El Familia CAFF no se circunscribe a un escenario. Ni a dos: además del tablado donde se presentarán las bandas tangueras del siglo XXI, habrá un segundo espacio para dos parejas de bailarines (Diego Balbi y Bettina Berruchio, bien parados en el tango contemporáneo, y Adrián Bernal con Andrea Hammerschmidt, ubicados más cerca del folklore). Pero las actividades paralelas del FA CAFF no se limitarán a eso. Además habrá una muestra a cargo de la Fundación León y Augusto Ferrari –históricos vecinos y amigos del espacio–, proyecciones audiovisuales, muestras de fotografía, una feria de libros y la exposición permanente de poesía mural que engalana el pasillo del Club. Todos modos de acercarse no sólo al tango sino a la ciudad de hoy.

Dada la coincidencia de fechas, es inevitable comparar los festivales de tango que comienzan mañana. Si el oficial hace fanfarria con su concurso de baile, el FA CAFF busca todo lo contrario: ni cree en la competencia ni se ata a los cánones estilísticos que busca imponer el circuito para los flashes. “Lo del FA CAFF no será a modo de exhibición, sino un baile que no es el que se ve en el mundial; nos convocaron para mostrar lo que está por fuera”, explica Balbi a PáginaI12. Quienes circulan por las milongas más descontracturadas de Buenos Aires conocen su mirada afable, su pelo rapado a los costados y la musculosa con la que sale a la pista. “Mi forma de bailar está un poco alejada de lo que se presenta en el Mundial, no es el tipo de baile que se toma como clásico, voy más por lo moderno, por intercalar cosas y por bailar orquestas actuales”, explica el bailarín. Siempre pensando en la situación de baile social, es decir, la milonga, donde en su opinión está el auténtico tango bailado: “Para mí el tango real es el que se crea en el momento, por eso está buena la improvisación”, plantea.

Según Balbi, contrariamente al FA CAFF, el Festival/Mundial oficial está volviéndose más retrógrado en términos estilísticos. “Siempre se va a lo seguro, no se apuesta a la renovación”, critica. “Incluso en el baile se está haciendo más retrógrado, hay menos exploración, no se abre a jugar un poco más con el cuerpo y ser más libres. Nosotros conservamos la idea del abrazo, que es el sentido del baile del tango, pero acá buscamos la contracultura dentro del género”.

Balbi también es uno de los muchos bailarines preocupados por el momento crítico que atraviesan las milongas porteñas y apunta sus críticas a los (des)manejos del PRO y el gobierno porteño. “En el Festival del Tango se hace una valoración que el resto del año no existe; todo lo contrario: se persiguen sistemáticamente a las milongas y no hay apoyo económico. En el año se juega en contra del tango, hay un doble discurso”.