Si bien las carencias en cuanto a la disponibilidad de dólares en la economía argentina se suelen llevar todos los titulares por el impacto en el humor social que tienen los episodios de corrida cambiaria, la inédita sequía que sufrió el agro y la caída en la actividad económica asociada tienen consecuencias en el frente fiscal que también dan que hablar en el año electoral, en el cuadro de restricciones que impone el FMI.

De acuerdo a la consultora Ecolatina, a raíz del actual escenario económico, el déficit fiscal de 2,4 por ciento anotado en 2022 se convertiría en un rojo de 3,5 por ciento este año. Muy lejos de la meta prevista con el FMI de llegar a un déficit del 1,9 por ciento y en medio de las habituales tensiones que suponen las elecciones.

La tendencia al deterioro en el resultado fiscal está dada por tres factores. En primer lugar, el impacto negativo de la sequía en la recaudación vía retenciones, que restará recursos netos por cerca de 0,6 por ciento del PBI, calcula el informe de Ecolatina. Además, la caída en la actividad económica y los ingresos, junto con las restricciones a las importaciones producto de la escasez de divisas, redundarán en una menor recaudación del resto de los tributos, con un impacto negativo de 0,2 por ciento del PIB, estima la consultora.

En tercer lugar, en contraste al 2022, este año el Gobierno ya no podrá contabilizar las ganancias contables asociadas a las colocaciones de deuda sobre la par de instrumentos indexados de deuda soberana, con impacto del 0,3 por ciento del PBI. Asimismo, en las cuentas de 2023 impacta la deuda flotante acumulada en 2022 y los exitosos programas de anticipos de exportaciones, que reducen los ingresos que debería haber recaudado la AFIP en los meses subsiguientes.

Cinturón fiscal

En base a los últimos datos disponibles, el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) estimó que entre enero y abril los ingresos totales cayeron el equivalente a 0,55 puntos porcentuales del PBI (12,9 por ciento de baja interanual), mientras que el gasto primario lo hizo en 0,26 puntos porcentuales (6,6 por ciento interanual). "Como resultado, el déficit primario acumulado en el primer cuatrimestre ascendió a 0,62 por ciento del PIB, que implica una suba interanual de 0,29 puntos porcentuales del PBI", indica.

Los gastos que en términos reales en mayor medida se redujeron fueron los subsidios a la energía y jubilaciones y pensiones contributivas, al tiempo que se incrementó el gasto destinado a los programas sociales

El informe de Iaraf detalla que para alcanzar la meta acordada con el FMI, el rojo fiscal para lo que queda del año debería ser del 1,28 por ciento. "Mes a mes el esfuerzo fiscal que queda para el resto del año es mayor. Esto obedece a que, durante los primeros cuatro meses del año, el déficit fue siempre superior al de iguales meses de 2022. El desafío fiscal es enorme durante este 2023, año de elecciones presidenciales, signado por una de las sequías más importantes que haya tenido Argentina", indica.

Procíclico

Los manuales de economía sugieren que ante una situación recesiva dada por un shock exógeno, como es la sequía, el Estado debe poner en marcha una política fiscal expansiva, para contrarrestar aquel efecto.

Sin embargo, las restricciones que enfrenta la economía nacional impiden el despliegue de una política expansiva. Por el contrario, apuntan a la configuración de una política de retracción fiscal; es decir, procíclica. Al margen de las fuertes restricciones que sufre el Estado en términos de falta de acceso al financiamiento, escasez de divisas y necesidad de controlar la inflación, el acuerdo con el FMI es un gran condicionante, pues define que el techo de déficit fiscal para el año sea de 1,9 por ciento del PBI.

Según el CEPA, la meta del FMI ya se sobrepasó en el primer trimestre, por unos 250 mil millones de pesos. Tampoco se alcanzaron los objetivos en materia de acumulación de reservas. Por eso, el Gobierno sigue negociando a contrarreloj la aplicación de cambios en el programa de cara a la próxima revisión, la quinta. Dentro de esos cambios está el adelanto de desembolsos para despejar el horizonte del año.

Si bien esa negociación está en curso, la dinámica del ajuste fiscal es una de las cartas que parece querer mostrar el Gobierno, lo cual queda claro a partir de la muy fuerte quita de subsidios energéticos para el 30 por ciento de los usuarios calificados como de altos ingresos y aquellos que no se anotaron el registro para mantener subsidios. Según Ecolatina, para cumplir la meta del FMI este año, el gasto primario debería achicarse en un 1,6 por ciento del PBI, en línea con la dinámica que mostró entre 2017 y 2019, durante el gobierno de Macri.