir a sus propios líderes, como ocurrió en aquellos años de proscripción de Perón y las consiguientes represiones que se establecieron en todo el cuerpo social para impedir esas manifestaciones de solidaridad con el líder que estaba exiliado. Se intentó por mil formas traerlo de regreso. Eso también generó una tremenda represión de parte del Estado. Y hoy algo de eso estanos viviendo también. Y también la juventud de aquel entonces vivía las políticas de Estado que implementaba el Onganiato, que eran muy similares o, mejor dicho, eran las inaugurales del neoliberalismo en la Argentina. Las políticas inaugurales fueron las de Onganía y después tuvieron una continuidad en el golpe de Estado del 76, en el menemismo y posteriormente en el macrismo. Si uno las analiza, son exactamente las mismas. Y la rebelión popular tuvo un cariz similar.
-¿Qué significa para vos el Cordobazo en la historia argentina? ¿Qué huella marcó el Cordobazo en la lucha política?
-Para
mí es el golpe más fuerte que se le asestó a la dictadura. Es lo que puso en
primer plano a aquellos opositores políticos y gremiales, como lo fue Agustín
Tosco, el mayor opositor político-sindical a la dictadura, aun con un gremio
menor, en términos de fuerza porque allí también se acoplaron importantes
gremios como el SMATA, por ejemplo. Al igual que otras experiencias de esa
índole de nuestra historia, el Cordobazo fue un lugar donde se abroquelaron las
experiencias históricas anteriores del movimiento obrero. Y encontraron un
cauce para resolver un problema fundamental, que era la imposibilidad de
participación democrática del modelo de país que se construyó socialmente y que
se quería imponer a sangre y fuego en la dictadura. Ese movimiento social que
fue el Cordobazo, de hartazgo a las políticas públicas, puso un límite que
después derivó en una lucha social que nos terminó abriendo el proceso
democrático del '73.