La desigualdad económica y la falta de derechos son barreras que impiden que más de 12 millones las niñas, adolescentes y mujeres de la Argentina que menstrúan accedan fácilmente a los productos de gestión menstrual.
Por el Día Internacional de la Higiene Menstrual, que se celebra este domingo 28 de mayo, la directora de Testeo y Prevención de VIH de la organización Aids Healthcare Foundation (AHF), Natalia Haag, advirtió sobre la importancia de "incrementar la conciencia y promover políticas públicas para que cada persona que menstrúe tenga acceso a los implementos para un periodo digno y libre de estigma".
De más de 800 millones de mujeres que menstrúan en el mundo, a 500 millones se les niega el acceso a instalaciones seguras y a los productos sanitarios que ayudan a manejar sus períodos saludablemente.
En la Argentina, la situación de las más de 12 millones de niñas, adolescentes y mujeres "es de una profunda desigualdad, ya que no existen políticas públicas nacionales que garanticen el acceso de estos productos para todas las personas", advirtió Haag en diálogo con Télam.
Los obstáculos económicos en el acceso a productos de gestión menstrual, como toallitas, tampones, copas u otros, y los tabúes sociales sobre el tema tienen consecuencias en la salud, educación y bienestar.
"No todas las personas tienen el acceso a baños y agua limpia para lavar y reutilizar productos como la copa menstrual, por lo cual es otra barrera más que profundiza la desigualdad de las personas menstruantes", puntualizó Haag.
Y añadió que "si bien los productos de higiene menstruales son necesarios, no siempre terminan siendo prioritarios".
En este sentido, Haag precisó que de acuerdo con la campaña realizada por #MenstruAcción y EcoFeminita en marzo del 2023, "el gasto anual de menstruar utilizando toallitas es $10.915, y en el caso de los tampones de $12.146".
Datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec indicaron que las mujeres enfrentan condiciones de desigualdad estructurales en su inserción económica ya que ganan un 28% menos en promedio que los varones, tienen trabajos más precarios y presentan mayores tasas de desempleo.
Esto lleva a situaciones donde muchas mujeres y niñas tienen que improvisar con materiales inadecuados, como trapos o papel, lo que vulnera su dignidad, aumenta el riesgo de infecciones y de problemas de salud.
El estigma social que sigue rodeando a la menstruación también impide que tengan un adecuado desarrollo escolar, profesional, emocional y social.
"Sigue siendo tabú o da vergüenza mancharnos cuando estamos menstruando, cuando en realidad es un hecho biológico, nadie elige menstruar o no menstruar", dijo Haag.
Y remarcó que "lo que profundiza este tabú es no hablarlo, porque no podemos visibilizar todos los problemas estructurales que enfrentamos las personas que menstruamos".
La falta de acceso a productos menstruales también es un problema frecuente en la región, ya que según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), el 12% de las mujeres en América Latina no pueden permitirse adquirir productos de higiene menstrual.